una manifestación de mujeres recorre las calles del Casco Viejo de Vitoria en solidaridad con los obreros que se encuentran en huelga para reivindicar la mejora de sus condiciones laborales. Apenas han pasado cuatro meses desde la muerte del dictador Franco, pero el franquismo sigue muy vivo. Dos Land Rover conducidos por la Policía Armada aceleran hacia la calle Herrería y se cruzan en el camino de la protesta. Varios antidisturbios salen de los coches fuertemente armados y uno de ellos avisa a la multitud: “¡Esto es una manifestación ilegal, dispérsense!”. Pero las manifestantes se niegan, la tensión crece y suenan varios tiros al aire, tras los que comienza una violenta carga. “Con muy mala ostia”, les había arengado unos segundos antes un miembro del equipo de rodaje de la película Vitoria, 3 de marzo. El humo lo inunda todo. En las inmediaciones, varios viandantes también vestidos con atuendos de la época observan la escena con estupor y echan a correr cuando los grises disparan sus armas.
Después de varios ensayos y numerosas tomas, rodeadas de una gran expectación entre los viandantes de verdad -los que se encuentran tras las zonas delimitadas por la grabación-, llega el momento de tomar un respiro. “Hemos empezado con lo más fuerte”, reconocía durante el descanso Víctor Cabaco, director del film, que rememorará el contexto de los trágicos sucesos del año 1976, en los que cinco jóvenes trabajadores fueron asesinados a balazos en el barrio de Zaramaga.
Ayer, en su tercera jornada de grabación, la acción se desplazó sin embargo al corazón de la capital alavesa, después de haber visitado en los días previos varios escenarios más como el polígono de Betoño o el pórtico de la Iglesia de San Miguel. Lo hizo para recrear una secuencia “importante” dentro de la trama, según remarcó el productor Asier Bilbao, dentro de un rodaje que se extenderá todavía durante cinco semanas más. Mañana, por ejemplo, el set de rodaje se desplazará a la iglesia de Los Ángeles. “Dentro de las posibilidades, estamos intentando reproducir lo mejor posible los hechos”, enfatizó Cabaco.
La película cuenta con un amplio elenco de intérpretes principales -nueve en total-, secundarios y figurantes, con una importante presencia de actrices y actores alaveses. Una de ellas es su protagonista Amaia Aberasturi, que interpretará el papel de Begoña. Una chica de sólo 18 años “muy alegre y cabezota, que va evolucionando por las circunstancias del momento”, según explicó ella misma. Un cambio en el que tiene mucho que ver su pareja Mikel, a quien encarna el actor catalán Mikel Iglesias. “Es un joven de 20 años politizado, con las ideas muy claras y que vive solo, por lo que es un poco más adulto de lo normal. Y que quiere convertir a Begoña más que en su novia en su compañera, la quiere impulsar”, avanzó.
Alberto Berzal interpreta, entretanto, al aita de la joven, José Luis. Un periodista que sigue las huelgas y la revolución social de la época desde su papel de informador pero que, poco a poco, “se ve inmerso en todos los acontecimientos”. “Pasa a ser un personaje de fuera a otro que está dentro, lo que le crea problemas con su mujer, con su hija y consigo mismo”, describió. Otro de los papeles importantes lo interpreta Oti Manzano, que da vida a Loli, una emigrante andaluza cuyo marido también se encuentra involucrado en la lucha. Manzano no ocultó ayer la “responsabilidad” que siente al ponerse en esa piel y, sobre todo, por tratarse de unos hechos tristemente reales.
El director, antes de volver al set de rodaje a la carrera, se mostró también sorprendido por el grato recibimiento que está teniendo este proyecto en la ciudad: “Estamos muy contentos con la acogida y con las muestras de cariño. Todos nos recuerdan ese día estuve ahí, mi ama estuvo en esta manifestación... Y nos dicen que se les pone la carne de gallina”, describió.