Era el segundo año consecutivo que la Virgen Blanca quedaba completamente vallada la tarde del 4 de agosto, pero no por ello dejaba de ser menos sobrecogedora la imagen de una desértica plaza que en nada se parecía a las 50.000 almas que se llegaban a congregar en este mítico espacio de Vitoria para ver cómo la alegría bajaba del cielo en forma del muñeco del aldeano de Zalduondo primero y en versión humana después, encarnado por Gorka Ortiz de Urbina.
Pero en este 2021 tampoco pudo ser debido a la alta incidencia del coronavirus, por lo que esta plaza y sus zonas aledañas empezaron a acordonarse desde las 16.30 horas y hasta las 19.00 horas con el fin de evitar aglomeraciones no deseadas que empeoraran la situación sanitaria. Dos horas y media en las que solo periodistas, cámaras, fotógrafos, policías y vecinos de los portales afectados tenían el privilegio de traspasar el fuerte dispositivo policial, establecido en colaboración entre Ertzaintza y Policía Local, y que, por fortuna, se salvó sin incidentes mayores ya que durante este tiempo sus labores se centraron en recordar a los ciudadanos los motivos por los que no podían traspasar las barreras de seguridad.
“Tienen que salir de aquí, por favor, a partir de las 16.30 horas”, solicitaba amablemente un agente de la Policía Local a una pareja que estaba sentada en la bancada de madera de la Virgen Blanca llegada esa hora. Y lo mismo les pidieron a todos esos turistas despistados que apuraban a hacerse las últimas fotos ante la escultura vegetal. “No sabíamos ni que hoy eran fiestas ni en qué consiste esa bajada de Celedón”, reconocía una familia llegada de Málaga, compuesta por el matrimonio de María Luisa y Javier y sus hijos, Eduardo, Javier y María Luisa.
José, propietario de la tienda de golosinas Pink, no quiso cerrar. “Aquí siempre hay cosas que hacer, aunque no nos sea rentable abrir durante estas horas. Además, a mi comercio no le han pasado el bando”, aclaraba.
Y aunque la retina difícilmente había olvidado ese blindaje especial del pasado año, ayer volvieron a impactar las escenas de los vecinos desde balcones, como los de una pareja desde el ático del edificio de Mendia Óptica, aplaudiendo y cantando eso de que Celedón ha hecho una casa nueva con ventana y balcón, poco después de que el reloj de la torre de San Miguel marcara las seis de la tarde y a los que no les faltó un negro paraguas, como el que alegremente solía empuñar Ortiz de Urbina mientras se daba esos baños de masas en la Virgen Blanca escoltado por su cuadrilla. “Gora Celedón! Gora Gasteiz!”, “Gora!”, les respondían unos jóvenes desde el ático de enfrente.
También desde la calle Herrería se oyeron cánticos por el aldeano más famoso de Zalduondo entre una cuadrilla que tomaba algo en uno de sus bares que también entonó otros con más sorna: “Mucha policía, poca diversión”. La música seguía en el bar Deportivo Alavés, que aprovechó para subir el volumen del Viva Vitoria. Fuera de su puerta que da a la Virgen Blanca, Joseba Pangua, ya con el pañuelo rojo en el cuello, quien fuera encargado de lanzar en 2010 el cohete anunciador de las fiestas junto a otros tres ciudadanos, revivía viejos momentos con un buen puro. “Es algo que siempre algo el 4 de agosto, aunque el resto del año no fumo, como se puede apreciar”, explicaba entre risas.
Dispositivo policial. Por segundo año consecutivo, efectivos de Policía Local y Ertzaintza controlaron ayer los accesos a la plaza de la Virgen Blanca en las horas previas y posteriores a lo que deberían ser los actos de bajada de Celedón que, una vez más, quedaron cancelados a causa de la pandemia. El próximo lunes, día 9, volverán a hacer lo propio para evitar aglomeraciones con motivo de los actos de la no subida de Celedón.
Sin incidentes reseñables. Por fortuna, no hubo incidentes reseñables durante el dispositivo policial para blindar la Virgen Blanca y zonas aledañas.