Todos ellos están aquí por una razón, y en cada uno de los casos es diferente. Comparten, eso sí, algunas cosas en común. Tuvieron que huir de sus países de origen y ahora son solicitantes de protección internacional. Una decena de ellos, de procedencias tan diferentes como Senegal, Mali, Marruecos o Costa de Marfil recorrieron ayer, junto a Cruz Roja Araba, la Vitoria más institucional, en una actividad de contextualización que se enmarca en el programa de acogida de la asociación.
La psicóloga de Cruz Roja Cecilia Pérez Carasa explicó, en conversaciones con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, que el objetivo de esta visita era que conocieran el centro histórico, “porque muchos están recién llegados”. Semanalmente realizan actividades de ocio; juegan al fútbol y al baloncesto, hacen expresión artística, y con la clase de castellano también hacen recorridos. “Al ser verano, y como en las últimas semanas ha habido muchas llegadas nuevas, hemos aprovechado a que lo vieran”, asegura Pérez Carasa.
Al fin y al cabo, esto es algo que hacen dentro del programa de acogida, “donde nos enfocamos en su proceso de integración; conocer el entorno es una parte muy importante, que les hace también sentirse más seguros de dónde están viviendo”.
Vienen de muy lejos, y de un día para otro han tenido que dejar atrás su hogar y llegar a un lugar nuevo, con un idioma diferente. Por eso, estas actividades implementadas por la asociación sirven de primera toma de contacto con el que es su nuevo hogar.
En el día de ayer recorrieron, entre otros, la plaza de la Virgen Blanca, la Diputación Foral de Álava, la Casa Consistorial o el Parlamento Vasco y, con la ayuda de un voluntario que traducía al francés las explicaciones, los participantes pudieron aclarar todas sus dudas.
Algunos de ellos también compartieron con este diario sus vivencias, porque el de la solicitud de protección internacional es un proceso “muy largo”. Puede llegar a dilatarse desde los tres meses hasta los tres años, según comparten desde Cruz Roja. “Para resumirlo un poco, empiezan donde llegan -a veces se suele centralizar en Madrid o en las costas-, y hacen la solicitud de protección. Después se admite a trámite o no. Una vez que se admite, se consideran solicitantes de protección internacional y quedan a la espera de respuesta”, señaló la psicóloga.
No hay unos plazos concretos, en definitiva. Los solicitantes de asilo tienen, además, permiso de trabajo. “Normalmente tardan los primeros seis meses en tenerlo, pero una vez que tienen la primera tarjeta, a partir de ahí se les va renovando cada seis meses”, reseñó por otra parte, al tiempo que aclaraba que solicitante de asilo y refugiado no son sinónimos; ya que los solicitantes están a la espera del estatus de refugiado. Cuando les llega la respuesta a su solicitud, esta al fin y al cabo puede ser positiva o negativa. Si es positiva, se les da ese estatus; y si no, cabe la opción de protección subsidiaria, que se ofrece cuando no se puede volver al país por la situación que vive el país, “no tanto por su situación personal”.
Una de estas solicitantes de asilo que ayer recorrieron Vitoria, procedente de Mali, explicó a este diario que llegó a la ciudad hace tres meses huyendo de la guerra. Aquí está aprendiendo castellano, juega al fútbol, etc. Aunque no olvida a la familia a la que ha dejado atrás, ya que ella llegó aquí sola. “Mi familia sigue en Mali, aunque ahora ya saben que estoy aquí y estoy bien”, explicó. En Mali dejó a sus dos hijos, pero espera que puedan venir ellos también.
Otro de ellos, bereber de Marruecos, compartió también su vivencia. Llegó a España hace nueve meses. “Vine como refugiado porque Marruecos es un país musulmán y no tienes derecho a vivir tu vida como quieres”. Estuvo dos días en el mar Atlántico, subido a una patera, y arribó inicialmente en Las Palmas, para después llegar aquí. Vino aquí con su primo, y reconoce que el viaje fue “muy difícil. La patera era muy pequeña, e íbamos 36 personas en ella, sin comida. Además, yo no sé nadar”. Agradece a Cruz Roja la “mano” que les tendieron.
“Aquí me gusta vivir como yo quiero, estudiar más, y ser yo mismo. Conocerme”. Al fin y al cabo, estudiar es algo que se le da muy bien, y aspira a poder trabajar en el ámbito en el que estudió. “Ojalá en el futuro pueda trabajar en Euskadi toda la vida”, desea este joven de 25 años, que aspira a ser ingeniero informático, ya que tiene estudios relacionados y quiere seguir formándose. “Vitoria es un lugar donde poder desarrollarse, es la capital de la Inteligencia, y la Capital Verde”, resumió.
También le gustan los idiomas. Habla castellano, francés, inglés, etc. Y reconoció que le gustaría aprender euskera. Ya se desenvuelve con las expresiones más comunes como “egun on”, “eskerrik asko”, “ez horregatik”, etc. “He aprendido que Euskadi es una cultura muy antigua y me gusta su folklore, las fiestas y la comida, además de las tradiciones. Gora Euskadi”, concluyó con cariño.
“El proceso para obtener el estatus de refugiado es muy largo, y no hay unos plazos concretos”
Psicóloga de Cruz Roja
“La patera en la que viajamos era muy pequeña, e íbamos 36 personas en ella, sin comida”
Marruecos
“Mi familia sigue aún en Mali, pero al menos ahora saben que yo estoy aquí y estoy bien”
Mali