La primavera ha comenzado prácticamente como se despidió el invierno en Álava, con escasas precipitaciones, una sequía que merma el volumen de agua acumulado en los embalses del Zadorra y, por lo tanto, la capacidad de disponer a medio plazo de recursos hídricos para usos que no sean estrictamente los de consumo humano, es decir, para riego agrícola, fines industriales, actividades recreativas, etc. Así, el embalse de Ullibarri está hoy más vacío que hace un año y con un porcentaje de reserva por debajo de la media de los últimos cinco años.

La capacidad de llenado de Ullibarri, que abastece al 50% de la población vasca entre Álava y el Gran Bilbao, tiene 146 hm3. Ayer tenía 113 hm3, el 77% de llenado, una décima más que hace una semana, cuando la media de los últimos cinco años para un 20 de marzo es de 123 hm3 y un 85% de llenado, igual que el 20 de marzo del pasado año. 

Menos capacidad tiene el embalse de Urrunaga, 71 hm3, que está al 75%, con 54 hm3 y la semana pasada al 74,9%. La media de los últimos cinco años es del 75% y 53 hm3 y el año pasado estaba al 80%, con 57 hm3. Y Albina, con 3 hm3 de reservas, está al 57% de su capacidad, cifrada en 5,4 hm3. En la muga con Burgos, el embalse de Sobrón es el que más volumen de agua guarda, ya que está al 91,5% de su capacidad total, que es de 17,7 hm3.

En definitiva, según los indicadores de sequía y escasez, estas cifras se traducen en que la cuenca del Zadorra está en situación de sequía. Se trata de un dato meteorológico que significa que en los últimos tres meses no ha llovido lo que llueve de media. En cambio, en lo que se refiere a escasez de agua, Álava está en situación de normalidad.

El riesgo de una primavera seca

A día de hoy, la cuenca del Ebro no está en buena situación, tanto en su cabecera como a lo largo de todo su eje, confirma la Confederación Hidrográfica del Ebro. Razones: llueve menos y comienza la época de regadío, que conlleva un incremento de la demanda de agua. Con todo, en las comunidades del norte, caso de Álava, la necesidad no es tan acuciante como en las Bárdenas navarras o en la zona catalana del Segre. Sin embargo, la situación puede empeorar en semanas si no precipita y la primavera va seca.

La Confederación dispone de un plan especial de sequía que en los últimos años se está aplicando más que nunca, lo que da una idea de la emergencia. Entrando al detalle, el mapa de sequía en la cuenca de los ríos Baias, Zadorra e Inglares pinta en naranja, en situación de sequía prolongada, mismo color que lucen la cabecera en Cantabria, la desembocadura en Cataluña y todo el eje del Ebro, además de la cuenca del Iregua en La Rioja. “Esta situación de sequía meteorológica implica que no ha llovido lo que debería haber llovido en invierno”, aclara la Confederación.

El mapa de escasez, por su parte, dice que con las reservas existentes no llega para abastecer al cien por cien todos los usos, aunque colorea en verde, en situación de normalidad, la cuenca alavesa de los ríos Baias, Zadorra e Inglares. Únicamente decreta como emergencia la grave escasez de agua que sufre la cuenca catalana del Segre. 

Más allá de la cuenca del Zadorra, los embalses todavía están más vacíos; al 39,5% en lo que al Ebro se refiere. La situación viene de atrás, de un invierno poco lluvioso, situación similar a la de los últimos ejercicios.

Último lustro

Hace sólo una semana, la reserva de agua embalsada en el Ebro era de 4.674 hectómetros cúbicos, lo que representa un 59% de la capacidad total, menos del 64% de hace un año (5.101 hm3) y del promedio de los últimos cinco años (2018-2022): 5.769 hectómetros cúbicos (72%).

Es decir, que los registros del último lustro para las mismas fechas presentan valores superiores, teniendo en cuenta que el mínimo se registró en 2022. Por tanto, interpreta la Confederación que, en la actualidad, “no superamos la reserva promedio de los últimos cinco años y nos encontramos por debajo de 2022, año con menos reservas”.

La misma estadística para la reserva de la margen derecha arroja los siguientes datos: este año está al 68% de la capacidad máxima frente al 59% de 2002. La situación media en los últimos cinco años (2018 a 2022) es de 412 hm3 (61%), algo por encima del mínimo de 2018, con 272 hm3 (40%). “Superamos la reserva promedio de los últimos cinco años y nos encontramos por encima de la cifra de 2022 y de la del mínimo en 2018”. 

La parte oriental de la cuenca del río Ebro sigue siendo la que se encuentra peor, en particular la zona del Segre, en emergencia por décimo mes y sin práctica mejoría, ya que sigue necesitando del orden de 100 hm3 adicionales de reservas.

En cuanto a la cabecera y eje del Ebro, que lleva cinco meses en alerta y los tres últimos al borde de la emergencia, probablemente se mantendrá en alerta este mes de marzo, pero si las cosas siguen igual, si no precipita lo suficiente, entrará en emergencia en abril.