El suicidio es la principal muerte de causa externa en el Estado. Supone el doble de los fallecimientos producidos por accidentes de tráfico, trece veces más que los homicidios y ochenta veces más que la lacra de la violencia de género. El campus alavés de la UPV organizó ayer una jornada para reflexionar sobre la tendencia suicida, analizar cómo se aborda asistencialmente y ver el papel que tiene el trabajo social en este ámbito, impulsado por el Colegio Oficial de Trabajo Social de Álava y la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV. Un simposium que contó con la presencia de la directora de Servicios Sociales del Gobierno Vasco, Marian Olabarrieta, quien rompió una lanza a favor de visibilizar el suicidio, ya que “el silencio que siempre lo ha rodeado ha sido, en gran medida, responsable de su estigmatización”. “En Euskadi se produce un suicidio cada dos días. Si lo silenciamos, negamos e ignoramos, difícilmente podremos abordarlo y combatirlo”, manifestó. La inauguración contó también con la presencia del diputado de Políticas Sociales, Emilio Sola, quien destacó la importancia de la prevención. “Tenemos que estar alerta, tener una escucha activa y empatía para detectarlo y pedir apoyo profesional”. Por su parte, el concejal de Políticas Sociales, Jon Armentia, expuso la necesidad de hablar “para visibilizar” el suicidio y explicó que, tras la pandemia, “el 35% de los jóvenes alaveses declararon tener peor estado de animo”.

Visibilizar para prevenir el suicidio

Tendencia

28 personas se quitaron la vida el pasado año en Álava. 19 hombres y 9 mujeres, todos ellos mayores de 20 años. El sector de edad más mayoritario fue el de 40 a 49 años con 7 suicidios, seguido de 70 a 79 años con 6. “Hay picos y baches en la tendencia, pero todavía está altísima y tenemos mucho margen de mejora”, manifestó la psiquiatra y jefa el Servicio de Psiquiatría de la OSI Araba, Ana González. Si nos vamos al conjunto de Euskadi, fueron 148 suicidios en total, mientras que en el Estado, 3.941 personas se suicidaron en 2020, último año de estadística, “un 7% más que en 2019”, de los cuales 2.930 eran hombres y 1.011 mujeres. “Ocupamos el séptimo lugar en el ranking europeo”, explicó el presidente del Colegio de Trabajo Social de Sevilla, José Luis Sarasola. Unos datos que preocupan y que, a juicio de los expertos, indican que “algo estamos haciendo mal”. González expuso que “los intentos de suicidios van a más” al aumentar la soledad de las personas y los gestos suicidas de los jóvenes. “Hay muchos más casos de jóvenes que se lesionan como una forma de pedir ayuda desde el propio dolor personal”. “También se da en personas mayores que estaban enfermas y eso nos hace pensar que necesitamos mejorar los cuidados paliativos”. “Las situaciones de vulnerabilidad, la soledad no deseada y las depresiones”, están detrás de este aumento de los intentos, añadió Sarasola.

Visibilizar para prevenir el suicidio

“El suicidio es un problema de salud pública, prevenible y multicomponente”, definió González. El suicidio, a veces es impulsivo, pero la mayor parte depende de algunos factores de riesgo. “El trastorno psicológico es el principal, pero también hay que tener en cuenta los factores biológicos, psicosociales, los rasgos de personalidad, la historia familiar y los factores genéticos”. La OSI Araba realizó un estudio en los centros educativos de Álava, a partir de los 12 años, del cual se desprende que “el 6% son niños dañados que estarán en tratamiento de salud mental, el 26% son hiper resilientes y tienen mayores niveles de estrés y el 68% restante padecen niveles medios de estrés y depresión”.

Faltan medios

Euskadi cuenta con una Estrategia de Prevención del Suicidio desde 2019, orientada a reducir su impacto “a través de la prevención, la intervención temprana y la atención a familias y personas afectadas”. La primera puerta de entrada del paciente se da en Urgencias, donde los especialistas realizan una primera valoración para decidir si se le ingresa, se le deriva a algún recurso, tratamiento y se le hace un seguimiento personal. Desde hace poco tiempo, se utiliza el ‘código psiquiatría’ que permite la atención en 72 horas de una persona que ha tenido un intento suicida. “Lo hacemos con los mismos recursos, pero es muy importante para los pacientes”, expuso González, quien resaltó también la colaboración con las enfermeras del ‘call-center’ que se encargar de realizar el seguimiento y los cuidados a los pacientes. “Falta equipo, solo tenemos un psiquiatra en Álava y una trabajadora social que compartimos con neurología”, lamentó. Un aspecto en el que coincidió Sarasola al exponer con ironía que “si un paciente necesita de seis meses para conseguir que se le atienda en la sanidad pública, le ha dado tiempo a suicidarse seis veces”. Falta de personal y de medios a lo que se suma “la burocracia” que “entorpece el buen trabajo”. “Hay que contratar más recursos como administrativos para que los trabajadores sociales se encarguen de su trabajo”. En sus exposiciones, Sarasola y González hicieron hincapié en la importancia de ayudar a las familias, ya que “todavía no se ha implantado de manera global desde el sistema sanitario”. “El suicidio es una situación que afecta a todo el entorno de la víctima” y también a “los profesionales implicados”, por lo que hay que hacer camino para “hablar del tema, apoyar y reparar”.