Que las tradiciones están para cumplirlas es algo que ha quedado patente este domingo en el mercado de San Antón de Amurrio. Y es que, pese a que los termómetros a penas alcanzaban los ocho grados al mediodía, la tradicional feria volvió a cosechar un más que nutrido ambiente de público que invadió la céntrica plazoleta de la ermita del patrón de los animales.
Como guiño a estos, la Cofradía de Amigos de San Antón –organizadora de esta fiesta desde 1969, aunque con un relevo generacional que tomó el testigo hace ya quince años– volvió a prescindir del lanzamiento de cohetes para abrir el mercado y, como antaño, lo que hubo fue repique de campanas.
Las principales novedades del mercado fueron varios puestos de textil y joyería en plata, así como un stand de juguetes de madera que acercaron los artesanos de Timba Pirata desde la localidad vizcaína de Durango. “Nos ha vuelto a costar rellenar el mercado. La pandemia, junto a la implantación del TicketBai, ha pasado mucha más factura de la que nos pensamos. Muchos expositores o bien se han jubilado o han cerrado el negocio”, explicó a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA Imanol Arberas que, junto a Lander Meaza, condujo la famosa subasta benéfica.
En esta volvió a faltar el lote protagonista de pasadas ediciones: el txarri, ya que desde hace cinco ediciones se ha convertido en el premio de una rifa (el número ganador fue el 133). “Cada vez nos costaba más que alguien pujara por el cerdo. No dejan de ser 110 kilos de carne (en vivo pesaba 130) y no todo el mundo dispone de un arcón para conservarlo”, explicaron.
De aquí que también den opción a la persona poseedora del boleto ganador –este año una gasteiztarra, que adquirió su participación en el propio recinto– a escoger entre la carne o el valor del cerdo, algo para nada baladí ya que se trata de 400 euros.
No obstante, la enorme tarima expositora de los productos a subasta volvió a lucir sin huecos, repleta de las variopintas exquisiteces que se podían adquirir en el propio mercado. “Hay mucho material, como ves, y esto va a ser largo”, vaticinaba Arberas antes de subirse al estrado y no se equivocó.
De hecho, el popular evento –que arrancó con un fuerte abrazo entre Meaza y Arberas, que invitaron a la audiencia a hacer lo propio “porque hoy es el día mundial del abrazo”, explicaron– duró más de dos horas y en él se subastaron más de una veintena de lotes de productos caseros y artesanos, por los que se ofrecieron entre 60 y 180 euros.
Los conformaron con morcillas, quesos, calabazas, panes, pasteles, árboles, botellas de vino, licores o txakoli, salpicados aquí y allí con artesanías, incluidos juguetes y prendas textiles, por los que pujo gente de todas las edades. También cuadrillas de jóvenes que recibieron el agradecimiento de convecinos y organización, al ver que el tradicional acto tiene el relevo generacional asegurado.
Promesa cumplida
“La recaudación final la daremos a conocer en unos días, una vez sumemos los beneficios de la txosna y restemos los gastos”, informaron. En 2023 fueron un total de 5.000 euros que fueron entregados al Banco de Alimentos de Álava, aunque no se quedaron ahí, ya que pocos días después del evento se registraron los devastadores terremotos de Turquía y Siria, y eso les hizo sacar otros mil euros más de sus fondos para entregárselos de urgencia a las personas damnificadas, a través de Médicos sin Fronteras.
“No podíamos quedarnos de brazos cruzados ante esa catástrofe”, han recordado quienes, esta edición han escogido como beneficiaria a Asopara, la Asociación de Párkinson de Álava.
Los motivos, esta vez, son que “nos llamó una vecina afectada por esta enfermedad a ver si podíamos echar un cable a esta asociación y, aunque ella ya no está entre nosotros, por desgracia, hemos cumplido nuestra promesa”, ha informado Arberas. Quien si estuvo en la cita fue la miembro de Asopara, Blanca Ruiz de Garibay que, micrófono en mano, espetó un “¡Gracias, Amurrio!. Necesitamos más apoyo en la provincia, que solo estamos en Gasteiz”.
Caldo, el más solicitado
Mientras transcurría la subasta, en los aledaños del templo y la calle Landako, los propietarios de los 90 puestos de chorizo, queso, morcillas, txakoli, verduras, miel, dulces y demás delicias gastronómicas atendían a los cientos de compradores. El público también pudo disfrutar con la presencia de artesanos muy diversos, así como de los consejos en flora y árboles de varios viveros.
La feria fue amenizada por las actuaciones del Otxote Ugarte y dos grupos de txistularis y trikitilaris. Con todo, la que más miradas atrajo, subasta a parte, fue la txosna, donde los 17 miembros de la asociación organizadora vendieron pintxos de txistorra y txakoli o caldo a escoger.
Ni que decir tiene que, dada la época, el caldo –del que elaboraron 150 litros– fue el más solicitado. La próxima cita con el agro en el Valle de Ayala tendrá lugar el proximo sábado 3 de febrero. Y es que llega a la plaza Aldai de Laudio la no menos tradicional feria de San Blas.