vitoria - Apostar por instalaciones relacionadas con el aceite de oliva virgen de Rioja Alavesa sigue siendo tarea de valientes emprendedores. En Lantziego se ha puesto en marcha esta campaña un nuevo trujal gracias al ímpetu de una familia que ha dedicado más de dos años a realizar las gestiones de autorización y a efectuar importantes inversiones en equipamiento. Todo ello sin ayuda alguna de las instituciones.

Se trata del Trujal Erroiz, que gestionan Dunia Elkouissi y su marido Mikel Izagirre Roitegi. Se ubica en Lantziego, donde también se encuentra una instalación histórica, un trujal municipal dedicado en exclusiva al molturado de olivas para elaborar aceite de oliva virgen para autoconsumo. También cuenta con olivareros que se trasladan a Viana, en tierras navarras, para prensar allí. De hecho, en Lantziego existe una marca colectiva de aceite de carácter privado, aunque con numerosos asociados.

Dunia y Mikel no han invertido su esfuerzo y su dinero para entrar en competencia con nadie. Consideran que existe mercado para todos. “Lo de la competencia no es real, porque con los litros que elaboramos y con la calidad que podemos conseguir, que ya lo hemos demostrado, creo que somos complementarios, no competencia. Para abastecer en litros al mercado o tenemos una cantidad suficiente o no somos nada. Por eso no nos consideramos competencia directa de nadie”, afirman.

“Muchos olivareros continuarán yendo a Viana, porque allí encuentran la comodidad o lo que sea, pero hemos notado que mucha gente viene a nuestro trujal. Creemos que están contentos con el servicio que les hemos ofrecido y la muestra es que desde el día 12 que comenzamos a molturar, no hemos parado. Por eso damos el resultado como muy positivo”.

La pareja comenta que a estas alturas llevarán molturados unos 60.000 kilos, pero “entre unas cosas y otras creo que llegaremos a los 80.000 kilos de olivas, lo que sería un exitazo mayúsculo”.

con label Con el fin de satisfacer las necesidades de los clientes, el nuevo trujal de Lantziego está en el Label desde principios de la campaña y también han elaborado una partida con el sello ecológico para los agricultores de la zona que tienen su propia marca y etiqueta. Se mueven dentro del mundo ecológico y para ello se dieron de alta en Eneek, que es la entidad que otorga la licencia para poder molturar ese tipo de aceitunas, según explica Mikel. Y también trabajan el general, que incluye el de autoconsumo de la gente. Uno para consumo en sus domicilios y otro que se deja en el trujal para su comercialización.

En cuanto al equipamiento, reconocen que la inversión que han realizado ha sido muy importante. “Aunque inicialmente pensábamos hacer algo más pequeño, fuimos viendo las necesidades y nos animamos a sumar una cinta de recepción, una lavadora y otras máquinas a las instalaciones para que la gente esté cómoda y ofrecer un servicio mucho más completo. Al final ha sido muy positivo, porque todo lo que se ha sumado ha formado parte del éxito. Si no das comodidades a la gente es más complicado que venga, que hable bien de ti y que anime a otras personas a venir”.

Sin embargo, “las instituciones, Diputación y Gobierno Vasco, no nos han dado ningún tipo de ayudas económicas, nada”. “Todo lo hemos puesto nosotros. Mis padres el 50% y entre mi mujer y yo el resto. Nosotros hemos hecho la inversión, hemos trabajado aquí y nos hemos esforzado en gastar lo necesario y aparcar lo evitable”, comenta con una cierta decepción. “Intentamos participar en una partida de ayudas, pero nos dijeron que nuestra solicitud no era lo suficientemente alta respecto a la cantidad que pedíamos y nos la denegaron”.

Además, esa no fue la única traba que tuvieron que superar. Lo más difícil han sido los trámites, que han sido “muy complicados porque tanto la Diputación como el Gobierno Vasco tienen mucha burocracia y el proceso ha durado dos años para conseguir todos los permisos. Incluso hubo momentos de incertidumbre porque dudábamos de si nos iban a dejar”. Comentan, al igual que otros emprendedores, que “debe haber una normativa complicada para Rioja Alavesa que no hace nada sencillo montar un negocio que no sea bodega fuera de casco urbano”. “Y aunque esté tan cerca del casco, aún así tenía el problema de estar fuera de él”, añaden.

