Ozaeta - Cerca de 800 personas han visitado en Ozaeta el laberinto gigante instalado en un maizal promovido por la asociación Garaion. El número de visitantes se ha cuadriplicado respecto a los tres años anteriores, por lo que desde la organización responsable se ha mostrado “tremendamente satisfecha”.
Desde la altura, a vista de pájaro, era muy sencillo saber cuál era el camino que elegir para llegar al centro y regresar a la salida sin perderse. Sin embargo, los dos metros de altura del maíz dificultaban encontrar la ruta de manera sencilla.
Los que han tenido la oportunidad de recorrerlo se han visto atrapados por las plantas que han crecido hasta los dos metros. “En junio comenzamos el marcaje del laberinto, cuando las plantas todavía medían alrededor de medio metro. Durante las siguientes semanas tuvimos que hacer un seguimiento cortando el maíz y a finales de agosto lo preparamos para que hubiera un trazado en el que cupiera una silla de ruedas”, explican Amaia y Julia, de Garaion.
“La cuarta edición de esta iniciativa ha contado este año con un laberinto más grande y más alto que nunca, dentro de una hectárea del maizal, en el barrio Otaza de Ozaeta”, explican, al tiempo que señalan que a la hora de elaborarlo “nos hemos basado en uno de los laberintos mas antiguos, el celta, que en su recorrido para llegar al centro y regreso, consigue que los dos hemisferios del cerebro se equilibren y en consecuencia la capacidad creativa aumente”.
El dédalo estuvo ubicado en el barrio de Otaza, de Ozaeta, el pequeño pueblo alavés perteneciente a la Cuadrilla de Llanada Alavesa, a escasos 13 kilómetros de la capital, Gasteiz, donde tiene su sede la asociación Garaion, que aúna arte y naturaleza. En el Estado hay otros dos laberintos de similares características, uno en Lleida y otro en León. Francia y su docena de laberintos sirvió a las componentes de Garaion de punto de inspiración para plasmar su idea en Ozaeta en 2014. “Es un espacio de juego en la naturaleza, donde la gente ha venido a disfrutar, a perderse y a encontrarse. Es una metáfora de la vida y la muerte”, explican Amaia y Julia, promotoras de la idea.
El laberinto del maizal abrió sus puertas el pasado 2 de septiembre y las cerró el pasado sábado 23. En total, 21 días en los que han pasado personas de toda condición. Niños y niñas, parejas de novios, cuadrillas de amigos, jubilados o cuadrillas. Todos con la intención de pasar un buen rato entre el maíz. “Los que menos tiempo han pasado dentro han estado por lo menos media hora y había hasta quien no quería salir”, reconocen orgullosas las promotoras de la idea, que año tras año se va asentando en el programa de actividades veraniegas de la provincia. “Todo esto no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas personas como la agricultora o jóvenes que nos han ayudado en la construcción de la caseta, el marcaje o la retirada del maíz para hacer el camino”, reconocen.
Su particular versión de este laberinto celta, con 70 metros de diámetro y siete círculos internos, ha albergado “alguna encrucijada y pequeña trampilla para hacerlo más divertido”. “En nuestro laberinto se han podido perder, reencontrarse, jugar, imaginar, descubrir, hasta a lo mejor te sale a saludar un jabalí, u otro animalillo que habita en el maizal”, reconocen.
Quien se ha atrevido a entrar ha tenido que tomar decisiones como en la vida. Escoger un camino u otro, con el fin de conseguir el objetivo. En su camino les acompañaron los diferentes seres del laberinto como los gusanos, muñecos instalados estratégicamente a lo largo del recorrido, y que han servido de excusa para fomentar el juego interior. “Al principio colocamos tres gusanos de trapo con el fin de invitar a jugar, pero lo aumentamos hasta 15, alentando a los visitantes a que los escondieran. Cuando lo hemos desmontado nos hemos dado cuenta de que tan sólo hemos encontrado uno, el resto estarán enterrados en el terreno o desaparecidos”, explican jocosas.
La prueba de este año ha sido dibujar la posible forma del laberinto. “En el sorteo realizado, Naroa ha sido la ganadora. Nos pondremos en contacto con ella para hacerle entrega del premio. Consiste en una estancia para la familia o los amigos en Garaion”, recuerdan desde la asociación que ha cobrado una entrada de tres euros por persona que han servido para sufragar los gastos de creación y mantenimiento del laberíntico maizal. Para ediciones futuras no descartan organizar actividades en torno al laberinto del maizal como música o teatro.
Esta iniciativa ha servido para dar a conocer la labor de una asociación asentada en el barrio de Otaza, de Ozaeta, desde hace ocho años, y cuyo objetivo pasa por que “todos los días llegue aquí gente de Álava y de todo Euskal Herria para ser creativa”, subraya Amaia.
Crear desde la mezcla y el trabajo conjunto, crear estableciendo nuevas relaciones para favorecer cualquier manera de pensar abierta, crear porque todas las personas tienen algo que enseñar y que aprender, crear desde el ámbito rural y con la naturaleza, crear para innovar manteniendo vivos los legados recibidos, crear también más allá de la expresión artística pura.
Asentados en un paraje idílico del pueblo de Ozaeta, sus tierras ocupan una extensión de unas 60 hectáreas pertenecientes a una cooperativa del grupo Erkop (Corporación Mondragón). Eligieron como símbolo de Garaion Naturartea Elkartea una figura compuesta por tres manzanas. Una de ellas se ejemplifica en impulsar la creatividad en la sociedad, “porque si queremos un pueblo innovador necesitamos una sociedad creativa”. ¿Cómo hacerlo? “Trabajando desde la infancia, para que también los más pequeños se sientan muy creativos”.
Otra es la relación con la naturaleza. “No necesitamos cuidar la naturaleza sino mejorarla, ponerla en un estado de mejora continuo”.
Patrimonio social La tercera se refiere al patrimonio social, entendiendo esto como el trabajo en pro del euskera pero también de la recuperación de oficios “viejos”, la mezcla de personas distintas, la labor en auzolan... Es decir, qué se puede aportar a un capital común, vital, humano.
Residencias de artistas, talleres, cursos, representaciones (el espacio escénico está ubicado en el antiguo pajar y tiene capacidad para unas 300 personas), un amplio espacio físico donde “generar vivencias que marcan porque hay mucha gente que, de verdad, quiere compartir su sabiduría”, señalan.
ediciones. Suma ya la iniciativa, que este año ha contado con un laberinto más grande y más alto que nunca.
días. Ha mantenido abiertas sus puertas el dédalo: Del 2 al 23 de septiembre. Habrá, a buen seguro, ediciones futuras.