Vitoria. La particular historia interminable en la que vive el Deportivo Alavés a través de su ampliación de capital lleva camino de agotar la paciencia de hasta el más optimista. Cuando no falla una cosa, es otra la que se tuerce. Desde hace semanas son apenas tres los puntos que quedan pendientes de resolución, pero pasan los días sin que ninguno de ellos llegue a concretarse definitivamente. Eso sí, los pasos dados a lo largo de los últimos días han conducido a un cambio en el principal foco de preocupación. Si antes estaba situado en la concesión del crédito por parte de Caja Vital, ahora pasa al relevo en la cúpula de la entidad del Paseo de Cervantes, que sigue sin concretarse al no alcanzar el grupo inversor un acuerdo definitivo con Alfredo Ruiz de Gauna, quien todavía no ha firmando las cuentas solicitadas por el grupo liderado por Querejeta. Y sin la rúbrica del actual presidente en el balance, asumiendo de esta manera los números financieros del último año, los inversores no están dispuestos a dar el paso definitivo de capitalizar el club.
Los empresarios liderados por Querejeta se encuentran especialmente airados por la tardanza de Ruiz de Gauna a firmar el balance financiero. Tras el intercambio de propuestas realizado hace una semana, y en el que se consideraba desde esta parte que todo estaba prácticamente cerrado, durante los últimos días las negociaciones se han estancado -desde la actual directiva se considera que hay condiciones inasumibles en el planteamiento del Baskonia- sin que se haya producido un acuerdo satisfactorio que incluya la firma de las cuentas por parte del presidente.
"No quieren firmar las cuentas, sus propios balances, y sin esa rúbrica no puede producirse un traspaso. Es algo normal y que se pide en todas las empresas serias", explica una voz autorizada dentro del grupo inversor, que pretende que la actual directiva se haga cargo de los balances financieros y que se responsabilice de la posible aparición de desfases monetarios cuando los responsables financieros de los empresarios entrantes se encuentren en el club y realicen sus propias cuentas.
Lo que parecía un acuerdo hace apenas siete días se encuentra ahora, a juicio de los inversores, completamente estancado. Las comunicaciones entre ambas partes a lo largo de los últimos días han sido mínimas y no han servido para avanzar en nada en una negociación que se encuentra en estos momentos estancada y en la que la solución parece volver a dilatarse.
Porque si desde el grupo inversor no se contempla el relevo sin la firma de Ruiz de Gauna en las cuentas, al actual presidente tampoco le convencen plenamente las condiciones planteadas por el bloque liderado por Querejeta para saldar la deuda que el Alavés arrastra con el propietario del Grupo Bidasoa. La fórmula para abordar el pago de los 500.000 euros que tiene pendientes de cobro -en dos plazos de 250.000 euros- presenta varias aristas que no satisfacen lo más mínimo al actual accionista mayoritario, que pretende asegurarse la percepción completa del medio millón de euros que depositó en las arcas del club.
Mientras tanto, entre dimes y diretes, las manecillas del reloj siguen girando y la ampliación de capital sigue restando días habiéndose producido únicamente algunas compras insignificantes por parte de pequeños accionistas. Los nudos siguen sin atarse y el Alavés continúa sumido en su particular proceso de incertidumbre con la espada de Damocles de una posible sentencia judicial en su contra.