El silencio nocturno fue roto a las siete de la mañana por el tañido de las campanas de la iglesia de Santa María. Un importante estruendo que animó a más de uno a salir de la cama para subir hasta las inmediaciones del templo de Agurain para participar en el tradicional Canto de la Aurora que abría los actos con motivo de la celebración de la Virgen de Sallurtegi en la villa amurallada.
Atraídos por el sonido de las esquilas decenas de aguraindarras se dieron cita en el casco histórico para iniciar los actos en honor a la Virgen de Sallurtegui. Coincidiendo con el Lunes de Pascua varios cientos de fieles se reunieron para rememorar una fiesta cuyo origen se remonta al siglo XVI y cuyos ingredientes principales son el Canto de la Aurora, la procesión de la virgen, el reparto de chocolate y un bollo con chorizo o ronzapil. Todo para festejar la aparición de la virgen en el caserío del mismo nombre que se encuentra a varios kilómetros de Agurain. Actualmente esta imagen se conserva en la parroquia de Santa María.
Un año más un grupo de hombres y mujeres trataron de conservar las tradiciones más arraigadas de la villa. Sólo el sonido de las campanillas rompía el sepulcral silencio intramuros mientras los auroros, bien arropados para guarecerse del rigor mañanero, emprendían su recorrido por las distintas paradas con las primeras luces del alba.
Hace años, los actos y cultos comenzaban a las seis de la mañana con el canto de la Aurora. Un grupo nutrido por mayores y jóvenes recorrían las plazas, calles y cantones interpretando en los lugares de costumbre las antiguas estrofas. Los txistularis, con alegres dianas, despertaban al vecindario estimulando su ánimo para acompañar a la imagen de la virgen en la procesión que poco después se organizaba desde la capilla del hospital municipal.
A la salida de misa las mujeres pertenecientes a la asociación Sallurtegui repartieron chocolate y bizcochos para los presentes
Los auroros
Fieles a la tradición un grupo de hombres y mujeres, los auroros, recorrieron ayer las calles de la villa precedidos por uno de ellos, que portaba un farol, anunciando su paso con una campana. Antaño la salida de la aurora se anunciaba por cohetes y un repique de campanas desde la iglesia de Santa María. En la actualidad las campanas de la iglesia de Santa María, la más antigua, de 1793, son las encargadas de anunciar el inicio de la jornada festiva en Agurain.
Pegadiza melodía
Con las primeras luces del día comenzando a despuntar y temperaturas más bien frescas, los auroros comenzaron su recorrido entonando la pegadiza melodía. “Ya ha salido Jesús del sepulcro, el infierno queda lleno de pavor. El pecado y la muerte vencidos, abiertas las puertas del cielo están hoy. Alegrémonos, aleluya, aleluya, aleluya, que ha resucitado nuestro redentor. Cristianos venid, devotos llegad, a rezar el rosario a María si el reino del cielo queréis alcanzar”, repetían una y otra vez en cada una de las paradas, que con el continuado crecimiento de la villa han ido aumentando con el paso de los años. Antes de que el pueblo creciera como consecuencia del desarrollo industrial de los años sesenta, sólo se cantaba en el interior de las murallas y en los portales. En la actualidad también se canta por los barrios nuevos que han ido creciendo por la periferia.
Después, en cada parada se reza un Ave María y Gloria Patri. Seguidamente se entona una canción cuyo origen se ha olvidado. “Salvaterranos venid gozosos, en este día a saludar a vuestra madre la virgencita, que en Sallurtegui tuvo su altar”.
A lo largo de todo el recorrido la comitiva fue creciendo hasta alcanzar el mayor número en las inmediaciones de la plaza Simón Martínez de Abad, cercana a la iglesia de Santa María, bajo un cielo azul. En el interior del templo la virgen de Sallurtegui esperaba la llegada de vecinos y visitantes engalanada para la ocasión con un pulcro manto de claveles rojos y blancos. De manera voluntaria, hombres y mujeres asían los faroles precedidos por el de mayor tamaño.
A la salida de misa las mujeres pertenecientes a la asociación Sallurtegui repartieron chocolate y bizcochos para los presentes mientras la banda de música de la localidad era la encargada de alegrar con su música a vecinos y visitantes.