Vitoria - La red de 191 oficinas bancarias con las que ha empezado Álava este nuevo año supone la cifra más baja de todas las registradas desde el arranque del presente siglo. En estos 19 años ya consumidos, el brusco descenso llega al 31,5% si se toma como referencia las oficinas que tenían sus puertas abiertas en el año 2000. Muy lejos quedan los dos extremos de esta comparación con la red de 279 puntos de atención a disposición de los ahorradores alaveses al inicio de la centuria frente a las 191 contabilizadas por el Banco de España con los últimos datos del mes de septiembre de 2019.
En comparación con los territorios limítrofes, el dato alavés está en consonancia con la tendencia de cierres y no supone, por ejemplo, el más acusado descenso. Al frente de la pérdida de oficinas este siglo se sitúa Bizkaia. Allí, un 36,2% de toda la red, 239 oficinas, han bajado la persiana. Es el territorio guipuzcoano, por el contrario, el que ha sabido aguantar mejor estos tiempos de crisis en el sector bancario. Su censo de oficinas cerradas se ha visto mermado en 102 locales, que supone un 23,3% menos de entidades abiertas. A pesar de esa cadena de cierres el músculo del sector bancario en aquellas dos provincias mantiene su fortaleza, como demuestran las cifras de 660 oficinas abiertas en Bizkaia o 436 en territorio guipuzcoano frente a las 191 alavesas, según los datos de la principal institución bancaria nacional de septiembre del pasado año.
CIERRES MASIVOS DESDE 2008 Este continuo goteo de oficinas cerradas es el fiel reflejo de la crisis que ha azotado al sector bancario desde el inicio de siglo, acentuado con mayor repercusión en los últimos once años. Como ejemplo revelador de la pérdida masiva de oficinas en ese periodo de once años se han certificado 159 clausuras en Álava. Este reguero de cierres deja un promedio de más de 14 sucursales al año que han ido dejando de atender a su clientela. Las 191 oficinas actualmente abiertas en Álava están a años luz con las 350 que se llegaron a contabilizar en el año 2008, cuando el sector bancario vivió su momento más esplendoroso en el territorio con una cifra histórica en cuanto al total de oficinas desde que el Banco de España ofrece esta clasificación.
Es, precisamente, ese año 2008 el que marca el punto de inflexión de la banca en Álava y refleja el efecto de montaña rusa que ha vivido en los 19 años del siglo XXI. Se aprecian claramente las dos tendencias de creación y destrucción de oficinas, en clara consonancia con las perspectivas económicas que se han vivido en las casi dos décadas consumidas. Al cambio de dígitos en la centuria se llegó con una red de 279 oficinas censadas. Arrancó desde ese punto una tendencia alcista en el aterrizaje de nuevas oficinas de las más variadas entidades. Empezaron a proliferar oficinas de cajas y bancos totalmente desconocidos hasta entonces en el territorio. Fueron años en los que, por ejemplo, las oficinas de Ipar Kutxa o CAN Navarra afloraron por todas las calles y con políticas agresivas para tratar de atraer a un gran número de clientes. Ese desembarco propició que, en solo cinco años, se instalaran en Gasteiz principalmente 18 nuevas oficinas y se alcanzaran las 297 al servicio de los ahorradores. Sin embargo, el gran salto estaba todavía por llegar y en el trienio 2006-08 se asistió a una apertura desenfrenada de sucursales, que disparó en más de medio centenar (51) las opciones para abrir una cuenta corriente, firmar un depósito a plazo o ligarse a una hipoteca para 25 años en los años dorados de la construcción y en plena explosión inmobiliaria. De esa manera se superó la barrera de los tres centenares de oficinas, 318, en el año 2006. No cesó el establecimiento de nuevas entidades con 17 nuevas aperturas en los doce meses del año 2007. El global de sucursales llegó a las 335 ese año y continuó la fiebre de nuevas inauguraciones. Otras 15 nuevas oficinas emergieron en el panorama de Gasteiz y el resto de Álava. De esta forma, ese año 2008 marcó el tope de entidades abiertas al público, con 350 oficinas.
Desde ese punto, la línea empieza a ser descendente, al mismo tiempo que se juntaron factores como una desgarradora y cruel crisis económica, unida a los nuevos tiempos y modos de relación de los bancos con los clientes. Llegaron los primeros nueve cierres para bajar a 337 oficinas al dar carpetazo al año 2009. Ese fue solo el inicio de la sangría y desaparición paulatina de sucursales. Al inicio de 2012 se superaba por un escaso margen (304) la barrera de las 300 oficinas. Tras siete años por encima de ese inusual registro, el ejercicio de 2013 fue uno de los particulares annus horribilis del sector bancario en Álava. 35 oficinas cerraron sus puertas para dejar en 269 la cifra global de las operativas. Durante los dos años siguientes siguió ese goteo de defunciones bancarias que mermó la red en Álava hasta situarla en 249. De nuevo otro ejercicio nefasto en 2016 donde se rondaron las cifras de cierre confirmadas tres años antes. Otras 30 oficinas se quedaron por el camino para mermar las sucursales hasta la cifra de 219. No cesa el goteo en los últimos años y, a finales de 2018, se bajó del peldaño de los dos centenares de oficinas abiertas (199). La pérdida de locales, y consiguientemente los empleos, se mantiene con otras siete más, hasta dejar la cifra en esas exiguas 191 oficinas con las que se ha arrancado este año.
pérdida del 45% de oficinas Es en esta franja de once años que tiene su inicio en 2008 donde la pérdida de oficinas en territorio alavés se coloca a la cabeza del descenso en Euskadi. Ese cierre de 159 oficinas ha supuesto la desaparición del 45,1% de las sucursales con las que se contaba hace once. No hay comparación posible con los datos de Bizkaia (37%) y el honroso 27% de clausura de sucursales en Gipuzkoa.
A la hora de poner nombre a las entidades que han encabezado las desapariciones, Caixabank y Santander ocupan una destacada posición. Con la presentación de sendos expedientes de regulación de empleo, la corporación catalana va a prescindir de 2.023 empleados, mientras el banco cántabro se va a deshacer de 3.069 dentro del proceso de reordenación tras absorber el Banco Popular. No solo esta vía de aligerar plantillas ha influido en el adelgazamiento de la red de oficinas en Álava. La popularización del acceso a internet ha convertido en algo habitual mantener una relación con la entidad bancaria a través del mundo virtual y desde cualquier lugar y tipo de pantalla. Este cierre en particularmente gravoso en el medio rural donde son múltiples las localidades alavesas que han visto cómo desaparece la entidad de crédito y deben acudir a la población más cercana o esperar la visita un día a la semana de las oficinas móviles que hasta allí se desplacen.