villabuena de álava - En Rioja Alavesa no hay tiempo ni espacio para otra cosa. Desde que asoman las primeras luces y hasta bien entrada la noche, los protagonistas de estos días son los tractores, los agricultores y las zonas más fabriles de las bodegas. Es la vendimia y tiene licencia para detener todo lo demás.
El Consejo Regulador realizó esta semana el que ha sido el último control de maduración de la vendimia 2016, que ya se ha extendido de forma escalonada por todas las áreas de la Denominación de Origen Calificada (DOC) Rioja gracias a las favorables condiciones meteorológicas que están acompañando esta fase final del ciclo vegetativo. A esta fecha se han recolectado algo más de 200 millones de kilos de uva, casi la mitad de la cosecha prevista, y la mayoría de bodegas elaboradoras están ya operativas, recibiendo estos días entre 20 y 25 millones de kilogramos de uva diarios, lo que sitúa el apogeo de la vendimia en estas fechas tradicionales del entorno de la festividad de El Pilar y días posteriores.
Los resultados del último control indican que la uva ha seguido madurando con el ritmo lento pero continuo de las últimas semanas, en las que el peso del grano se ha mantenido prácticamente estabilizado y los parámetros analíticos están evolucionando de forma equilibrada. El desarrollo de la vendimia está siendo más lento de lo habitual gracias a la buena situación sanitaria del viñedo y las buenas condiciones meteorológicas que, de mantenerse así en los próximos días, permitirán alcanzar las expectativas de alta calidad que han venido anunciándose desde el inicio de la vendimia.
De hecho, ése es el comentario generalizado en las básculas, en los corrillos de tractores que aguardan para descargar tras el pinchazo dado por la lanza de análisis en presencia del veedor del Consejo Regulador y mientras se observa la caída de las uvas por las tolvas, camino de las prensas.
La uva se está vendimiando algo más tarde, “pero tiene un aspecto como no se recordaba desde hace mucho tiempo”, comentaba Genaro, el encargado de una cuadrilla de temporeros en la zona de Elciego. Mientras mostraba un racimo explicaba que los frutos “se encuentran en su mejor momento, están sanos y tienen un gusto muy agradable”.
Pero hay poco tiempo para mirar. Es el tiempo de correr y resulta espectacular ver cómo se colocan las cuadrillas entre los renques de los viñedos y sin apenas detenerse van cortando con corquetes o navajas los mejores racimos, con un tino y una vista que para sí quisieran muchas personas. El único momento de reposo, de unas jornadas que suelen comenzar a las 8.00 u 8.30 horas, es la espera mientras el tractor marcha con el remolque lleno hasta arriba para hacer el recorrido por la báscula municipal y la descarga en la bodega. Esos ratos y la hora del almuerzo son los únicos respiraderos porque “hay que terminar cuanto antes. Hemos tenido un par de días de lluvias y no tenemos seguridad de que no vaya a haber alguno más en la próxima semana”, comentaba el responsable de la cuadrilla. Por ello es importante para ellos el acabar cuanto antes y este fin de semana será el de la generalización, como se suele denominar a la fecha en la que se culmina la mayor parte del trabajo.
Para lograrlo los bodegueros cuentan con los trabajadores temporeros que cada año regresan a la comarca para trabajar en la vendimia. Afortunadamente ya no es como hace unos años. Los bodegueros, siguiendo ejemplos como Ostatu, Luis Cañas, Viñedos de Páganos, Marqués de Riscal y otros ya habilitan espacios para que durante la contratación los trabajadores puedan disponer de un mínimo de seguridad: alojamientos y comidas, además de -lógicamente- el salario convenido. En esa dignificación laboral se han empeñado la Diputación, el Gobierno Vasco, la Cuadrilla de Rioja Alavesa y, como no podía ser menos, la UAGA, que vigila el cumplimiento de las obligaciones de los empleadores.
Mientras tanto, en la bodegas los dueños, los enólogos y los encargados se vuelcan controlando la llegada de las uvas y todo el proceso hasta que llegan a los depósitos para iniciar la fermentación. Aquí, todo el mundo está alerta, especialmente los que están en el interior de las instalaciones. El tufo puede aparecer en cualquier momento y dar un susto. No está tan solo en el interior de los depósitos. Y cuando en cada jornada la maquinaria se apaga y todo queda en la penumbra para la llegada del primer turno a primera hora de la mañana, un sonido burbujeante se adueña del ambiente anunciando la transformación de la uva en vino.