¿Pero estos que hay aquí son alcohólicos? Se preguntó una joven residente de la capital alavesa de apenas 22 años, originaria de Colombia, que prefiere no revelar su identidad, cuando hace casi un año cruzó por primera vez la sede del grupo de 24 horas de Alcohólicos Anónimos de la calle Burgos de Vitoria, que recibe una media de diez llamadas al mes y que atiende a 13 personas, desde los 22 a los 63 años.

Ella es la más joven de todas, pero no la única. Ni mucho menos, porque la edad de sus integrantes ha bajado, al igual que el inicio de su consumo, al tiempo que ha aumentado la concienciación de la sociedad para salir de esta adicción. Hay más porque ahora se le pone nombre y se intenta combatirla cuanto antes.

“A mí me daba miedo porque pensaba que iba a ser como estar en un centro de salud: con batas, psicólogos... Y al entrar, vi a chicos y chicas de mi edad y a otros más mayores y gente bien vestida"

Por eso, comparte estas sesiones grupales con estudiantes a los que en su casa les han dicho que tienen un serio problema con la bebida. “A mí me daba miedo porque pensaba que iba a ser como estar en un centro de salud: con batas, psicólogos... Y al entrar, vi a chicos y chicas de mi edad y a otros más mayores y gente bien vestida. Yo pensaba que iba a ir a un lugar con gente con cartones de vino y barbas... Y todo lo contrario. Al final, tenemos esa imagen pero un problema que está en tu cabeza. Una frase que me ayudó mucho fue cuando me dijeron que no eres alcohólico porque bebes, bebes porque eres alcohólico”, recuerda.

UN CÓMIC CON 12 PREGUNTAS PARA JÓVENES

1. “¿Bebes para relajarte cuando tienes problemas?”

2. “¿Bebes cuando te sientes irritado, frustrado, infeliz o airado?”

3. “¿Prefieres beber a solas?”

4. “¿Están bajando tus calificaciones? ¿Tienes problemas en el trabajo?

5. “¿Has tratado alguna vez de dejar de beber o beber menos?

6. “¿Bebes por la mañana?”

7. “¿Te tragas las bebidas de un golpe?”

8. “¿Has olvidado alguna vez lo que pasó cuando estabas bebiendo?

9. “¿Mientes acerca de tu forma de beber?”

10. “¿Te metes en problemas cuando bebes?”

11. “¿Te emborrachas cuando bebes, aún cuando no quieras?”

12. “¿Te parece una gran hazaña aguantar mucho bebiendo?”

Cómic con el cuestionario para jóvenes Cedida

Trabajar en un “campo minado”

Sus primeros tragos fueron con 15 años, pero a los 21, cuando empezó a trabajar en un bar, “un campo minado”, como lo describe, ya lo hacía a diario

“Yo decía que me estaba adaptando a la cultura, claro, porque veía que todo el mundo bebía. Así que empecé a hacerlo día tras día. Era como algo normal”.

Sin embargo, este consumo desenfrenado le llevó a perder trabajos y a ocasionar infinitos problemas con su pareja hasta que le dio un ultimátum.

“Esa fue una de las razones por las que llegué al grupo. Ahí fue cuando dije que tenía que buscar ayuda. Fui yo la que llamé porque, curiosamente, el grupo quedaba cerca del bar en el que trabajaba, cuando antes pensaba que ¿yo, alcohólica? Imposible. Meses después, fui a tocar su puerta”, resalta.

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En imágenes: en el interior de Alcohólicos Anónimos 24 horas de Vitoria.

Se empieza con cervezas y luego se va subiendo

Lo habitual, cuando se empieza a beber, como explica, es hacerlo con cervezas, “pero al final vas subiendo de graduación porque lo que quieres es emborracharte rápido, así que con una caña no te vale. En mi caso, cuando salía de fiesta, no pedía cubatas, sino whisky solo, sin hielo, y doble. El camarero me veía con un cara...”.

¿Pero cómo una chica de 22 años, no iba a poder salir de fiesta y no beber? pensaba.

