Ningún menor tendría que crecer en un centro residencial, lejos de la calidez de un hogar, del cariño de su ama y aita, de abrazos reconfortantes y de un entorno seguro y estimulante. Pero a 43 txikis de Álava, en la actualidad no les queda otra que hacerlo en los de la Diputación, que es la institución competente de los casos de desprotección infantil más graves, a la espera de que familias o personas que no tengan pareja en este territorio, sin importar tampoco su orientación sexual, decidan abrirles las puertas de su hogar de forma voluntaria.

Porque, si hay algo que ha quedado acreditado, a través del instrumentos de valoración, como el de Valora, más el del criterio técnico, tal y como resalta Rosalén Sánchez Arriola, jefa de la Unidad de Acogimiento Familiar y Adopciones del Instituto Foral de Bienestar Social (IFBS), es que la separación de sus aitas y amas biológicos, “que no pueden o son incapaces de cuidarles como necesitan”, no se hace de manera arbitraria.

Siempre hay demanda de familias

“Puede haber problemas de drogas, de maltrato físico, psicológico y hasta prenatal o negligencia en sus cuidados. Y continúa creciendo el número de expedientes que abrimos de desprotección de menores que llegan a la Diputación. Por eso siempre, siempre hay demanda de familias”, precisa esta profesional.

A finales de diciembre, en Álava había 90 familias acogedoras, de las cuales 53 eran extensas (parientes) y 37 en ajenas

Por tanto, teniendo en cuenta que la convivencia con sus aitas les puede dejar en una situación de riesgo o de desamparo, se intenta buscarles una nueva casa, mediante este programa de acogimiento, con el fin de que reciban atención y afecto, para favorecer el apego y poder minimizar o reparar los daños que hayan sufrido previamente como resultado de experiencias traumáticas.

El teléfono de contacto para formar parte es el 945 77 30 52 y el email: acogimiento@araba.eus. Se pueden apuntar en cualquier momento del año.

"Esfuerzo compartido"

"Desde la Diputación Foral de Álava, mantenemos un llamamiento constante a aquellas personas que sienten la inquietud de volcarse en los niños y niñas más vulnerables y frágiles de esta sociedad, para que conozcan el programa de acogimiento familiar, abran las puertas de sus casas y les ofrezcan una oportunidad y un futuro más estable y seguro, en especial a quienes tienen una edad más temprana", declara el diputado de Políticas Sociales, Gorka Urtaran.

La Diputación está avanzando en la puesta en marcha de un acogimiento especializado de especial preparación (AFE)

Recuerda que la Diputación Foral debe ofrecer a los menores que viven en una situación de desamparo medidas de protección, bien sea en acogimiento residencial como en familias de acogida. "Es precisamente en el entorno familiar donde estos niños y niñas mejor encuentran la calidez necesaria para crecer y desarrollarse como personas. El acogimiento familiar les proporciona seguridad, confianza y cariño. La palabra oportunidad es clave, oportunidad para que puedan aprovechar el acogimiento para su crecimiento personal y la creación de su identidad".

Acoger, como señala Urtaran, "es un esfuerzo compartido que merece la pena, en el que participan los padres y madres biológicas, las familias de acogida, y los equipos profesionales, que acompañan en el día a día para que el acogimiento responda a las necesidades de cada uno de estos y estas menores. No quiero olvidarme de agradecer el compromiso que han demostrado los cientos de familias que han acogido a estos niños y niñas en los últimos años, y a las personas que acuden a las charlas y la formación para prepararse para ser familias acogedoras".

De momento, una utopía

“Ojalá pudiéramos cerrar todos los hogares de Álava, pero, como sigue siendo una utopía, bajamos un poquito ese sueño al desear cerrar solo el centro de acogida y urgencias, en San Martín”, (el de Hazaldi) que en noviembre presentó la renovación de sus instalaciones.

En estos momentos, allí, hay 25 txikis, respecto a esos 43 menores que hay en total en centros forales. “Son los más pequeños que tenemos y muchos están hasta que se termina de valorar su situación. La ley nos obliga a que de 0 a 6 años estén acogidos en familias, pero si no las tenemos, no podemos cumplir”, lamenta, por su parte, Sánchez Arriola

¿Pero cómo es posible que haya ya allí niños recién nacidos? “A veces son porque son hermanos de otros (que ya estaban en centros de la Diputación)” y pese a ello, han seguido teniendo hijos. "Y hay veces que nos llega información de maltrato prenatal, provocado durante el embarazo, si consumen mucho. Nuestra obligación es actuar cuanto antes para estar a tiempo de reparar a ese niño o de estimularle lo máximo posible para desarrollar todo su potencial”, aclara esta experta.

Menor con un triciclo durante la recepción de la Diputación a las familias de acogida. DNA

También hay de tipo temporal o permanente

Aparte de esta modalidad de acogimiento de urgencia (de hasta seis meses de duración), también existe un acogimiento temporal, si la previsión es que sus padres biológicos tarden un par de años en recuperarse.

Por ejemplo, “ante una hospitalización, en caso de que no tengan una red familiar, por lo que durará lo que la madre tarde en recuperarse, y también hay casos que están judicializados, mientras esa pareja tarda en arreglarse” .

Y luego existe otro acogimiento, que es el permanente, sin fecha de fin, para los niños y adolescentes, cuya situación no tiene un pronóstico claro de reintegración a largo plazo con sus familias de origen. “Ejemplos de ello son madres solas con un hijo pero con problemas de consumos y una larga trayectoria de intentos de salir”, ilustra.

Sin ir más lejos, de esos 43 menores en centros forales, ahora mismo hay cuatro grupos de hermanos de dos miembros cada uno, con la necesidad de cinco familias para acogimiento temporal y otras cinco para permanente.

Y si ya es difícil encontrar un hogar para un niño, más lo es cuando son dos hermanos, ya que lo ideal es no separarles, aunque no siempre se consigue. Cuando no queda otra, se busca que tengan relación, aunque estén en hogares diferentes.

Con parientes, mejor

Y siempre, como remarca Sánchez Arriola, se prioriza que todos, sea el caso que se sea, sean acogidos por sus parientes, que es lo que en la jerga administrativa se denomina “familia extensa”: tíos, abuelos...

“En Álava, la mayoría son acogidos así. A finales de diciembre, teníamos 90 familias acogedoras, 53 eran extensas y 37 ajenas”, concreta.

Cuando no hay familiares que quieran o puedan acogerles, se busca una familia ajena, es decir, personas sin vínculo de consanguinidad, los cuales deben de cumplir unos criterios para poder llevarles a su casa y pasar por un proceso formativo.

Si bien, hay algunos menores que lo tienen más complicado para ser acogidos. Es el caso de los que ya están más crecidos o están afectados por alguna discapacidad. Y ahora mismo, entre esos 43 menores que buscan nueva familia algunos tienen el perfil de necesidades especiales. “Estamos avanzando en la puesta en marcha de un acogimiento especializado de especial preparación (AFE) para ser profesionales del acogimiento de personas menores de edad con un perfil especial”, avanza.

Por último, existe el postacogimiento, “ya que en el área tenemos la obligación de atender la desprotección grave hasta los 18 años, pero al cumplirlos, no podemos dejar ni a los chavales ni a familias. Seguimos apoyándoles 18 meses más, facilitando apoyo técnico, con el mismo programa, si la familia del chaval quiere”.