Iker Jiménez regresó hace unos días a Álava para grabar un nuevo programa de Cuarto Milenio, en el que narraron el misterio de la chica de la curva que se le apareció a un motorista en el Puerto de Vitoria, tumbo a Trebiño.

En su programa, el presentador vitoriano aprovechó para desgranar, en un extenso soliloquio, las dos horas que pasó junto a su cuñado Félix paseando por las calles de Vitoria, ciudad de la que partió cuando tenía 14 años para ir a vivir a Madrid.

En sus palabras, Iker Jiménez cuenta las diferencias que vivió entre lo que él percibe en las redes sociales y la realidad con la que se encontró caminando por la capital alavesa, entre otros puntos por su "antiguo barrio", en la zona de la Correría y Coronación.

"Si yo hiciese un recuento de las cosas que por redes sociales han dicho sobre mí como vitoriano a lo mejor no pisaba Vitoria, porque algunos allí creen que soy un facha, un derechoso, un españolizado, siempre hablando de figuras españolas... Como alguno me ha puesto como el nazi mayor del reino podía haber tenido un conflicto", sostiene.

Sin embargo, el presentador gasteiztarra se mostró en su programa abrumado por las muestras de cariño que recibió en su vuelta a Vitoria. "Lo que vivimos en Vitoria en dos horas, yo quiero reconocerlo, amigos de Vitoria, queridos paisanos, muchísimas gracias".

Los "caseríos" de Armentia

Según explica Jiménez "con un poco de rubor", durante su paseo "la gente se bajaba de los coches, familias enteras". "La gente bajaba de los caseríos cuando estuvimos en Armentia; en los merenderos, en los balcones... y eso que estábamos de incógnito", resalta.

"Qué cariño, qué afecto, me quedé desarmado. Ir a La Peña Dulce, a la pastelería al final de la Corre, y ver que se acordaban de uno y que les ha hecho mucha ilusión lo que dije de mi calle en mi niñez, donde yo viví fenómenos muy mágicos... La gente en Vitoria no me decía me encanta tu programa, muchas personas, más de 20 y 30, me dijeron no sois marionetas, sois de verdad", apunta.

Por último, sobre su paseo por su "antiguo barrio", el final de la calle Correría y la zona de Coronación, Iker Jiménez subraya que allí "no oí hablar castellano, tampoco euskera precisamente". "Ahí no tuve tanta sintonía, pasé más desapercibido, pero en la Vitoria clásica, por así decirlo, no recibimos más que cariño", concluye.