En Vitoria ya hay 51.625 ciudadanos con más de 65 años, una etapa vital a la que llegan con un estado físico y mental envidiable, puesto que entre el 84 y el 92% de las personas desde esa edad y hasta los 79 años puede realizar por sí mismas las actividades básicas. De hecho, la mayoría (el 85%) entre los que superan los 65 años no tiene problemas de dependencia, al igual que pasa con el 73% entre los que tienen 80 o más años. De ahí que más de la mitad de los mayores de Gasteiz califique su estado de salud como bueno o muy bueno. Pese a ello, un estudio elaborado a lo largo de los últimos ocho meses por el Ayuntamiento de Vitoria a partir de 674 encuestas a distintos sectores de la población acaba de desvelar que los únicos achaques que sufren son los de “edadismo”, la tercera gran forma de discriminación de nuestra sociedad, tras el racismo y el sexismo, únicamente por el hecho de ser mayores. En especial, por parte de los más jóvenes, quienes perciben a los mayores como “rígidos, carentes de paciencia y sin una vida social activa”.

La consecuencia de este “edadismo” es la de sufrir una serie de estereotipos negativos, siendo los más comunes en el área psicológica, ya que “muchas veces vemos como personas dependientes, con un deterioro de salud, incapaces, con mal carácter y necesidades de ayuda. Si bien, el estudio nos dice que la gran mayoría de estas personas no necesitan ayuda, tienen una gran satisfacción vital y son activas y creativas”, resalta el concejal de Políticas Sociales, Peio López de Munain.

Precisamente, este trabajo municipal, según añade, “nos ayudará a poner en marcha acciones para hacer frente a esos clichés y mejorar la imagen de las personas mayores y de los recursos que ponemos a al margen de lo bien que se encuentren, teniendo en cuenta que el envejecimiento se ve como una involución, al considerar a la persona más anciana como senil y la vejez “como una etapa vital cargada de achaques físicos, con abundancia de enfermedades y trastornos psicofisiológicos, cercana a la muerte” y necesitada de permanente asistencia médica en hospitales y residencias. Pero nada más lejos de la realidad. Hay encuestados que, por ejemplo, afirman, tener a sus 60 años, “la agenda completa porque la edad depende un poco de la actitud, de cómo te sientes” o “estoy deseando jubilarme para hacer cosas que ahora no puedo”. De ahí que desde el Consistorio se hayan propuesto desterrar los estereotipos de la vejez que consideran a esta franja de edad con “escasa o nula creatividad”, que sufre aislamiento, ansiedad y depresiones, comportamientos rígidos e inflexibles, con cambios de humor injustificados y “marcados por vivencias penosas”.

No en vano, la investigación destaca que lo común es que la tercera edad sea “creativa, activa y bien adaptada socialmente”. Además, añade que la satisfacción vital no disminuye a medida que aumenta la edad, a pesar de que las personas puedan tener un peor estado de salud.

En concreto, entre el 84% y el 92% de las personas de 65-79 años pueden realizar por sí mismas actividades básicas (comer, asearse, vestirse) e instrumentales (la compra, usar el teléfono, hacer el trabajo de la casa, usar el transporte público). Son las personas de 80 años y más las que más ayuda necesitan, pero el 70% de ellas no la necesitan para las actividades básicas y el 44% no necesitan ninguna y “se mantienen con escasos cambios las preferencias, actitudes y actividades”.

Rol social La percepción más demoledora de los mayores de Vitoria es la que tiene que ver con su rol social, al padecer clichés de “inutilidad”, “aislamiento”, “improductividad”, “desvinculación de la persona mayor respecto a los intereses sociales, relacionales y comunitarios”. Frente a ello, las actividades de vida social son muy frecuentes entre las personas de más de 65 y más años (77%) ya que sólo el 15% de las personas de 65 a 79 años (40% de las octogenerarias) no las realiza nunca. Es más, el 67% de las personas de 65 a 79 años (48% de octogenerarias) realiza actividades de ejercicio físico o deporte a diario. Lo que sí que persiste es la brecha digital generacional, con un 78% de personas mayores (92% en mayores de 80) que no ha utilizado internet en el último año.

La investigación también remarca que es más ajustada a la realidad la imagen que desempeñan por su aportación al ámbito familiar y más cercano, al ser los ciudadanos de estas edades el pilar fundamental de los cuidados en el entorno familiar. En concreto, el 50% de personas de 65 y más años presta algún cuidado (de hijos, nietos, de una persona mayor o de una persona con discapacidad). Solamente el 11% lo recibe por motivos de salud. En cualquier caso, el perfil de esas persona cuidadora es el de una mujer (79%) de 61 años, hija o esposa que convive con la persona a su cuidado. En este sentido, para López de Munain, “la vejez es una etapa no muy diferente a cualquier otra. También es una fase de vitalidad en la que las personas mayores ven reconocido su rol familiar y social, con una autoimagen positiva y una capacidad de acción muy notable entre las personas de más de 65 años en muchos aspectos de su vida”, remarca el edil.