En el mundo de la obsolescencia planificada, la que probablemente es la nevera más antigua de Salbura, una vieja ACS, cuyo color blanco originario hace años que empezó a amarillear, es la que con diferencia funciona a más pleno rendimiento en todo este barrio gasteiztarra. Ninguno de los modernos combis de acero inoxidable que predominan en la mayoría de cocinas de este joven vecindario hace sombra aún al pequeño frigorífico del Paseo de Estrasburgo, 17. Ya que, con diferencia, sus puertas son las que más veces se abren y cierran al día. Hasta tal punto es así que sus baldas llenas de alimentos duran apenas una hora y media dentro. Así al menos lo asegura Ioseba Martínez de Guereñu, presidente de la asociación de vecinos Salburua Burdinbide, que hace casi un año tuvo la idea de trasladar la exitosa iniciativa de Galdakao, la nevera solidaria, que lucha contra el despilfarro de comida, a las puertas de su local. “Nos pusimos en contacto a través de las redes sociales con sus promotores para sumarnos a una idea que nos gustó y que en parte ya hacíamos”, recuerda Martínez de Guereñu, en alusión al reparto que hacía todas las mañanas del primer miércoles de cada mes el Banco de Alimentos de Álava, cuando a falta de un local para dar directamente los productos, lo hacía en la oficina de Salburua Burdinbide.

De manera que en la agrupación vitoriana ya sabían que era eso de dar de comer a los más necesitados. “En el Banco de Alimentos lo que repartíamos era alimento no perecedero, a diferencia de la nevera, que tiene productos que rápidamente se echan a perder, aunque también tenemos de los otros porque ambos son complementarios”, especifica Martínez de Guereñu. Acreditada la experiencia, a Salburua Burdinbide solamente le faltaba lo básico: un frigorífico para poner en marcha esta exitosa iniciativa que en el caso de la localidad vizcaína durante el primer mes de prueba logró sacar de la basura 200 kilos de comida. Pero dar con una no fue fácil. “La queríamos, pero no sabíamos de dónde sacarla. Empezamos a llamar a tiendas de cocinas para ver si tenían una que les sobrase y nada”, agrega el representante de Salburua Burdinbide desde el despacho de su agrupación. Hasta que dieron con la destartalada ACS, cuya procedencia, como no podía ser menos en el refrigerador que ha hecho historia en la capital alavesa, es también de lo más curiosa: “Resulta que una página de Facebook, Para ti solidario, creada por una chica del barrio, vimos que se donaba una nevera y que encima les gustaría que fuera para un proyecto parecido como el que ya se hacía en Galdakao”, precisa. El destino de la veterana ACS, para juntar el hambre con las ganas de comer, estaba más que escrito y así, aunque nadie sea capaz de recordar ni los años que tiene ni quién fue su anterior dueño, un 4 de noviembre de 2015 sus motores se enchufaron de nuevo. Y, desde entonces, kilos de solidaridad han salido de su veterana puerta. “Hay veces que los que abren la nevera son inmigrantes, otras vecinos del barrio que lo pasan mal y otros a los que les apetece una naranja y simplemente la toman de sus baldas”, añaden desde Salburua Burdinbide.

uso Nocturno Lo habitual es que su mayor trajín sea por las noches. “El 90% de sus usuarios vienen por la noche, bien para pasar desapercibidos o bien porque es cuando normalmente se recarga de pintxos y sobras de los bares”. Pero verla a rebosar es complicado, “porque todos los días se reparte comida”, dice Martínez de Guereñu, aunque hay veces que se ha conseguido: “Las sobras de un catering en el Palacio Europa, con sus bocadillos, pastelitos y cóctel de fruta, hicieron llenar dos veces la nevera”. Al portavoz vecinal también le llama la atención los gasteiztarras que se van de vacaciones y no pueden llevarse de viaje todo lo que está en sus frigoríficos por lo que los llevan hasta el veterano electrodoméstico del Paseo de Estrasburgo, cuyo mayor guardián revela el otro componente solidario de esta nevera: Josemi, un vecino jubilado de Salburua que cumple su condena de trabajos a la comunidad cuidando de la ACS. “Fue él el que se puso en contacto con la asociación y es el que se preocupa de limpiarla, vigilar que su temperatura sea la correcta y de darla de comer todos los días”. Josemi es el que va todos los martes y jueves a dos supermercados del barrio a pedir productos que no pueden vender por estar, por ejemplo, cercanos a la fecha de consumo preferente. Y los lunes, miércoles y viernes es el que se pasa por los bares más lejanos de la asociación, normalmente los que menos productos depositan, para pedirles su colaboración. Incluso cuelga las imágenes de los nuevos alimentos que han llegado a la ACS con fotografías en las cuentas de las redes sociales que Salburua Burdinbide tiene. Es el trabajo en equipo que ha hecho posible que el balance en el primer año de esta nevera solidaria no pueda ser más positivo. “Nos ha sorprendido, pero el hecho de que los productos se vacíen en hora y media también indica que hay mucha necesidad de comida que aún no cubrimos porque hay mayor demanda que alimentos depositados”, lamenta Martínez de Guereñu.

Sólo hay una condición para colaborar con esta iniciativa: evitar el viejo temor del Ayuntamiento de Vitoria, que en un principio fue más reticente al proyecto, debido al miedo de envenenamiento por ella: “Por eso hay que poner la fecha de creación, si es en productos elaborados”.

Berlín. El primer proyecto relacionado con las neveras solidarias surgió en Berlín (Alemania), con la iniciativa del ‘Food sharing’, promovida por un grupo de jóvenes en 2014.

Galdakao. La localidad vizcaína puso en marcha su primera nevera solidaria el 29 de abril de 2015 y durante el primer mes de prueba salvó de la basura 200 kilos de alimentos. Se calcula que en la actualidad hay seis frigoríficos en todo el Estado que ofrecen comida a quien lo necesita, ya que hay dos en Galdakao, una en Quero (Toledo), una en Vitoria, otra en la Escuela de Hostelería de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y otra en Donostia.

El primer temor de la asociación vecinal Salburua Burdinbide, como dice su portavoz, a la hora de ponerla en marcha fue que nadie donara alimentos. El segundo miedo era que una vez que estuviese llena, no tuviera personas que quisieran coger sus productos, por lo que la agrupación empezó a colgar carteles en el barrio para dar a conocer esta exitosa iniciativa.

El 90% de los usuarios prefiere ir por la noche a coger alimentos, detalle el representante de Salburua Burdinbide.

90

Son los minutos que duran los alimentos en la nevera solidaria donados por vecinos, supermercados y bares de Vitoria.