un extremeño de Barakaldo. Así podría comenzar la biografía de un Óscar de Paula al que el trabajo de sus padres llevó a nacer en tierras vascas, un hecho que muchos años después le vendría como anillo al dedo para jugar en la mejor Real Sociedad de los últimos tiempos, en la que se convirtió en un suplente de auténtico lujo que sentenció con sus postreros goles muchos partidos. Ahora, lejos ya de los focos de la Liga de las estrellas, el punta comienza a ser relevante en su tercera temporada en la Ponferradina después de haber superado una lesión que le mantuvo alejado de los terrenos de juego hasta la undécima jornada. Eso sí, el olfato goleador no lo ha perdido y en el último compromiso liguero, en el que ya fue titular, consiguió el gol de la victoria del cuadro berciano frente al Lemona.

Con más de 300 partidos y 60 goles en su cuenta a lo largo de once temporadas, De Paula se convirtió en uno de los ídolos de la grada de Anoeta por su habilidad para conseguir marcar en los momentos más comprometidos. El punta se convirtió en un sustituto de lujo para Kovacevic y Nihat y sus goles in extremis permitieron al cuadro txuri urdin rozar el título liguero en la temporada 2002-03. El punta tampoco faltó a su cita con el gol en la Champions League al marcarle un tanto al Galatasaray.

Pero además de esta innata habilidad para marcar en los minutos decisivos, sobre todo a través de unos cabezazos extremadamente certeros, la verdadera valía del jugador se demostró en su capacidad para conseguir goles sin necesidad de estar demasiados minutos sobre el terreno de juego, lo que le convirtió en el revulsivo ideal para los distintos técnicos que se sentaron en el banquillo de Anoeta.

Tras un paso por el Cádiz con más pena que gloria, De Paula -primo además del extremo derecho del Palencia que tantos problemas creó al Alavés en su última comparecencia liguera- ha encontrado en Ponferrada el asentamiento que parece ser definitivo para poner punto final a una carrera marcada por su idilio con el gol. También en tierras leonesas ha sido capaz de firmar unos registros apabullantes de los que estaría orgulloso hasta el mejor delantero del mundo.

En sus dos primeras temporadas con la camiseta de la Ponferradina, De Paula consiguió marcar treinta goles con una media de casi un gol cada dos partidos (un tanto cada 188 minutos). En la actual, y después de haber pasado mucho tiempo lesionado, sólo acumula 183 minutos, pero en este tiempo ya le ha dado tiempo a estrenarse. Goles son amores y, en este sentido, De Paula, a sus 34 años, es un amante excepcional al que el Alavés deberá vigilar de cerca para asegurar su felicidad.