El mes de agosto encara su recta final y, como todos los años por estas fechas, un grueso importante de la población alavesa afronta el regreso a casa tras las vacaciones y se prepara para retomar sus rutinas.
Unas rutinas que, al igual que a estas alturas del ejercicio 2020, estarán de nuevo mediatizadas por la pandemia y por una muy elevada incidencia del coronavirus a nivel local.
Con todo, esta inminente y generalizada vuelta al cole y a las ocupaciones laborales va a producirse en un contexto bastante distinto al que existía hace un año, pese a que la curva de contagios se encontraba entonces en niveles similares a los actuales.
Porque tras superar una de sus olas más virulentas, marcada por la irrupción de la variante delta, la tendencia del covid-19 se encuentra en estos momentos claramente a la baja en el territorio y el nivel de inmunidad de la ciudadanía es cada vez mayor gracias a las vacunas.
Un actor que en 2020 aún no había entrado en escena -más allá de los laboratorios- y que avanza un otoño muy diferente al primero en pandemia, protagonizado por una segunda ola que derivó en la vuelta al estado de alarma el 25 de octubre y que alcanzó su pico máximo a mediados del mes siguiente.
El foco de preocupación
La mayor preocupación se encuentra ahora, eso sí, en la elevada ocupación hospitalaria, especialmente de las UCI. El número de pacientes con coronavirus ingresados en cuidados intensivos en la red de Osakidetza prácticamente duplica en la actualidad al que había a las puertas de septiembre de 2020.
Sin embargo, al igual que sucede con la incidencia del patógeno, la evolución de los ingresos es ahora descendente tanto en lo que respecta a las unidades de críticos -pese al leve repunte registrado en las últimas horas- como a las plantas. Hace un año, la tendencia era justamente la contraria. Tal día como hoy, el 30 de agosto, 38 personas con covid eran atendidas en las UCI vascas. Dos semanas después eran ya 63.
Por desgracia, el número de fallecimientos es ahora algo mayor, aunque no hay que olvidar que hace un año Álava venía de un largo confinamiento que había reducido la transmisión del virus a la máxima expresión y que el territorio no alcanzó su primer pico de incidencia hasta el 29 de agosto, con 397,3 contagios por cada 100.00 habitantes.
La curva descendió de nuevo -aunque levemente- en las semanas posteriores e inició ya en octubre una imparable escalada que, entre otras cosas, derivó en un lote de duras restricciones tras un verano con mucha movilidad. Ahora, Álava se prepara para ver relajadas las medidas sanitarias.
El pico máximo, hace un mes
Este pasado viernes 27 la incidencia acumulada en Álava era de 409,7 positivos por 100.000, pero esta tasa llegó a marcar su pico máximo de toda la pandemia desde que existen registros fiables el 30 de julio, hace ahora un mes, con 663,82 casos por 100.000. Una explosión de contagios al que siguió el repunte posterior a las no fiestas
Entre el 16 y el 22 de agosto de 2020 habían fallecido 21 personas en Euskadi, mientras que en el mismo periodo de este año los decesos han subido a 33. Según coinciden los expertos, la avanzada campaña de vacunación ha evitado males mucho mayores.
La llegada de la vacuna ha sido, sin duda, la primera gran victoria de la comunidad científica y la población contra el covid-19 y la mayor esperanza para que la normalidad vaya regresando poco a poco a las calles.
Hace un año, tras la primera ola de la pandemia, un estudio del Ministerio de Sanidad tasó la inmunidad de la población alavesa en un exiguo 6,4%, lo cual quería decir que poco más de seis de cada 100 personas habían desarrollado anticuerpos tras superar la enfermedad. A día de hoy, el 85,9% de la población vasca mayor de 12 años ha recibido al menos la primera dosis de la vacuna y el 78,3% está ya inmunizado.
Restricciones aliviadas
Allá por el 30 de agosto de 2020, las restricciones a la actividad -porque, como ahora, a la movilidad no había- eran bastante similares a las actuales, con el cierre hostelero establecido a las 1.00 horas y agrupaciones máximas de diez personas tanto en la calle como en los bares, aunque venían recorriendo desde julio un camino de progresivo endurecimiento.
Por ejemplo, el uso de la mascarilla era ya obligatorio en todas las circunstancias, algo que actualmente se limita a los espacios urbanos transitados y cerrados. A partir de ahora, incluso desde hoy, se espera una flexibilización progresiva de las limitaciones.
Hace un año, el territorio alcanzaba su primer pico de contagios tras la desescalada; actualmente, los casos descienden con rapidez
Las restricciones están en un nivel muy similar, pero a diferencia de 2020 ahora se prevé una inminente flexibilización