nte el desafío que supone el cambio climático para la Humanidad solo podemos agarrarnos a la ciencia, con el fin de saber qué está pasando y cómo hacerle frente. Un equipo vasco ha viajado esta primavera hasta la cordillera Darwin, en Tierra del Fuego, para comprobar sobre el terreno el efecto que la alteración del clima tiene sobre los glaciares de montaña y aportar su granito de arena a la investigación sobre el reto que va marcar el devenir del planeta en el próximo siglo.

Es la expedición Into the Ice, organizada por Eñaut Izagirre (geógrafo y glaciólogo) y el vitoriano Ibai Rico (geógrafo y guía de montaña), a quienes se sumaron el alpinista gasteiztarra Jon Inoriza, el cámara y fotógrafo Andrew Opila y el escritor y periodista Jon Artano. A bordo del velero Kotik, tripulado por Igor Bely y Adriana Enríquez, se aventuraron por el canal Beagle hasta llegar al campo de hielo en el que estuvieron trabajando durante un mes.

Rico narra a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA los pormenores de una expedición en la que a la ciencia se ha sumado la escalada y la navegación por lugares apenas pisados jamás por el ser humano. El miembro del Departamento de Geografía de la Universidad del País Vasco explica que el campo de hielo de la Cordillera Darwin se ubica entre los Andes Patagónicos y la Antártida, una "bomba de relojería" en relación al cambio climático.

"La Antártida va a tener un papel fundamental en el sistema climático en el próximo medio siglo; comprender lo que pasa en la Cordillera Darwin, una zona del planeta sin explorar, aporta una pieza más a este puzzle", afirma. Además, la Patagonia y Alaska son los lugares del planeta donde los glaciares han sufrido más "fusión o balance de masa negativo", lo cual "es importante a nivel global, e incluso de Euskadi, para estudiar el aumento del nivel del mar".

Por otro lado, si bien no es el caso de la Cordillera Darwin, en otros lugares del planeta millones de seres humanos dependen del agua de los glaciares, que también pueden suponer un peligro para esas personas en un momento dado. "Este tipo de glaciares de montaña, en la medida en que retroceden y se degradan, generan lagos o bolsas de agua dentro del propio glaciar que cuando colapsan producen grandes avenidas. "Esto es el pan de cada día en zonas pobladas de los Andes o Himalaya, y está bien saber cuánto tiempo de respuesta hay e incluso instalar sistemas de alerta", explica Rico, que ya en 2016 estudió estos lagos, junto a Eñaut Izagirre, en el marco del proyecto Incógnita Patagonia.

Otra parte de la expedición Into the Ice ha sido la del estudio, en las cuencas más altas de los glaciares, de la procedencia de la nieve que reposa en los mismos para saber "qué cambios puede haber en el futuro, y cuánta precipitación cae en forma de nieve en la parte superior del glaciar, para comprender su sensibilidad ante los cambios ambientales". Los científicos querían comprobar si durante el verano austral, a más de 2.000 metros de altitud y en el confín sur del mundo, la nieve llega a derretirse. "Hemos visto que sí, lo que es llamativo, solo debería haber acumulación en cotas tan altas, casi debajo de la cumbre del Roncagli", alerta Ibai.

Hollín y balance energético

En el ascenso a esta cumbre nunca antes escalada hasta su cima, la expedición también tomó muestras de nieve para, posteriormente, y con la ayuda de científicos chilenos y vascos, verificar si contienen o no hollín, conocido también como black carbón. "La Cordillera Darwin es un vacío entre los Andes Patagónicos y la Antártida, donde sí se ha estudiado si hay. Nosotros queríamos aportar algo a ese contexto, entender si llega la influencia humana hasta allí, pues el hecho de que "haya o no black carbón afecta al balance energético, no solo a los ecosistemas de la zona, porque estas partículas absorben más radiación".

Para tomar las muestras excavaron pozos de más de dos metros de profundidad, que les proporcionaron "una radiografía" de lo sucedido en los últimos meses, de "cuánta nieve ha caído y cuánta ha aguantado durante el verano, de cuánto hollín hay del último año".

Todos estos trabajos en altitud se llevaron a cabo cuando el infernal tiempo patagónico lo permitía, y cuando no era así, el equipo se dedicó a buscar, a bordo de kayaks, los equipos de medición que Eñaut instaló en 2018 para monitorizar "el flujo glaciar, el retroceso o la creación de lagos". Gracias a ellos constataron que en estos cuatro años el glaciar de Roncagli ha retrocedido nada menos que un kilómetro.

