El Carnaval en general, y el Carnaval rural en particular, es uno de los festejos de mayor raigambre en la sociedad. Se ha expresado a través de sus máscaras, danzas y músicas y desenfrenos conectando el presente con el pasado. En Álava son el pueblo de Salcedo y los municipios de Asparrena, Kuartango, Kanpezu y Zalduondo donde sus personajes, que acaban en la hoguera, representan el año que ha pasado y al que se le culpabiliza de todos los males acaecidos en estos pueblos durante los últimos doce meses.

El Carnaval rural tiene poco que ver con el que modernamente se celebra en casi todos los núcleos urbanos, en el que los participantes se limitan a disfrazarse. Como festejo organizado se estructura en la Edad Media, es hijo del cristianismo, aunque en él pervivan numerosos elementos paganos. Se establece previamente a la Cuaresma, los cuarenta días que preceden a la Semana Santa, como un periodo de relajación previo a sus rigores y penitencias.

El Carnaval es época de alegría y confusión donde los jóvenes del pueblo disfrazados de porreros, katxis o makarrenos no buscaban fuera de su casa los elementos para disfrazarse. Ni siquiera tenían posibilidad de ello. Simplemente hurgaban en el baúl de ropas y enseres en desuso del caserío y aprovechaban cubiertas de los bueyes, sacos raídos, ropas viejas o sombreros desvencijados acompañados de máscaras o con la cara pintada para tomar las calles del pueblo.

Hechos por el pueblo y para el pueblo, los festejos de invierno y el Carnaval rural más en concreto han demostrado su talante indómito. No se han dejado reducir a los ámbitos privados y han sabido adaptase a las circunstancias históricas para sobrevivir.

El hombre de paja

Este fin de semana las localidades de Egino, Ilarduia y Andoin rinden tributo a Don Carnal con la escenificación de sus carnavales rurales, en el caso de las localidades de Asparrena, con el hombre de paja como protagonista.

Más de 60 vecinos de los concejos de Ilarduia, Egino y Andoin van a tomar parte en su Carnaval rural que organiza la asociación Ilegan. Una fiesta de invierno que regresa para disfrutar de una tarde-noche de hermanamiento entre los tres pueblos y para terminar juzgando al personaje central, el hombre de paja.

El sonido de los cencerros, el fuego, la ceniza y el colorido se adueñarán hoy de sus calles para sumergirse en una fiesta que anuncia el despertar de la naturaleza con el mítico hombre de paja como el culpable de los males acaecidos durante el año en el municipio.

Los actos darán comienzo sobre las 16.00 horas en los alrededores de la sociedad de Ilarduia donde toda la comitiva come para tener energía para este largo día. “Este año tenemos nuevos patrocinadores que se pueden ver en el cartel. Tanto la casa rural Etxelore como los quesos Eginoko Artzaia han decidido colaborar en la celebración de estos carnavales y, esperemos, que en muchos más. También, hay que agradecer a otros colaboradores que han participado otros años como la Caja Laboral y el Ayuntamiento de Asparrena”, señalan desde la organización.

Los encargados de llevar a cabo esta puesta en escena serán los propios vecinos de las diferentes localidades y los integrantes de la asociación cultural, que trabajan año a año tras su recuperación por mantenimiento y mejora del Carnaval rural de Ilarduia, Egino y Andoin y dotar de valor y reconocimiento a una de las riquezas patrimoniales de estos tres pueblos; así como dar a conocer la fiesta de invierno a los que sientan la misma inquietud por conservar el patrimonio cultural.

Durante los últimos días los porreros más jóvenes de Ilarduia, Egino y Andoin se han encargado de preparar los disfraces para el Carnaval.

Como es tradición desde su recuperación el sábado anterior al Jueves de Lardero los concejos se juntan para organizar el Carnaval rural de Álava-Arabako herri inauteriak en la Cuadrilla de la Llanada. Un centenar de vecinos de estos tres pueblos del municipio de Asparrena dan vida a los porreros y demás personajes de esta fiesta tan tradicional que comienza a mediodía con una comida de hermandad.

En busca de la primavera

El Carnaval rural simboliza el final de un ciclo y el comienzo de otro. Es tiempo de tránsito. Termina el invierno y comienza la primavera. Tras un tiempo prohibición y olvido estas fiestas han resurgido con la fuerza en nuestro territorio. Y aunque aún son pocos los carnavales rurales en Araba se mantienen vivos entre otros en Zalduondo, Santa Cruz de Campezo, Salcedo, en el valle de Kuartango y en Asparrena, que en la tarde de este sábado vivirá su momento de máximo esplendor.

El de Asparrena, es un Carnaval itinerante, que tiene al hombre de paja como protagonista y que es culpable de todos los males de la zona. La fiesta comienza con una alubiada popular de todos aquellos que se van a disfrazar, los porreros. Hoy en día se asemejan a los de antaño. Se utilizan elementos que entonces había en las casas y siempre muy ligados a la naturaleza. Pieles de oveja, camisas negras o de vivos colores, todo con el objetivo de ridiculizar a los que mandaban. En general, los jóvenes no compraban nada (excepto, en algún caso, las caretas); todos los materiales los conseguían de los desvanes, cuadras y cabañas de su propia casa. Utilizaban vestidos viejos, sacos, pieles, sobrecamas, capotes de los pastores. Los más valientes desafiaban el frío, saliendo desnudos de cintura para arriba, pintados de negro. No era extraño usar elementos vegetales para ocultar la identidad: hojas y pelo de maíz o hiedras. En la cabeza portaban gorros de paja o de lana, pasamontañas. El rostro lo encubrían con máscaras, mantillas, medias, huesos, nabos, cintas; también con pintura negra o roja. Era fundamental que nadie les reconociese. A los jóvenes les gustaba imitar los diversos oficios de su entorno y se disfrazaban de pastor, herrero, quincallero, hojalatero, cura, barrendero.

