asi como confesionarios, las farmacias suelen acoger muchas confidencias y dudas, porque las y los profesionales que las gestionan gozan de la confianza de sus vecinos. Así que durante esta pandemia, las 117 oficinas de farmacia que existen en Álava han ido recogiendo nervios, dudas y hasta unos instantes de charla tranquilizadora, especialmente 37 de ellas, por estar más integrados en la vida de los pueblos, y repartidas en ocho de las nueve zonas designadas por el Colegio de Farmacéuticos de Álava.

En el medio rural alavés hay farmacias de todo tipo, más grandes o más pequeñas, pero en todas ellas se han volcado en atender a las personas que acudían a por sus medicinas o con sus dudas. Por ello, también, la pandemia ha dejado dolorosas pérdidas entre esos profesionales, aunque en un tiempo record han logrado instalar elementos de protección como cristaleras, o sensibilizar a la gente a respetar la fila en el exterior de la oficina para poder mantener las distancias de seguridad.

En Oion, la farmacia la atiende José Manuel Pulido, muy cerca del centro de salud. Cuenta que "esta etapa de la pandemia la hemos vivido tranquilos. Es un pueblo y no ha habido muchas diferencias con respecto al resto del año". Pero confiesa que con la llegada del coronavirus "sí hemos tenido bastante ajetreo, bastante incertidumbre y hemos tenido que dar muchas explicaciones a la gente, sobre todo al principio, aunque ya, a estas alturas, no pasa tanto, ya que llevamos un mes". La realidad es que durante este tiempo, el día a día "todo era bastante caótico, porque todo el mundo venía a pedir información y tuvimos que improvisar un poquito, lo que podíamos".

A la incertidumbre se sumó también la falta de material sanitario. "Es cierto que ha habido bastante angustia por la falta de los elementos de protección: la falta de hidroalcohol, la falta de guantes, la falta de mascarillas y hasta de termómetros, aunque ahora parece que llegan bien. Pero cuando hicieron falta hubo mucha desinformación, mucho alarmismo y mucho nerviosismo". Sin duda, todo ello, lo peor de esta experiencia que todavía se sigue viviendo.

Por esa razón la gente buscaba lugares donde informarse. Y esos lugares no eran ni el ayuntamiento ni el centro de salud, al que solo se podía acceder tras completar el protocolo establecido por las autoridades. "Todo eso -cuenta Pulido- provocaba que la gente acudiera a la farmacia, al punto de confianza, a preguntar, muchas veces sólo para hablar del tema", sobre todo por la confianza que generan estos profesionales. "La gente agradece muchísimo hablar un ratito y te lo dicen: ¡que bien me ha venido charlar un momento contigo! Somos conscientes que este es un lugar de trato con la gente y aunque solo sean unos minutillos, un poquito de buen ánimo también se reparte. Y no solo para quien entra, sino también para nosotros, porque nos relaja en vez de estar corriendo a por las cosas".

Por eso las farmacias han mostrado una vez más esa capacidad de generar confianza, de ser un punto de referencia para pedir consejos ante lo que ha estado ocurriendo, "claro, porque además como cerraron el centro de salud casi sin avisar la gente no sabía qué hacer y qué no hacer, se preguntaban que si pedía citas no sabían si les iban a ver o no. Así que muchos venían a comentarlo y solo podíamos decirles que insistieran, que les vieran si notaban síntomas€ hacíamos un poco de intermediarios" y esa actitud tranquilizaba a los más inquietos.

Porque con esta historia había de todo: nerviosos, tranquilos y escépticos. Y con los dos primeros grupos, desde el principio de la pandemia al día de hoy, la tensión se ha mantenido igual, "Hay gente que es nerviosa de por sí y ese nerviosismo no se lo han quitado y lo mantienen a día de hoy, porque lo cierto es que tampoco es que haya mejorado de una forma notable. Estamos casi como al principio en ese sentido. Lo que si han desaparecido es la gente de "esto no es para tanto", "esto es un invento "esto€". Esa gente ya ha desaparecido. Ya le han visto las orejas al lobo y nadie lo pone en duda. Así que los que medianamente lo llevaban bien lo siguen llevando con calma y los que son nerviosos, hasta que no empiecen a suavizarse las noticias, seguirán con los pelos de punta".

