La nueva calle Pozo Fonso, que unirá en días el Camino Viejo de Oion, a la altura de la depuradora, con la carretera A-2126, que comunica Logroño con Oion, y sale entre Bodegas Faustino y B.V. Cleaning &Care –antigua fábrica de Productos Lázaro–, ha vuelto a las obras para completar esa comunicación que tendrá un uso clave para los tractores en época de vendimia, especialmente.

Según relata el alcalde, Eduardo Terroba, “por esa futura calle pasa el colector de aguas residuales que va a la depuradora, el colector principal de una parte del pueblo y del polígono Parquesol. Se trata, de un vial, un futuro vial, que pertenece ya al municipio porque no se puede edificar sobre él como lo recogen las escrituras de cesión de las empresas que construyeron en esa zona”.

Con esa idea comenzaron las obras en el año 2019, pero estas sufrieron un parón a causa de una sentencia judicial, por un recurso planteado por B.V. Cleaning &Care. El problema es que la calle pasa por la fachada lateral de esta empresa (y eso suponía unas contribuciones especiales en el coste de urbanización de la nueva calle para la empresa) y por un terreno que antiguamente usó Lázaro como aparcamiento sin autorización del Ayuntamiento, pero que desde 1996 esa calle ya figura como proyecto en el Plan General de Oion. Finalmente, la jueza dio la razón al Ayuntamiento y se pudo seguir con el procedimiento.

Modificar el emplazamiento

Iniciada la obra, se vio la necesidad de modificar el emplazamiento o la altura de una torre de energía eléctrica. El Consistorio habló con Iberdrola para tratar que fuera la eléctrica quien corriera con esa operación y su coste y, al no llegarse a un acuerdo, el Ayuntamiento decidió una ligera variación del trazado para evitar la torre y el coste que esa medida causaría a las arcas municipales.

Cuando se había tomado la decisión de la modificación, explica el alcalde, Eduardo Terroba, Iberdrola se puso en contacto con el Ayuntamiento para pedir permiso para cambiar la torre y colocar una nueva con sistemas de protección y mayor altura, causando el lógico estupor en la institución y volviendo a parar las obras para que esa empresa realizara los cambios solicitados.

Nuevos pequeños problemas de alegaciones volvieron a retrasar la continuidad de las obras, pero tras solucionarse al comienzo del verano, el Ayuntamiento ya tuvo todos los argumentos para reanudar la obra de una calle que estaba hecha hasta la mitad, pero cerrada al tráfico con unos bolardos, porque no conducía a ningún sitio.