Vitoria. Con la suspensión del partido que tenía que enfrentar al Deportivo Alavés contra el Celta B, la plantilla albiazul se ha marchado de vacaciones con la sensación de que a su regreso de las mismas va a tener que mejorar muchas cosas si quiere alcanzar el objetivo casi ineludible de clasificarse en uno de los cuatro primeros puestos del Grupo I de Segunda División B y, de esta manera, poder disputar el play off de ascenso a la categoría de plata del fútbol estatal.

La sexta plaza que ocupa el cuadro vitoriano en estos momentos, con ese partido menos, no es, ni de lejos, lo que se esperaba en el arranque del curso, sobre todo después del prometedor inicio que protagonizó el equipo entrenado por Javier Pereira. Tras auparse al liderato a lo largo de unas seis primeras jornadas en las que el Alavés demostró una tremenda solvencia, combinación de su excelente defensa y su tremenda pegada, los dos últimos meses del año han servido para crear demasiadas incertidumbres que hay que despejar de manera inmediata para que no cunda el pánico entre la parroquia que habita las gradas de Mendizorroza.

Y es que la indefinición e la que vive el conjunto babazorro ha sido el punto de inicio para unas dudas que no se contemplaban en el plan de ruta del presente curso. Tras ese buen arranque en el que el Alavés hizo gala de sus mejores virtudes sin necesidad de desplegar un juego exuberante, la caída en los resultados ha servido para encender todas las alarmas y constatar que el camino de regreso a Segunda División no va a ser de rosas.

La igualdad que preside el grupo ha propiciado que muchos equipos que no eran considerados favoritos se hallan subido a las barbas de los que partían con el cartel de claros aspirantes. Ha sido este un aspecto, a la vez, positivo y negativo para los intereses alavesistas, ya que ha propiciado que no se abran grandes distancias en la tabla pero como contrapunto ha incrementado el número de rivales para ocupar las cuatro primeras plazas.

La clasificación es el claro reflejo de la situación de un equipo que no ha terminado de carburar tal y como se esperaba y sólo el último partido disputado hasta la fecha, el que se empató ante el Montañeros, ha servido para ver el boceto de lo que el Alavés puede llegar a ser si aprovecha su calidad.

En el apartado positivo cabe situar la fortaleza defensiva que ha demostrado el equipo a lo largo de casi todos sus compromisos. A pesar de que fue la línea que más se tardó en completar, Javier Pereira se ha encontrado con una serie de elementos de una fiabilidad absoluta, como Cristian Castells e Igor Cuesta, que le han permitido a Mikel Pagola erigirse como el guardameta menos goleado de la categoría.

A partir de esta línea de contención es donde han aparecido los principales problemas para un equipo que en demasiadas ocasiones no ha sabido qué hacer con el balón para acercarse al área de los rivales. En el centro del campo ha existido una clara orfandad de un jugador con capacidad de echarse el grupo a sus espaldas, ofrecerse para coger el balón e intentar ser la prolongación del entrenador sobre el terreno de juego.

Esa incapacidad manifiesta para generar fútbol -Pereira ha probado multitud de combinaciones y no ha quedado satisfecho con casi ninguna- es el principal obstáculo que el Alavés tiene que salvar para mejorar su juego colectivo, ya que en muchos partidos los hombres de referencia en el ataque ni siquiera han podido tirar con peligro sobre la meta de sus rivales.

Tampoco los delanteros, por esta escasez de balones, están rindiendo como se esperaba de ellos, aunque en muchas ocasiones su escaso brillo ha sido achacable a su escasa presencia en el juego del equipo. Con nombres de excelente trayectoria a sus espaldas goleando en la categoría, su efectividad tiene que subir muchos enteros para, de mantenerse el excelente bagaje defensivo, resituar al Alavés en uno de los cuatro primeros puestos.

En el apartado goleador, buscando otro de los principales aspectos positivos del equipo, han sido las jugadas de estrategia el principal bastión sobre el que se ha asentado el Alavés para sacar adelante la mayoría de sus puntos. Sin ir más lejos, los últimos nueve goles que ha conseguido el cuadro babazorro han llegado a balón parado, por lo que está claro que el trabajo de pizarra de Javier Pereira se está trasladando a la perfección al terreno de juego. Lo malo es que la dependencia de la estrategia es tan grande que los albiazules llevan ya nueve jornadas -desde el primer tanto de Ruano contra el Compostela- sin marcar un gol de jugada.

Y si en el apartado colectivo el margen de mejora es evidente, en parecidos términos se puede hablar a nivel individual, donde los más destacados han sido los ya señalados Pagola, Castells y Cuesta, mientras que todavía se esperan las apariciones de jugadores como Bouzas, Rico, Segura, Geni u Óscar Martínez, quienes sólo han brillado de manera muy puntual y en partidos aislados. Decepcionante ha sido también un Neru que tiene los días contados en el club, mientras que la noticia positiva ha sido el debut del canterano Sergio Pardo.