De nada sirvieron las vendimias en verde o el descargar de racimos las plantas para tratar de ajustar la cantidad a la necesidad y al papel -la autorización final por hectárea que fija el Consejo Regulador-. Lo ciento es que en los campos que integran la Denominación de Origen Rioja hay millones de kilos de uvas tirados por el suelo, pudriéndose o sirviendo de alimento a los tordos.
Quienes tratan de encontrar una explicación a esta superproducción aclaran que el año “venía extraño, con pocas lluvias. Ya que desde mayo apenas ha caído agua en el territorio. Y de repente llueve algo, alimenta las plantas y se genera esta superproducción que pocos se podían imaginar”, relata Iker Fernández, un agricultor de Oion. Pero por mucho que hubiera, lo cierto es que había unos límites que no se podían traspasar. En julio, el Consejo Regulador estableció que los rendimientos máximos de producción de uva por hectárea para la vendimia 2016 en Rioja serían de 6.955 kilos por hectárea para uva tinta y de 9.630 para blanca. Además, en atención a las condiciones climatológicas que pudieran incidir al final del ciclo vegetativo del viñedo, el Consejo Regulador aprobó que se entenderá justificada la entrega en bodega por parte de los viticultores de hasta 715 Kilos de uva por hectárea para las variedades tintas y de 990 Kilos de uva por hectárea para las variedades blancas, por encima del rendimiento máximo amparable, aunque el vino elaborado con dicha uva no será amparado. Esas cifras suponían la autorización para poder amparar el 107% de las cifras que marca el Reglamento de la Denominación, pero las producciones se dispararon y las consecuencias son visibles en el campo.
Y al tirar las uvas surgieron los rumores. Unos decían que además de tirar las uvas había que recogerlas; otros apuntaban que debían pisarse para evitar sanciones y otros se echaban las manos a la cabeza y reclamaban que no se tirase esa uva y se entregara a los comedores sociales o escolares. Al final ni una cosa ni otra. Tan solo la fiel obediencia al reglamento, que dice que cuando el viticultor ha completado la entrega de las uvas que le permite su cartilla, ya no puede entregar más y debe retirar el exceso de producción. Sin más.