- El Centro de Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón ha sido el autor de la iniciativa y del trabajo de inscripción de la variedad de vid benedicto, algunas de cuyas plantas fueron descubiertas por casualidad en viñedos de Luis Cañas, en Villabuena de Álava, y estudiadas por técnicos de la bodega riojanoalavesa y del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV).
Sin embargo, esas plantas ya eran objeto de estudio por parte de los responsables de ese centro aragonés de investigación, que depende de la dirección general de Desarrollo Rural, del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, según han manifestado esta entidad a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Ese centro cuenta con un banco de germoplasma de vid desde 1989, con el objetivo de conservar, estudiar y poner en valor las variedades que, en la actualidad ascienden a más de 800, con otras 67 variedades desconocidas.
En el caso de la vid benedicto, disponen de seis entradas de planta correspondientes a prospecciones realizadas en 1995, 1996, 1997, 1999 y 2000. Para el estudio enológico se realizaron vinificaciones durante nueve años, desde 2007 hasta 2015. En ese periodo se constató la calidad y peculiaridad de la variedad; dado que no estaba inscrita en el registro de variedades comerciales se decidió proceder a su solicitud de inclusión ante la Oficina Española de Variedades Vegetales (OEVV), al tiempo que se procedía en la misma operación a registrar otras dos variedades diferentes. En ese sentido, relatan desde el centro que el expediente administrativo se inició en 2015 ante la Subdirección General de Medios de Producción Agrícola y la OEVV del entonces MAPAMA (Ministerio de Agricultura).
Para que la solicitud sea efectiva se debe enviar a Murcia, donde reside el centro nacional de referencia, material vegetal de cada variedad, consistente en cinco plantas en maceta. Dicho material se somete a estudio y se debe aportar toda la información requerida: lugar de localización o estado sanitario, entre otras posibilidades. Concretamente, en febrero de 2016 se envió el material de la variedad benedicto y con fecha 2018, tras pagar las tasas correspondientes, 1.543 euros, se devolvieron copias de la solicitud de inscripción. En ellas queda de manifiesto que el órgano que realizó la solicitud fue el Gobierno de Aragón, a través de la Dirección General de Desarrollo Rural, en la que se encuentra adscrito en Centro de Transferencia Agroalimentaria. Añaden a este diario que la autorización de la variedad llegó en julio de 2021, tras múltiples requerimientos del personal técnico del Centro para conseguirlo.
En 2016, en el marco del proyecto europeo Poctefa-Valovitis, la variedad fue objeto de un amplio estudio, molecular, agronómico, sensorial y de perfil. Además, en 2020 se ha realizado una vinificación con 600 kilos de uva, fruto de la instalación de una parcela de 300 plantas de benedicto.
El Centro de Transferencia aragonés valora que el trabajo realizado por las bodegas riojanoalavesas es imprescindible parea que las variedades recuperadas alcancen notoriedad comercial y su apoyo a prospecciones y conservación es fundamental parea mantener las colecciones vivas. Por ello, trasladan todo su apoyo a las bodegas Luis Cañas y Amaren y reconocen el trabajo realizado por la Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino.
Como apunte a la investigación de esta variedad de vid, el centro comenta que desde el punto de vista histórico, en el Congreso Nacional de Viticultura, celebrado en Pamplona en julio del año 1912, la variedad benedicto aparece referenciada en la provincia de Teruel, sin ser enumerada en otras.
Destacado. Varias bodegas de Rioja Alavesa se han integrado en la nueva asociación Futuro Viñedo, formado por viñadores que trabajan para mejorar la viticultura y las prácticas culturales para inspirar a otras personas a seguir un camino de viticultura honesta, apegada a su paisaje y a sus personas. Se trata de una asociación sin ánimo de lucro que busca desarrollar proyectos contribuyendo a mejorar los territorios y el país en su conjunto, mantener las explotaciones agrícolas y viticultura familiar a una escala humana y preservar la biodiversidad y la recuperación del paisaje, minimizando el impacto medioambiental de sus actividades.