Tres pueblos unidos

El recorrido se lleva a cabo para unir los tres pueblos con carnavales similares. Este año alrededor de medio centenar de personas se enfundarán sus ropajes de Carnaval para participar en esta fiesta tradicional. En cada uno de los pueblos los integrantes de la comitiva realizan la pedida. “Es ir de casa en casa pidiendo donde te dan lo que buenamente creen conveniente para después compartir entre todos, aunque en alguna tenemos que robar alguna cosillas, ya que el Carnaval es tiempo de transgresión”, explican los organizadores. “Con este Carnaval queremos transmitir lo que nuestros antepasados nos han legado”, señalan. La localidad de la que partirá la comitiva carnavalesca será Ilarduia. En torno a las 16.30 horas dará comienzo la ronda por la localidad. “Después de comer, tras el toque del cuerno y el grito de ¡porrero! comienzan a hacer la ronda, pidiendo dulces o bebida, en tres casas acordadas previamente para recorrer el pueblo… También simulan un robo en un pajar”, explican.

Tras la ronda se baila la Ipurdantza o San Petrike. En círculo, los porreros se preparan para la danza y reunir a los participantes. Se colocan en dos filas para salir de la localidad al ritmo de la danza Asparrenako Martxa (de Pinttu).

Puntillas

En la comitiva participan personajes como las puntillas que visten una camisa adornada con abundantes puntillas, saya con puntillas en el bajo y pantalón blanco con cinturón amarillo con cascabeles en la cintura. Llevan la cara tiznada de negro y un gorro de lana de color rojo, marrón o negro, en el que unas hojas de maíz ocultan el rostro o capirote con plumas en la punta. En la mano llevan una sarda de madera.

Los denominados colores portan una blusa muy colorida que destaca en este traje, con una o dos bandas de cascabeles cruzada en el torso, y saya blanca, pantalón azul mahón con calcetines de lana de oveja y abarcas sujetas a las piernas. La cara está pintada de rojo y la cabeza tapada por un gorro de lana rojo con una crin de caballo en el extremo. En la mano llevan una karraka o txipli-txaplas (matraka).

Cenicero

El cenicero es uno de los personajes más temidos por los visitantes porque se encargan de lanzar ceniza a los pies de los visitantes y perseguir a los que no se dejan, sobre todo los niños. Visten totalmente de negro, con una blusa negra grande y suelta y pantalón negro. Una anteojera blanca y la cara tiznada de carbón. Llevan un saco a modo de capa con capucha. Además llevan un balde de hojalata en donde llevan la ceniza, que previamente han escondido en varios sitios para rellenar.

En la comitiva participa también el hojalatero, en alusión a esos hombres que solían visitar los pueblos para reparar pucheros, cobijándose en la cueva de los Gentiles o si algún vecino le prestaba un sitio en su pajar. Viste con casaca y mandarra de cuero de artesano y porta diversos pucheros y cubos de hojalata con los que hace ruido. Lleva una boina grande y barba larga.

Juicio justo

El novio y la novia, la autoridad, el cura, el monaguillo, el oso, el quincallero, la vieja, el personaje sangriento o los bueyes conforman el elenco de personajes que dan color a este Carnaval que cuenta con un juicio justo para una condena segura.

Tras la danza, van cantando y bailando por todo el camino, mientras los ceniceros azuzan a los niños. El hombre de paja es transportado en burro. En la muga los porreros se dividen en dos grupos, uno frente al otro, tras el porrero mayor de Ilarduia. Se baila parte de la Asparrenako Martxa, con dos pikas y dos bolants. Posteriormente, el porrero mayor de Ilarduia cede la makila de mando al porrero mayor de Egino. A partir de ese momento, él será el responsable de conducir al grupo del Carnaval hasta Egino. Una vez allí repiten la ronda, pidiendo en tres casas elegidas estratégicamente para recorrer todo el pueblo. Se traslada al hombre de paja del burro a un carro tirado por dos personas disfrazadas de bueyes, mientras los presentes degustan torrijas y toman chocolate. La Sorgin-dantza, en la plaza pone el broche de oro en la estancia en Egino.

Es el momento del atardecer, cuando se inicia la subida a Andoin. En la oscuridad los porreros recogen las antorchas para ver y ser vistos y marcar el camino en la última parte del recorrido. En la muga Egino-Andoin se repite el ritual de la entrega de makila: el porrero mayor de Egino se la cederá al de Andoin. En un momento inconcreto aparece un extravagante personaje (el hombre sangriento), de figura demoníaca, causando pavor entre los niños.

El grupo realiza la ronda por el pueblo pidiendo en las casas y finalmente llega a la plaza del pueblo, donde está ya empalado el hombre de paja en la estaca de la hoguera, preparada con las ulagas. Las luces del pueblo se apagan. El cura, flanqueado por los monaguillos, comienza el sermón acusatorio. Al hombre de paja se le acusa de todos los males acontecidos en estas tierras. Él es el culpable de todo, o al menos así lo dictamina la sentencia.

Finalizada la lectura, el fuego surge en la hoguera y todos comienzan a bailar con gran alboroto y alegría, alrededor de enorme hoguera mientras suenan las dantzas: txula-lai, valls, jota, fandango, arin-arin y kalejira.

Una vez que el hombre de paja está quemado, toman una ronda de pintxos y van a cenar tras una intensa tarde de fiesta que anuncia el despertar de la naturaleza con el mítico personaje como culpable de los males acaecidos durante el año.