Cerca de 30.000 personas prestan su labor de forma desinteresada en pro de ayudar a otras personas alrededor de las 562 asociaciones del tercer sector que existen en la actualidad en Álava. Es un grupo amplio y heterogéneo, formado principalmente por personas mayores y jóvenes que dedican parte de su tiempo libre a colaborar con diversas realidades sociales. Precisamente, para sensibilizar y poner el foco en la población juvenil, el campus universitario de Álava acogió ayer la feria del voluntariado con el objetivo de captar a jóvenes inquietos con ganas de arrimar el hombro y ayudar en las diferentes labores que realizan las asociaciones sin animo de lucro de Álava. La agencia de voluntariado y participación social de Álava, Batekin, en colaboración con una treintena de organizaciones sociales de muy diferente ámbito, organizaron una jornada lúdico festiva para “fomentar la participación social del alumnado universitario alavés”. Y en vista de la afluencia que tuvo el evento, se puede decir que los estudiantes alaveses están más que dispuestos para coger el relevo de la solidaridad.

La fuerza del voluntariado joven

Muchos jóvenes se agolparon ante los stands de las asociaciones con interés por conocer sus proyectos y en búsqueda del perfil que más se asemeja a sus inquietudes sociales, personales y laborales. Entre ellos Garazi Andrés, estudiante de primero de Filología Vasca, que encontró el voluntariado que quería, relacionado con “la educación y los niños”. Dejó su solicitud en el stand de la Cruz Roja para “dar clases de apoyo en euskera” a alumnos de primaria y la ESO que “tienen dificultades” con la lengua vasca. Se trata de un programa de ayuda a menores de familias vulnerables que estudian en la escuela pública y que; debido a su origen, reciente llegada a la ciudad o nacionalidad de sus progenitores, requieren de ayuda para entender el idioma. “Me interesa porque conjuga mi ámbito del euskera con la educación y los niños”. “Tengo ganas de ayudar en mi tiempo libre y, además mis amigas también se van a apuntar”, explicó. La voluntaria de la organización María Conde manifestó la necesidad de contar con personas formadas en euskera en este “inicio de curso” para ayudar a “niños vulnerables y de familias con pocos recursos económicos”, a quienes se les facilita habilidades en lengua vasca, además de “darles de merendar que, en muchos casos, lo requieren”. Los voluntarios pasan por una entrevista personal para conocer mejor su perfil y disponibilidad. “Vemos que quieren aportar y el puesto apropiado para ellos, además de darles formación” en la materia.

La fuerza del voluntariado joven

Unax Gómez y Olatz Sarasola son estudiantes de primero de Trabajo Social y también se sienten atraídos por el mundo del voluntariado que les permite “ayudar a otras personas, conocer diferentes realidades, salir de su zona de confort y aportar sus conocimientos y ganas” para mejorar la sociedad. Gómez no es nuevo en el asunto, ya que participó de un programa de acompañamiento de mayores en un centro para la tercera edad; mientras que Sarasola está interesada en trabajar en algún programa vinculado con instituciones penitenciarias. “Me parece un campo muy interesante. Creo en la segunda oportunidad de las personas y los presos necesitan una ayuda que no se les proporciona de la manera correcta”, manifestó. Cuestionados por lo que aportan los jóvenes lo tienen claro: “Otro enfoque distinto de hacer las cosas, ganas por romper con las desigualdades, mejorar la sociedad y las formas de relacionarse”.

La fuerza del voluntariado joven

Energía y conocimientos

“El ámbito universitario es fundamental en el voluntariado. Esta feria nos permite visibilizar el mundo asociativo, sensibilizar a los jóvenes con el mundo social y darles responsabilidad como vecinos y ciudadanos”. La responsable de Batekin, Ainara Pérez, destacó el papel protagonista que tiene la juventud en la mejora del ámbito social. “Aportan frescura, energía, ganas, nuevos conocimientos en los aspectos que están estudiando o con las nuevas tecnologías y nos enseñan nuevos valores que cambian y mejoran las formas clásicas de trabajar de las asociaciones”. Pérez expuso que, tras la pandemia, la sociedad esta más sensibilizada a la hora de asistir a los demás. “Las personas estamos más concienciadas por lo que hemos vivido en primera persona, no es algo que nos hayan contado, sino que lo hemos sentido a flor de piel”.

La fuerza del voluntariado joven

Ana Gorrotxategi de Cruz Roja quiso romper una lanza en pro de animar a gente que pudiera estar indecisa. “La sociedad tiene una idea del voluntariado muy rígida y la verdad es que no hace falta ser experto para ayudar. Hay un montón de tareas que se pueden hacer sin tener conocimientos concretos como repartir información o sensibilizar de una causa. Siempre hay cosas para hacer”, dijo sonriendo. La jornada se conjugó con el deporte de mano de Gaituz Sport que dispuso voleibol, bádminton y balonmano en silla de ruedas para que los estudiantes comprobaran en primera persona las dificultades de practicar deporte con diversidad funcional. La organización fomenta el deporte para que “la incapacidad no sea excusa alguna” y vela para que las prácticas deportivas sean “accesibles para todos, además de formar a monitores en el deporte inclusivo.