Por tierra, por agua y por aire. El operativo de búsqueda del joven vizcaíno se ha mantenido durante casi un mes desde que Jon Bárcena desapareció el pasado 30 de diciembre. En el rastreo han tomado parte voluntarios, familiares y amigos, además de agentes y buzos profesionales de la Ertzaintza. Primero en las faldas del Gorbea donde se separó de sus amigos. Hasta 600 personas respondieron al llamamiento para dar con el paradero del chaval. Ante la infructuoso búsqueda y el hallazgo de parte de sus pertenencias en las inmediaciones del pantano, la investigación cambió de rumbo y los rastreos llegaron al pantano de Urrunaga. Todo hacía pensar que el cuerpo se encontraba bajo el agua, y fueron entonces los buzos quienes centraron las batidas. Sin embargo, el joven seguía desaparecido. Hasta ayer. La familia organizó una nueva salida en la que participaron un centenar de voluntarios, que en dos grupos partieron en autobús desde Berriz, la localidad de Jon. Fueron ellos quien dieron con el cuerpo sin vida de Bárcena, tras casi un mes de larga y dolorosa espera.
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