uien mejor definió lo que ayer ocurrió en Izarra, en la Feria de ganado de Urkabustaiz, fue el dinamizador del evento, que cuando apenas había pasado una hora del comienzo de la feria anunciaba que no quedaba en Izarra, en los alrededores de la Plaza Municipal ni un solo sitio para aparcar.

Y es que la gente estaba deseosa de este tipo de actos, después de tanto tiempo de cancelaciones de eventos al aire libre, y a ello se unió el que la lluvia dio una tregua para que todo el mundo pudiera disfrutar. Y no es que no se hubiera previsto espacio para coches, ya que en esta ocasión hasta el espacio que ocupaba otros años el mercadillo no artesano, el patio del colegio, se destinó a aparcamiento.

La verdad es que merecía la pena. No eran todavía las once de la mañana cuando una gran cantidad de personas aguardaban a algo que se ha convertido ya en hábito desde hace dos ferias: la llegada de los diferentes grupos de ganado llevados por pastores. Y aunque en algún momento los rebaños trataban de buscar una salida a causa del desconcierto que les provocaba la presencia de tantas personas, todo salió a la perfección y todos pudieron llegar a los rediles con paja que se les había preparado en la plaza.

De esta forma, en la plaza quedaron los grupos de diferentes caballos, desde algunos elegantes casi andaluces, hasta las pottokas traídos de la sierra, junto a vacas, ovejas, cabras, burritos y hasta una gallina con sus pollitos recién nacidos que peleaban por subirse encima de su madre. Todos dentro de los corrales, pero algunos muy nerviosos, hasta el punto que se avisaba a los padres que tuvieran cuidado con los hijos cuando se acercaban a las cabras, porque podrían recibir algún golpe, o los momentos de nervios que ocasionaron algunos caballos, extrañados al estar entre tanto gentío y con tantos 'toques' de la gente.

Mientras tanto, en el interior del frontón se desarrollaba un año más la feria de los artesanos. Desde quesos y chorizos y txistorras a cerámicas, objetos de madera, txalapartas, María Santorum y sus libros, sudaderas y un sinfín de otros productos. Entre ellos, los estudiantes, que siempre tienen un lugar para ofrecer degustaciones y hacerse con una recaudación para el viaje de fin de curso, en esta ocasión a Salou. O una productora llegada desde la localidad de Lardero, de La Rioja, hacia quien hubo palabras de cariño y solidaridad ante el suceso que ha conmovido a todo el país, tras el asesinato de un niño de 9 años.

El alcalde, Xavier Álvarez de Arcaya, no podía ocultar la satisfacción ante la avalancha de visitantes y la animación en la calle. "Hemos entrado en la nueva normalidad y había que recuperar las ferias porque ganaderos y artesanos estaban con ganas de comenzar", comentaba a DNA. Incluso habían pensado que este año la feria artesana se podría celebrar en la calle, fuera del frontón, pero ante las perspectivas de lluvia se decidió realizarlo en el interior durante la víspera.

El hecho de conducir al ganado por la calle "se ha convertido ya en una tradición. Cuesta un poquito y la gente y los ganaderos se asustan en algún momento, porque se intentan escapar los animales al asustarse con la gente. Pero es muy bonito y es muy fácil de hacer", añadía.

Como era de esperar en un territorio ganadero, donde los animales se crían casi en libertad, en la zona solo hay un miedo: el lobo. Para el alcalde, "éste es un tema de nunca acabar en el primer sector. La verdad es que los ganaderos cada vez se animan menos a subir el ganado al monte, lo que hace que al final se pierda una biodiversidad de lo que es el pasto de montaña y hay que darle una solución, aunque últimamente está el tema algo calmado, pero es en invierno cuando empiezan los problemas. Hay que darle una solución, los ganaderos lo están deseando, ya que también tienen el problema del matadero de Llodio, que lo van a cerrar y los ganaderos andan peleando con esos temas".

Una de las voces más respetadas entre los ganaderos de la zona es la de José Luis Zubizarreta, que ya lleva tiempo anunciando que la ganadería es "un negocio en quiebra". Ayer, tras guardar a sus ovejas laxas en el redil de la Plaza Municipal y tras recordar los sucesos de la última feria, en 2019, cuando -en la víspera- unos perros escaparon del caserío que guardaban y atacaron a varias ganados, insistía en que "los perros siguen apareciendo de vez en cuando y los lobos están pegando bastante de vez en cuando. Lo mismo en la sierra o en el Gorbea o sierra Salvada andan matando de seguido", añadía.

Sobre la protección que se ha dado al lobo desde el gobierno central, Zubizarreta mostraba su cansancio al afirmar "que antes tampoco teníamos mucho apoyo de la Administración a la hora de dar batidas, que no nos dejaban darlas. Con la nueva normativa algo peor se quedará la situación, pero tampoco mucho más de como estábamos antes".

En cuanto a su actividad, como las de otros muchos en estas tierras de Gorbeialdea, este pastor vende sus corderos pequeños y ordeña algo y hace queso. Reconoce que ahora el cordero "vale bien, pero vale bien porque no lo hay. En el momento que se entre en campaña bale al precio de otros años. De momento, parece que la carne tira un poco al alza".

Mientras todo esto sucedía en la plaza y en el frontón, en la plazuela que existe delante del ayuntamiento se habían colocado una gran cantidad de juegos infantiles, con la idea que padres e hijos pudieran divertirse con esos juegos tradicionales y sin peligros. Asimismo, desde la trasera del frontón partió un numeroso grupo de trikitixas, la mayoría en manos de niñas y niños, germen de los futuros grupos que mantendrán esa tradición musical en los pueblos.

Desde allí partieron para un pasacalles musical rodeando frontón y plaza y, al regresar, ofrecieron un pequeño concierto que entusiasmó a la gente.

Además de estas actividades, este año se puso un puesto para los euskoparlantes con una tómbola. La idea es que los asistentes rellenaran un crucigrama en euskera y si acertaban se les daba un boleto para un sorteo, donde podían recibir de premios termos, cuadernos, bolsas y otros objetos.

Y por último, como ya es tradicional, mucha gente participó en el concurso de acertar cual era el peso de varios animales que se llevaron a una báscula portátil, juego con el que es tradicional cerrar esta feria de ganado de Urkabustaiz.