En Elciego, la farmacéutica es Carmen García, que lleva 40 años al frente del establecimiento que se encuentra muy cerca del centro de la villa. Aunque no son muchos los habitantes, la experiencia se ha vivido "con mucho estrés porque la gente está panicada. Nosotros estamos aquí todas las semanas, el sábado€ y no es solo lo que atendemos al público, sino también las llamadas de teléfono de la gente mayor que está sola". Reconoce que "nos llaman en busca de una ayuda, de un consejo€ y hoy es el día que esto está un poco más tranquilo. Pero los que vamos cumpliendo con el trabajo hemos acumulado una tensión terrible". Con todo, afirma que "al fin y al cabo esta es una historia que la tenemos que vencer entre todos, poquito a poco" y redobla las fuerzas para seguir adelante.

La realidad es que la farmacia se convierte en una especie de confesionario para casi todo el mundo y más cuando como le ocurre a la farmacéutica de Elciego, "yo vivo aquí y al vivir aquí estoy mañana, tarde y noche y te comentan y te llaman, porque al fin y al cabo somos como una gran familia, para lo bueno y para lo malo".

En Condado de Trebiño, la farmacéutica Leire Salazar se ha puesto no hace muchas semanas al frente del establecimiento y, a pesar de la dureza de estas últimas semanas, mantiene la vitalidad y la ilusión en su trabajo.

Explica que "hubo primero mucha gente con mucha incertidumbre, luego se ha ido reduciendo y la gente está menos nerviosa que al principio. Pero es que cuando comenzó, Vitoria era un foco de contagio. Era de las primeras capitales que resultaron afectadas y la gente venía con mucha preocupación, porque estamos muy próximos, mucha gente de aquí trabaja en Vitoria o mucha gente de Vitoria luego viene el fin de semana aquí". Señala que "al principio fue un poco shock, pero luego fue cada vez mejor, cuando se comenzó a ver que se controlaba mejor la cosa, tanto en Vitoria como aquí, donde no ha habido muchos casos. Ahora la gente está más tranquila. Ha ido cambiando todo".

Como cuentan el resto de profesionales, "a las farmacias acude mucha gente siempre a preguntar de todo, pero con este tema ha aumentado". Mirando hacia atrás, recuerda que la situación no impactaba mucho cuando comenzó en China, "pero cuando fue llegando a Italia y el gobierno hablaba de que era una infección leve, venían a preguntar: ¿a ti, qué te parece?, ¿qué opinas?, sobre si llegaría a no a nuestro país". Y es que "la gente confía mucho en nuestra opinión. Pero nosotros, como sanitarios, nos reservamos la opinión y nuestro cometido es tranquilizar a gente, dar las pautas y las herramientas, como los guantes, para que se protejan, pero siempre calmando a la gente. No alertar más"

El problema es que "en Condado ha habido los mismos problemas de abastecimiento de guantes, mascarillas y demás, porque todos tenemos el mismo abastecedor". Explica Salazar que el suministro de estos elementos es "nacional, global, así que todos hemos tenido el mismo problema de falta de material. Algunos venían diciendo que como vosotros sois un pueblo pequeño€ Pero da igual: el de la furgoneta del almacén viene a Trebiño, luego va a Vitoria y luego no sé dónde, pero al final todo parte del mismo sitio y cuando no hay en ese sitio no hay en los demás".

El propietario de la farmacia de Oion pone voz a las dificultades de los últimos días.

Farmacéutica de Elciego desde hace 40 años, esta veterana profesional ha vivido en primera persona los rigores de la crisis.

Se ha puesto hace poco al frente de la farmacia de Condado de Trebiño y, pese a la dureza de estos días, mantiene toda la vitalidad.

114

Farmacias se contabilizan a día de hoy en el territorio alavés, a las que se suman las dos de Trebiño.

37

Boticas hay, en total, en la zona rural del territorio alavés, por las 77 que suma la capital Gasteiz.