El factor deportivo

De esa climatología extrema dependieron también para desarrollar con éxito la vertiente deportiva y exploratoria de la expedición. Durante su estancia en la Cordillera, Rico y Jon Inoriza escalaron el mencionado Monte Roncagli (y afinaron su altitud de los 2.226 metros estimados a los 2.252 confirmados mediante GPS), alcanzando la hasta ahora virgen cumbre principal, que había sido atacada sin éxito en media docena de ocasiones desde la década de 1970. Además, Jon e Ibai realizaron la primera ascensión del Cerro Sara (2.072 m) que había sido objeto de dos intentos en 1990 y 2004, y materializaron la sexta ascensión del Monte Francés, la montaña más frecuentada de toda la Cordillera Darwin.

"La Patagonia es una de las zonas más ventosas del planeta, está muy expuesta a los vientos del Pacífico y la Antártida, que vienen del mar y chocan contra las montañas. Son vientos cambiantes, muchas veces huracanados, y aunque son alturas muy moderadas las condiciones hacen que sean montañas bastante severas", explica Rico. Añade dificultad el hecho de que son lugares de muy difícil acceso por mar, por lo que tuvieron que analizar imágenes satelitales para dar con los mejores pasos y luego ser capaces de cruzarlos a bordo del Kotik.

"Tienes que hacer un tetris para que el día que hay una ventana de veinte horas de buen tiempo consigas estar arriba. Tienes que hacer el trabajo previo con mal tiempo, tienes que intentar estar en el momento adecuado en el lugar adecuado", subraya Ibai, quien destaca que la expedición ha tenido suerte, habida cuenta de que exploraba un territorio donde "puedes tener cinco semanas seguidas de mal tiempo", concluye.

PELÍCULA

La expedición Into the Ice tiene muchas similitudes con las grandes gestas que hace más de un siglo protagonizaron Shackleton, Amundsen o Scott, pero una diferencia fundamental. "Lo que es distinto es que nosotros, como dice Eduardo Martínez de Pisón (geógrafo, escritor y alpinista), más que ir a conquistar nada nos dejamos conquistar por aquello", señala Ibai Rico, que explica que ahora la tarea pasa por dar a conocer la Cordillera Darwin, "pero también el valor de conservarla". Para ello, Andrew Opila va a elaborar una película que además rescatará la memoria del ya extinto pueblo yámana, a una de cuyas últimas descendientes directas tuvo la oportunidad de conocer Ibai cuando vivió, hace años, en Ushuaia.

Colaboradores. La vertiente científica del proyecto 'Into the Ice' está respaldada por el Grupo de Investigación de Procesos Hidro-Ambientales de la UPV/EHU y cuenta con la colaboración de los glaciólogos Sérgio H. Faria, del Basque Centre for Climate Change (BC3) del País Vasco; Camilo Rada, de la Universidad de Magallanes (UMAG) de Punta Arenas (Chile); y Francisco Fernando y de la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar (Chile).

Exploración en el monte Rocagli. Ibai Rico y Jon Inoriza consiguieron alcanzar su cumbre principal, nunca antes hollada, ascendiendo la vertiente sur el día 23 de marzo de 2022 (16.30 horas). Además, por primera vez, se ha medido mediante GPS de alta precisión la elevación de la cumbre (2.252 metros) y durante el descenso se realizaron mediciones glaciológicas cerca de la cumbre del Roncagli.

Monitorización de glaciares. Otro de los objetivos de la expedición 'Into the Ice' ha sido recuperar una serie de instrumentos científicos instalados en abril de 2018 por Eñaut Izagirre, los cuales son parte del proyecto de doctorado que está realizando en la UPV/EHU. Los sensores recogidos fueron 7 termómetros, 1 estación meteorológica automática y 1 cámara de fotos 'timelapse'.

Drones. Durante toda la expedición se realizaron 7 vuelos fotogramétricos mediante el uso de vehículos aéreos no tripulados (drones). Esta actividad se ha desarrollado para generar cartografía de alta resolución de varios frentes glaciares y de sus morrenas terminales.

Otras actividades. Por primera vez un velero pudo fondear en una desconocida entrada de mar de la Bahía Alemania. Tras un primer intento donde el velero Kotik quedó varado en la playa, y tras esperar a la marea alta de la medianoche del 26 de marzo, la expedición logró acceder a Caleta Alemania, lugar de fondeo para los días de trabajo en la parte inferior del glaciar Roncagli.

Patrocinadores. La expedición ha sido financiada y patrocinada por la UPV/EHU y AFESA Medio Ambiente, además del patrocinio mediante material y ayuda de Ternua, Kokopelli, LyoFood, Gorgol Free Mountain, Aerovías DAP y Egurre Holds. Asimismo, ha contado con numerosos colaboradores a través de la campaña Crowdfunding y la ayuda de la empresa de comunicación Comunitac para la difusión posterior. El proyecto cuenta además con la colaboración científica del Grupo de Investigación de Procesos Hidro Ambientales (HGI) de la UPV/EHU, el Centro de Investigación GAIA Antártica (CIGA-UMAG) de Punta Arenas (Chile), el Laboratorio de Análisis Isotópico (LAI-UNAB) de Viña del Mar (Chile), y el Basque Centre for Climate Change (BC3).