Jeiki recibirá junto a la firma gasteiztarra Sirimiri uno de los dos premios Arizmendiarrieta Anitua 2025 por aplicar en su organización las prácticas de gestión que contempla el Modelo Inclusivo Participativo de Empresa (MIPE), un sistema basado en la cooperación de las personas trabajadoras en la toma de decisiones colectivas y en el diálogo. La fundación ha sobresalido a juicio del jurado de estos galardones en la categoría de entidades sin ánimo de lucro. Jesús Gutiérrez, gerente de Jeiki desde hace algo más de dos años, comparte cómo es parte del día a día de esta histórica organización.
Antes de nada, felicidades por este premio. ¿Qué supone para Jeiki?
Muchas gracias. Sobre todo, es un reconocimiento al trabajo y el buen hacer de muchos años, de casi 40 de trayectoria que tenemos como fundación. Creo que somos referentes en el tratamiento de adicciones en Álava y está bien que esto se visibilice.
¿Cómo se traduce en el día a día de Jeiki la aplicación del MIPE?
Somos una entidad pequeña, de 23 trabajadores. Entonces, es relativamente fácil, habiendo voluntad, la participación dentro de los equipos que tenemos en las partes de asistencia, de prevención y de prisión. Los equipos se reúnen semanalmente, hay una buena coordinación, las informaciones fluyen y se acogen las propuestas que surgen desde los propios trabajadores en función de lo que están detectando. Esas propuestas pueden venir de abajo hacia arriba y hay una transparencia, un trabajo en común.
No es, seguramente, un proceder habitual en las empresas.
En otras empresas igual no, pero en el tercer sector estamos más acostumbrados a esta forma de trabajar. Históricamente en lo social hemos funcionado así, con ese trabajo en equipo y esa coordinación.
Hombres, con trabajo y con problemas con la cocaína, el juego o ambos es el perfil habitual de las personas adictas que están viendo en Jeiki en los últimos tiempos. Muy diferente al que había en 1987.
Eso es. La fundación surge de Proyecto Hombre, que es el nombre por el que la gente nos reconoce más. Es la metodología de trabajo que se instauró en aquel momento, cuando había que atender, y nadie atendía, a las personas con problemas con la heroína, que era una adicción mucho más agresiva, con un estigma grande por el deterioro físico que generaba. Todos las reconocíamos por su extrema delgadez, porque les faltaban dientes... Todo esto ha ido evolucionando a lo largo de los años. La heroína ha dejado de ser el principal consumo y nos han venido otras realidades, como el alcohol, la cocaína y también el cannabis. Sustancias que provocan otras situaciones, y de las que ha surgido un nuevo perfil de personas que vemos, sobre todo en la atención ambulatoria, mucho más normalizadas. Yo siempre digo que por aquí puede entrar mi vecino, un familiar, un amigo... gente que lleva una vida normal, con un trabajo y familia, que lleva años con consumos esporádicos, pero que en un momento dado toca fondo y tiene que pedir ayuda.
“Por aquí puede entrar mi vecino, un familiar, un amigo... gente que lleva una vida normal, con un trabajo y familia, y toca fondo”
Un perfil mucho más invisible y, supongo, difícil de detectar.
Sí, eso es. Están con sus dificultades, las van salvando, pero a veces se van acumulando y llega un punto en el que ya se crean situaciones insostenibles. O se da algún desencadenante: la muerte de un familiar, la separación de la pareja, la pérdida del trabajo... Es entonces cuando piden ayuda.
¿Y en qué porcentaje logran salir de ese pozo?
Tenemos un porcentaje de éxito, pero es difícil de evaluar porque dentro de los procesos hay muchos altibajos y recaídas. Es algo habitual y de lo cual también se aprende, porque las intervenciones son largas. Aunque vivamos esas recaídas con pesar, porque a veces no son solo una. Pero también es verdad que a la gente que termina los procesos y tiene un alta terapéutica, bien tras una intervención ambulatoria o bien en comunidad terapéutica, se le sigue acompañando durante un tiempo. Volver a la vida anterior no es fácil. Y a veces nos pasa también que hay personas que durante años están bien y, al tener un indicio de que pueden recaer, ponen freno antes y ya saben dónde venir. Lo cierto es que la sociedad en la que vivimos muchas veces no ayuda a mantenernos en situaciones de abstinencia. Porque todo lo celebramos con alcohol y el consumo de ciertas sustancias está muy normalizado.
La media anual de adultos que atienden en Jeiki, en la parte de tratamiento de adicciones, está en torno a las 200. ¿Cuántas fueron en 2025?
El año pasado atendimos a 209 pacientes y 67 familias que colaboraron también en el proceso de estas personas. Aparte, en el área de prevención que tenemos con jóvenes atendimos a 165 y 96 familias.
¿Algún motivo nuevo de alarma derivado de estas cifras?
No, nos mantenemos. Ojalá fuéramos bajando, pero desgraciadamente las cifras más o menos se mantienen a lo largo de estos últimos años, tanto en adultos como en jóvenes. Igual este año sí que ha aumentado un poquito el número de mujeres que atendemos. Es un grupo donde el problema está un poquito invisibilizado. Muchas veces no piden tanta ayuda como los hombres. Entre ellas, el alcohol sí que está por encima de la cocaína en el consumo.
¿Van a implementar alguna novedad próximamente en la fundación?
Estamos trabajando el tema de la perspectiva de género. Empezamos el año pasado, con una formación en torno al tratamiento de adicciones desde una visión de género. Y vamos a poner en marcha un grupo de mujeres. Creo que empezará este mismo mes de marzo, con mujeres que ya están con nosotros en tratamiento. La intervención grupal es una forma de ayuda importante, y dos psicólogas del equipo van a empezar con este grupo. A la vez, esperamos hacer este 2025 una formación un poco más intensa sobre este tema con el equipo de psicólogos, porque nos preocupa. Es algo que hay que trabajar, porque las intervenciones con mujeres muchas veces no tienen que ser o no deberían ser iguales a las que hacemos con los hombres, porque tienen una problemática muy específica, más unida a su propio género. Y aquí nos tenemos que especializar.