- La crisis sanitaria ha puesto más allá del límite a algunas de las personas más vulnerables de la sociedad. Un ejemplo de ello lo encarnan la pareja formada por Libertad Barrado e Issiaga Fernández, vecinos de Gasteiz, que en plena emergencia han tenido que estar malviviendo en la calle y durmiendo en su coche durante tres “durísimas” noches. Ella, embarazada de seis meses. Por suerte, la intercesión de los servicios sociales de base y de la Cruz Roja ha propiciado en las últimas horas una feliz solución para ambos, que tras pernoctar anteayer en el frontón de Lakua habilitado estos días como albergue pudieron instalarse por fin ayer por la tarde en un piso de alquiler social en el que permanecerán al menos durante los próximos dos meses. Fuentes municipales confirmaron también que el Ayuntamiento acompañará a la pareja para que, a largo plazo, pueda encontrar un trabajo y una vivienda estables. “Por fin tenemos un techo. Estoy muy contenta”, celebra la afectada en declaraciones a este diario.
Barrado y Fernández llegaron a la capital alavesa desde Extremadura en junio del pasado 2019 para “buscarse la vida” y estuvieron trabajando con cierta regularidad. Ella, como camarera en un bar de un centro comercial de la ciudad. Él, en el área de limpieza de una de sus factorías más importantes. Hasta que hace dos meses el covid-19 acabó con las rutinas antes conocidas. Issiaga fue despedido y Libertad, que ya se encontraba en paro, tampoco percibía ninguna prestación por desempleo desde hacía unas semanas.
La pareja nunca ha podido reunir el dinero suficiente para acceder a un piso de alquiler en el mercado libre -habitualmente es necesario hacer frente a tres mensualidades “de golpe”- y, tras encadenar estancias en varias pensiones, finalmente tuvo que instalarse en el bungalow de un camping muy cercano al núcleo urbano. Pero después de quedarse ambos en paro debido a la emergencia sanitaria y no poder afrontar el pago del alquiler, se vieron obligados a abandonar el complejo hace ahora una semana y empezar a dormir en la calle, en el coche. “No podíamos ni dormir tumbados, porque teníamos el maletero lleno y el resto de cosas en los asientos de detrás”, recuerda Libertad. Allí pernoctaron desde el pasado martes, día de San Prudencio, hasta que el viernes fueron derivados a Lakua, una solución que en los días anteriores habían rechazado por el estado de gestación de Libertad, que la convierte en grupo de riesgo. Anteayer, finalmente, accedieron a ir al frontón con la condición de dormir bajo un techo al día siguiente.
Los miembros de la pareja suman ya dos meses sin cobrar un solo euro y tampoco perciben, por el momento, el subsidio, aunque ella ya lo ha tramitado y espera cobrarlo próximamente. Tampoco han podido acceder a otro tipo de ayudas al no tener un contrato fijo ni acumular el tiempo de empadronamiento necesario. Evidentemente, tampoco pueden salir del territorio debido a las restricciones de movilidad. Pese a haber tenido contacto también con el Gobierno Vasco, la crisis sanitaria truncó hace semanas la posibilidad de poder acceder a una vivienda de protección oficial. “No queremos nada gratis. Sólo pedimos una vivienda donde mi hija pueda venir bien, un alquiler que podamos afrontar”, apunta Barrado.