La vida ha cambiado, y mucho, para nuestras niñas y niños. Desde que la pandemia puso todo patas arriba todas estas pequeñas personas han tenido que madurar prematuramente para adaptarse a un mundo aséptico y esterilizado en el que ola tras ola hay que seguir estrictos protocolos sanitarios hasta para jugar en el parque infantil o echar un partidillo de fútbol . Los más pequeños ni han llegado a conocer la sensación de libertad que proporciona explorar el mundo con las manos sin miedo a pillar algún invisible y contagioso patógeno. Afortunadamente, hay momentos que permanecen inalterables en mitad de la distopía y el del día de ayer fue uno de ellos.

Como todos los años, hubo una noche de sueños inquietos, de miradas furtivas al salón, en plena madrugada, de camino al baño; de ruidos sospechosos que delataban la esperada visita. Y como todos los años, al fin llegó esa mañana en la que poco después de alba, y quién sabe si antes, empezó a sonar el inconfundible ruido del papel de regalo al rasgarse, los gritos de entusiasmo y el brillo en los ojos de quien acaba de confirmar que los Reyes Magos recibieron su carta en tiempo y forma.

Fue el de este jueves en Gasteiz un día frío, muy frío, pero también luminoso, el clásico día de Reyes en el que, al margen de la omnipresente mascarilla, todo fue como siempre ha sido. Más bien tarde, dado que la del 6 de enero es una mañana en la que cuesta salir de casa, enfundados en sus plumíferos, niñas y niños pilotaban sus coches teledirigidos, sus nuevas bicicletas o patinetes con la misma ilusión e inseguridad con la que sus padres estrenaban los juguetes treinta y tantos años atrás.

En el Parque de La Florida, mientras Mailen patina en la pista de hilo, su hermano Oier practica con su nuevo bate de béisbol. Su padre, Juan, celebra que el día haya acompañado en estas Navidades en la que, como todos os años, ha venido desde Madrid, donde vive, a visitar a la familia. "He estado con la amama, con mis hijos, y ha sido una mañana estupenda, le hemos dado a la amama sus regalos, Maialen está muy comenta con sus regalos y el niño practicando con su bate de béisbol nuevo, y con un roscón, la verdad es que muy a gusto. Y a mí me ha caído algo también", afirma.

Esta vez, sin embargo, y como el año pasado, toca ser precavidos. "Con el resto de mis hermanos en vez de juntarnos en casa lo haremos en la calle, con cuidado, porque hemos tenido muchos casos de covid en la familia, y aunque ya hemos dado todos negativo no nos vamos a juntar en interior, y la comida, en vez de con mucha gente, vamos a ser solo mis hijos, mi madre y yo". Si esa comida iba a ser con roscón no quedaba claro a esas horas de la mañana, pues Juan ya se había comido dos trozos.

Estíbaliz y Jon, y sus hijos Alex y Olivia, se hacen fotos en el belén de La Florida, en una jornada que ha arrancado mucho antes de este mediodía de tibio sol invernal. “En nuestra casa nos hemos levantado a las siete para ver qué nos han traído los Reyes; nos ha caído un rosco bien grande y a los niños roscos pequeñitos. Como vino también Olentzero hay que repartir un poco, en casa nos traen caprichitos como gusanitos y cosas así, que no solemos comer a menudo”, explica Estíbaliz.

Luego tocaba ir a ver a los abuelos, “que a su casa sí que van los Reyes”, y allí es donde a Olivia le ha caído un disfraz de princesa y Alex la furgoneta de Peppa Pig. “La hemos conseguido dejar en nuestra furgoneta y así podemos pasear un poco”, señala la madre, que recuerda la ilusión con la que sus hijos vivieron, la noche anterior, la cabalgata de los Reyes Magos. “Él no la había visto nunca y ella no lo recuerda, solo tienen cuatro años y uno y medio. Estuvieron alucinados, incluso el chiquitín”, asegura.

En las casas, los envoltorios de la Nerf, la nueva consola, las manualidades, el ajedrez, el balón del Baskonia, el monopatín o el libro de Harry Potter, y también los del pijama de señora y la colonia de caballero, esperaban a que se calmaran las ansias por jugar y disfrutar de la jornada para que algún adulto los llevara a su irremediable destino, el contenedor azul del que saldrá el papel de los regalos del año que viene. Mañana, hoy viernes, vuelve la normalidad, pero queda en las niñas y niños el recuerdo de un día especial, y todos esos artículos con los que los pequeños seres humanos hacen lo que siempre han hecho, en toda circunstancia y lugar. Jugar.