Afortunadamente encontraron un pequeño resquicio, ya que la lonja donde han instalado el trujal ya existía en un extremo de Lantziego y el terreno contaba con la calificación de zona de interés agroganadero, la adecuada para ese tipo de actividades. Pero para llegar a esa conclusión tuvieron que pasar un año de dudas. De interpretaciones del Plan Territorial Parcial de Rioja Alavesa, que sigue sin facilitar el asentamiento de nuevas actividades; de revisión de la normativa del Plan Especial de Protección del Paisaje; y de la elaboración de un Plan Especial urbanístico para implantar el trujal, requisito este último que se cumplió y luego se dictaminó como innecesario por parte de la Diputación alavesa.

alta calidad Tras el largo proceso, se dio el visto bueno al proyecto de trujal que se asentó en un terreno propiedad de los promotores. Cuenta con una superficie total de 759,05 metros cuadrados, de los cuales 354,27 corresponden a la huella en planta del edificio, lo que supone una ocupación del 47%, quedando el resto de la parcela cubierta por una solera de hormigón perimetral al pabellón salvo en la parte trasera del edificio, donde actualmente existe un talud con vegetación y varios ejemplares de almendros, de unos 75 metros y que está protegido por formar parte del patrimonio del paisaje del viñedo. El acceso se realiza por un camino rodado desde la calle Alarilla, de unos 70 metros de longitud.

Convencidos de la viabilidad de su proyecto y con una gran ilusión, el 12 de noviembre comenzaron a recibir las olivas. “Empezar hemos empezado muy bien, porque si no no lo haríamos. Sinceramente. Pensamos que tiene futuro, que el aceite de oliva que producimos en Rioja Alavesa es de una calidad muy alta y que lo explotamos poco”, comenta Mikel.

En realidad, los agricultores de la zona “tienen el viñedo como prioritario y el olivo siempre se ha quedado como algo de autoconsumo, pero poco a poco nos vamos dando cuenta del potencial que tiene y que puede ser una ayuda económica para el viñedo ya que es más sencillo de plantar y de cuidar?”. Sin embargo, Mikel reconoce que “es cierto que falta algo de cultura. Los viñedos han evolucionado mucho en cuanto a sus cuidados y su rentabilidad, pero en el olivo no se ha hecho porque era un elemento de autoconsumo, para casa, que no se explotaba. Ahora, poco a poco, lo vamos mejorando e intentaremos ayudar en ese camino”.

mesa del aceite Un camino que se podría realizar de una manera conjunta entre todos los implicados en la producción de aceite de oliva virgen de Rioja Alavesa, como se comenzó a realizar en los tiempos de actividad de la Mesa del Aceite y el Olivo, pero que en la actualidad “se nota su ausencia”. “Es complicado que todos lleguemos a un punto común en el que estemos a gusto. Cada uno tiene sus intereses y no se ha acertado exactamente con la tecla para darle el impulso que le haga falta”, aseguran.

“Seguimos trabajando. La mesa sigue existiendo, nos seguimos reuniendo de vez en cuando, aunque es complicado reunirnos todos, y vamos a ver si vamos poniendo unos pasos claros para que todos nos sintamos bien y podamos promocionar el aceite que tenemos, que ese es el gran problema: la promoción. Es de muy buena calidad, pero la gente no lo conoce realmente. Yo me he criado en Vitoria, aunque nací en Gipuzkoa y cuando a los amigos y conocidos les dices que has montado una almazara en Rioja Alavesa te dicen que cómo es que has montado un trujal, ¡si allí no hay aceite!, Y es que realmente no se conoce. Se piensa que solo hay vino y no es así”.

Convencidos de que el proyecto está en el mejor de los caminos, ya que no les faltan ni medios ni entusiasmo, vuelven al trabajo según van llegando los agricultores con sus capachos. “Estamos trabajando mi mujer que realiza las labores de gerencia, yo de trabajador, un chico contratado y además hemos tenido la suerte de tener dos chavales de prácticas. De la Escuela Laboral de Logroño, que estudian aceites y vinos y que nos han echado una gran mano. Hemos estado muy contentos con ellos. Parece que no pero aquí hace falta mucha gente limpiando, recogiendo, ayudando,,, porque hay mucho trabajo”.

Y es que además de molturar “también comercializamos”. “Tenemos una marca, Erroiz, de aceite de oliva, que es la que vendemos en el mercado y a la que mimamos con especial interés”, concluyen.