Vitoria. Si en el plano deportivo el año se cierra sin apenas una buena noticia que llevarse a la boca, en el institucional 2009 ha servido para cubrir una nueva etapa en la renovación económica de un club que ha estado sumido en un proceso concursal que ha durado dos años y medio y que ha tocado a su fin recientemente al ser aprobado un convenio de acreedores que acabó rebajando a casi 13 millones de euros la deuda de alrededor de 25 millones de euros que arrastraba la entidad del Paseo de Cervantes.

Tras casi treinta meses en los que el Palacio de Justicia se ha convertido en el principal centro de operaciones, el cuadro albiazul ya sabe a lo que tiene que atenerse en el futuro más inmediato para regenerar su maltrecha economía. Si ya antes de la aprobación del convenio el día a día del club estaba marcado por las apreturas en los gastos, el cinturón se ceñirá más aún a partir de ahora, ya que toca hacer frente a los pagos de las deudas aplazadas que, aunque reducidos a la mitad, siguen suponiendo una cantidad demasiado importante para un club escaso de recursos.

Y es que, a pesar de que la situación deportiva del club no es para nada buena, no se puede hablar mucho mejor de un estado económico que es el que genera verdaderas preocupaciones, ya que, a partir de ahora, los dirigentes albiazules no pueden omitir ninguno de los pagos del concurso si no quieren verse con una denuncia que suponga la liquidación definitiva.

Para conseguir remanentes que permitan afrontar los pagos los rectores alavesistas han puesto en marcha un plan de viabilidad con el que se pretende contener al máximo los gastos y a través del cual se tratará de conseguir financiación para hacer frente a los futuros desembolsos monetarios.

Una de esas primeras medidas fue la puesta en marcha de un Expediente de Regulación de Empleo que sirvió para desterrar los sueldos más elevados de la plantilla que había bajado a Segunda División B -a cambio de varias indemnizaciones-, pero que también fulminó a gran parte del capital humano de una entidad que, sin demasiadas contemplaciones, enseñó la puerta de salida a buena parte de los trabajadores que habían peleado por que la entidad siguiese viva a lo largo de los últimos años.

dinero urgente La reanudación de los tratos con la Diputación Foral de Álava también ha sido una novedad destacada del último año. Desde el ente presidido por Xabier Agirre existían muchas suspicacias desde un primer momento hacia la figura de Fernando Ortiz de Zárate, fundamentadas mayoritariamente en la escasa transparencia del máximo accionista albiazul, pero las dos partes han acercado posturas en los últimos tiempos y han alcanzado el acuerdo necesario para la supervivencia del Alavés, ya que sin el voto favorable de la Diputación no se podría haber firmado el convenio de acreedores.

Desde el Palacio de la Provincia también se ha querido echar una mano al club a través de la compra de los terrenos de Izarra y con la recuperación de un convenio extinguido desde los tiempos de Dmitry Piterman, aunque las cifras del mismo no acaban de satisfacer por completo los deseos alavesistas.

Pero, entre tanto beneplácito, también ha habido lugar para las desavenencias, sobre todo a partir de la iniciativa de ampliación de capital de 3,2 millones de euros que decidió afrontar el cuadro albiazul para conseguir dinero y afrontar sus deudas. La desaparición de un millón de euros del montante previsto de la operación, lo que Ortiz de Zárate calificó como un "malentendido", provocó la airada reacción foral para que las aguas terminasen volviendo a su cauce.

Es precisamente la ampliación de capital el acontecimiento que mantiene en vilo al alavesismo desde hace poco más de un mes. Cerrada la primera fase del proceso con apenas 300.000 euros cubiertos, en la segunda Ortiz de Zárate ha vuelto a recurrir a antiguos compañeros de viaje (la familia Ruiz de Gauna y Guillermo Asarta) para repartirse el poder del club y conseguir el dinero necesario para comenzar a hacer frente a las deudas que acechan al club y que, de no ser abonadas, podrían conducir a la liquidación del mismo. Cabe esperar que no se llegue a tales extremos y que 2010 suponga el renacer del Glorioso.