“Encima, cuando ves una peli, siempre alguien que se toma algo y lo ves como lo más normal del mundo. Creía que era una etapa más de mi vida, pero empezó a ponerse más turbia y a prolongarse. Tenía que beber constantemente y en mi caso, también fumaba marihuana diariamente. Al final, lo necesitaba para iniciar mi día, para dormir, para socializar... Y empecé a tener problemas y experiencias que no debería tener y que me traía consecuencias. Ahí es cuando me doy cuenta de que esto no es normal”.

“Yo también he vivido eso”

En las sesiones del grupo 24 horas de Vitoria empezó a escuchar las experiencias de sus compañeros. Así, empezó a reparar en que había vivido era “exactamente lo mismo que ellos: que yo también he pasado por eso y he pensado lo mismo y al día siguiente me he sentido de esa forma o ese sufrimiento que vengo arrastrando. Me identifico y escuchar eso en un sitio es como que me calma y me hace sentir que no estoy sola”.

Ya está a punto de cumplir su primer aniversario dentro de él, “y si recuerdo cómo llegué ese primer día a cómo estoy ahora, que puedo estar feliz, hablar con la gente, puedo relacionarme y estoy empezando a estudiar...”.

Las cosas se empiezan a encaminar de nuevo.

“Me siento más independiente y tranquila, que en mi caso, sentirme así era imposible, porque mi cabeza siempre daba vueltas, pero llegar al grupo, sentarme en la silla y escuchar a a alguien, es que ya me calma. Antes, sentía que estaba en un pozo sin salida, sin luz, en una vida que todos los días sentía que era lo mismo y no levantaba cabeza. Y si no bebía o fumaba no me podía relacionar con la gente. Ahora soy otra persona”, subraya.

Una de las veteranas del grupo

22 años es la edad que precisamente tenía Edurne cuando empezó a tomar alcohol, al empezar a salir los fines de semana por la Cuesta (de San Francisco).

Al principio era cerveza y le costó acostumbrarse a su sabor. “No me gustaba nada. Me parecía asqueroso y parece que te fuerzas. Pero un día te das cuenta de que el alcohol te ayuda a relacionarte y luego siempre vas buscando el puntito de sentirte desinhibido”.

Entró en el grupo de 24 horas de Alcohólicos Anónimos de Vitoria con 58 años, hace unos cuatro años, “pero intentando dejarlo llevaba desde los treintaitantos, con terapia, con psicólogos, con pastillas... Recuerdo haber ido a Angulema, que eso, los borrachos viejos de Vitoria, ya saben lo que es: la calle donde estaba el antiguo centro de alcoholismo, en el que entrabas mirando hacia otro lado, para que nadie te viera hacerlo... Lo vivía con mucha vergüenza, sobre todo por ser mujer, porque las de mi época, madre mía... Toda la que era borracha era puta”.

Edurne empezó a saber que tenía una adicción cuando se propuso que esta semana no iba a beber, y que le costaba cumplirlo: “Cuando veo que no lo controlo, que me encuentro con problemas de aislamiento, soledad, tener que mentir, faltar al trabajo y coger bajas, no hacer frente a las responsabilidades, ser una manirrota con el dinero... Innumerables. Es que repercute en todo”.

Autoengañarse

Ahora, con sus compañeros del grupo de 24 horas todos, han comentado, cómo todos ellos se autoengañaban con frases de “lo dejo cuando quiera, que no es tan grave y que cuando quiero, paro. Muchas veces te engañas porque crees que el alcohólico es el que está tirado en la calle con un cartón de vino, pero no es cierto. El alcohólico es experto en camuflarse y muchas veces llega a beber a escondidas. Entonces, cuesta llegar a esas personas”, destaca esta mujer.

Ella misma era de las que lo hacía a escondidas.

“Cada uno tiene sus límites, un fondo, que no es común a todos, pero son tan de sufrimiento y de desesperanza. Tan tremendos... Yo escondía botellas porque llevaba años diciéndole a mi familia que ya no lo hacía. Por eso, si me iba de crucero con mi hermana, me decía que el bono de las bebidas que tú no, porque no bebes. Y si estaba en su casa, le decía que iba a bajar el perro y aprovechaba porque no podía estar sin beber porque siempre me encontraba mal y la única salida que veía era hacerlo para calmar ese ansia, ese vacío. El alcohólico se busca la vida para beber como sea”.

