Dulantzi festeja estos días San Blas. La pequeña localidad de la Lautada celebra hoy su tradicional feria en homenaje a su patrón que, un año más, ha congregado por la mañana, bajo un sol radiante, a cientos de personas que desde primera hora se han acercado a ver los más de setenta puestos repartidos por Herriko Enparantza.
El trajín de montaje de los puestos ayuda a desperezar a aquellos que se resisten a abrir los ojos. El sonido de los hierros y de los comerciantes descargando la mercancía despereza a los más dormilones.
“Me he ido a la otra plaza y me ha extrañado no ver a nadie. Es la primera vez que venía y no sabía dónde era la feria. Ha sido un poco lío al principio pero ha quedado precioso”, comenta una de las comerciantes desplazadas hasta Dulantzi.
La localidad se rinde un año más a los encantos de la feria de San Blas y son centenares las personas que deciden pasar un domingo diferente rodeados de puestos de artesanía.
Cordones y dulces
La pequeña localidad de la Llanada, igual que varios pueblos del resto de la geografía vasca, rinde tributo a este santo protector de la garganta. Hay dos elementos indispensables en torno a esta festividad que no pueden fallar: cordones de algodón de distintos colores y dulces dedicados a San Blas.
Según la tradición, si ambos se bendicen ante el santo, y si se coloca el cordón al cuello durante los nueve días posteriores y, tras ese tiempo se quema, el santo nos protegerá de enfermar de cualquier afección de garganta.
Pese al frío de la mañana, vecinos y visitantes se animan a acercarse a degustar los productos y adquirir algunos de ellos en una de las primeras ferias del año de la comarca.
Ricas viandas
Decenas de ricas viandas esperan convenientemente expuestas en los stands a la llegada de compradores. 3 txortas de chorizo de caserío por 9 euros, un bolso de algodón reciclado decorado con vinilo textil por 10 euros, un bote de miel por 10 euros, pasteles de queso, tomate a 5,95 euros el kilo, croquetas a un euro, embutido extremeño a 5 euros la pieza, lomos de bonito del cantábrico por 8 euros, 2 botes de ensalada de cangrejo por 7 euros, salsa picante por 6 euros o un botella de vermú casero por 12 euros, entre otros son algunos productos que vecinos y visitantes pueden adquirir.
Hay dos elementos que no pueden faltar en esta festividad: cordones de algodón de colores y dulces dedicados a San Blas
La oferta gastronómica y de complementos es variada. Los más pequeños no pueden cerrar la boca ante las decenas de oportunidades que se les presentan en el puesto de juguetes, juegos y complementos.
Los mayores no dudan en rascarse en bolsillo comprando alguno de los productos que horas más tarde formaría parte del menú dominical. Magdalenas, rosquillas o tarta de queso son algunos de los manjares que José Mari se llev para su casa de Gasteiz.
“Me gusta mucho venir a esta feria. Siempre se encuentran cosas ricas e interesantes”, relata frente al puesto.
Oferta gastronómica
Ante tanta oferta gastronómica, hay quien no puede resistirse y acaba cayendo en la tentación, como la familia de Asier, Miriam y los pequeños Alai y Ander, que no dudan en acercarse hasta el puesto de talos instalado en el frontón.
Se decantan por compartir dos de chorizo y dos de bacon. “Es que están tan ricos”, reconocen con los primeros bocados frente al puesto. Una amplia variedad de sabores que incluye los tradicionales de txistorra o bacon a otros más modernos como lomo, chocolate y los veganos.
Expuestos al intenso frío pasteles, queso, tomates o alubias comparten escaparate con nueces, avellanas, suculentos panes caseros, alcachofas o piperrak de Navarra de verde intenso. Junto al frontón, un gran abanico de puesto de gorros, bufandas y bolsos completa la oferta de la mañana dominical.
Comida familiar
La mañana transcurre con tranquilidad. Mari se decanta por llevar para la comida familiar del domingo unos buenos tomates, productos extremeños y una rica miel.
En el apartado de alimentos salados, las conservas de bonito, anchoas y pimientos acaparan toda la atención de los curiosos, quienes para mediodía comienzan a despojarse de las prendas de más abrigo.
Salsa picante
Los amantes del picante se acercan al puesto instalado junto a la iglesia para probar la salsa picante elaborada con piquillo de Lodosa y alegrías. “Hoy la gente se ha animado un poco más tarde. Más público, mejor tiempo y más ventas”, comenta una vendedora desde su puesto. Griselle Morales no para de atender a la gente desde su puesto, donde despacha con esmero tazas o termos estampados realizados de su puño. “Estos los hago a lápiz”, explica orgullosa.