Mucho mejor entre humor

Pero, no cabe duda, de lo bien que les ha hecho a los integrantes del grupo el hecho de hablar de ello y de compartir las peripecias que han llegado a hacer, algunas veces contadas hasta con humor, que eso siempre ayuda.

“Nos hace gracia ver cómo hacíamos cosas que hasta entonces pensabas que solo hacías tú. Te ríes muchísimo y hablas de todo. Era muy típico, por ejemplo, meterte en el cuarto de baño para abrir una lata de cerveza y, que para no oír el crack, al abrirla, poner una toalla. Llegas a un grupo y ves que hacen lo mismo y no te sientes tan bicho raro, porque como has vivido todo esto, con tanta vergüenza y con tanta estigma..”.

Por eso, soltar eso que se guardaban en lo más hondo siempre resulta de lo más liberador. Si bien, lo normal es que sus integrantes lleguen al grupo pidiendo ayuda llorando, “con mucho dolor, porque el beber provoca mucha soledad. Tú bebes, pero no sabes por qué, pero la triste realidad es que el alcohol arrasa con todo: acabas teniendo problemas con los hijos, con los padres, con los amigos... Con la felicidad y estabilidad de toda la familia. Pero no es maldad, para nada. No lo hacemos porque queremos”.

"No es ninguna película"

Y es que cuando llegan es porque normalmente han tocado fondo:

Han tenido una bronca con su mujer, les han echado de casa o se han peleado en un bar y han acabado en un calabozo o han tenido un golpe con el coche. Es todo muy dramático, pero no es ninguna película. Es así. No entiendes cómo haces esas cosas, cómo dices que no vas a beber y lo vuelves a hacer y la vuelves a liar pero al día siguiente, vuelves a hacerlo. Llegas agotado, derrotado y amargado. Y muchas veces pensando que es para siempre, pero en el grupo te das cuenta de que no es así”, ilustra Edurne.

De hecho, cuando por fin logran salir del alcohol se convierten en la persona que eran antes.

“Aunque te sientes como indefenso y desprotegido, pero aprendes, porque tienes a unos compañeros que te guían”, como en Nochebuena y Nochevieja, que las pasan entre ellos, al ser unas fechas especialmente complicadas, al haber brindis por doquier.

“Sobre todo, intentamos pasarlas con los que acaban de llegar. Los que llevamos más tiempo tenemos herramientas, pero el alcohólico es alcohólico siempre porque nunca vas a poder beber ya que no vas a poder parar”.

CELEBRACIÓN DEL NOVENO ANIVERSARIO, EL DÍA 16

El Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos de Vitoria celebra el próximo día 16 su noveno aniversario. Lo hará en el colegio Inmaculada Concepción de Abetxuko, donde a partir de las doce del mediodía, explicarán, con una charla abierta a todo el mundo, qué es lo que hacen y en qué consiste su grupo “porque hay mucho desconocimiento y para eso hacemos estos aniversarios”.

Su local de la calle Burgos siempre está abierto las 24 horas del día, de ahí su nombre, ya que las ganas de beber y el desamparo que se sufre por ello no tiene horario de oficina. Por eso, los voluntarios de este grupo de Gasteiz, se organizan entre ellos para hacer guardias y atender así a esas personas con problemas con el alcohol que, de madrugada, acuden hasta su sede, para hablar de esa necesidad que están sintiendo o de esa sensación de soledad y de desamparo que están sufriendo.

Muchos familiares les llaman al 945 033 206 pidiendo ayuda, porque, normalmente, el que no reconoce que tiene un problema es el propio enfermo. Pero no se les puede llevar hasta allí a rastras. Lo más difícil es reconocer que sufren una adicción. De ahí que el primero de sus 12 pasos, el de admitir la derrota, sea “el más difícil” de todos “porque significa darse cuenta de que eres impotente al alcohol, y que tu vida así es ingobernable”, cuenta Edurne, una de las integrantes de este Grupo de 24 horas desde hace unos cuatro años.