gasteiz - Un rocódromo. Ese es el uso final que va a tener la voluminosa obra de ingeniería de caminos que hace ocho años circuncidó el bosque de Armentia, límite meridional del Anillo Verde, corredor ecológico hacia los Montes de Vitoria y lugar de esparcimiento de miles de gasteiztarras, para construir la inexistente Ronda Sur. Eran tiempos de expansión económica y urbanística, y aunque ya por entonces el Anillo Verde era la joya de la capital alavesa, el Ayuntamiento aseguraba que podría conciliar el respeto al medio ambiente en la zona con el tránsito diario de miles de vehículos.

Finalmente, Alfonso Alonso perdió las elecciones, entró al gobierno el PSE, y el proyecto murió, aunque dejó una huella indeleble sobre el paisaje de Armentia. Una gran vía con dos sentidos se sumerge bajo el bosque, dos carriles separados por una enorme mediana que, cuando se dulcificó el proyecto para limitar el alcance de la agresión, se reservó para acoger especies autóctonas que contribuyeran absorber el CO2 de coches y camiones. La idea original era implantar un vial de doble sentido, con tres carriles, una mediana y un bidegorri. El CEA logró transformarlo en una carretera de doble sentido integrada en el entorno natural y con un carril para el paso de bicicletas.

Pocos gases contaminantes se emiten hoy día en una enorme circunvalación por la que no circula un solo coche, pues la carretera sale del túnel de cien metros de largo excavado bajo el bosque y súbitamente desaparece ante una pared de roca, un par de centenares de metros más adelante. En esos túneles quiere el nuevo equipo de gobierno instalar un rocódromo (de hecho, ya hay quien lo utiliza como tal) que dé un uso a una obra que no sirve para nada. Es más, hay que mantenerla en un mínimo buen estado para que la Naturaleza no recupere su terreno y la vegetación se coma el asfalto, por el que hoy día sólo transitan los caballos de la hípica cercana, los grafiteros que usan los túneles como lienzo, los ladrones de cableado y algún jabalí en busca de comida en las frías noches de invierno.

El proyecto completo contemplaba sortear por debajo el bosque de Armentia, prolongar la ronda por Lasarte, un espacio que el CEA quiere incorporar al Anillo Verde y, por Olarizu (donde hoy se ubica otro parque periurbano con especies arbóreas de todo Europa), salir a Puente Alto. El desastre ambiental que hubiera supuesto la materialización de la circunvalación, de tres kilómetros de longitud, chocaba de frente con el proyecto que el propio Ayuntamiento defendía de convertir los Montes de Vitoria en Parque Natural.

el depósito de yurre El de los túneles es uno de los ejemplos más paradigmáticos de cómo se pueden tirar millones de euros de dinero público en la capital alavesa, pero no es el único. Puede que el caso del depósito de tormentas de Yurre sea incluso más representativo, más que nada porque hasta la fecha le ha costado a la ciudad ocho millones de euros, más o menos lo que ha supuesto renovar toda la Avenida de Gasteiz. El depósito no retiene el agua, por muchas mejoras que se le hagan, está construido en una zona ilegal, pues cerca pasa una línea de alta tensión, y necesitaría de una nueva inversión de casi tres millones de euros para lograr la estanqueidad. Además, Amvisa, la sociedad municipal de aguas, dice que la infraestructura ya no es necesaria. El PNV propuso utilizar el depósito como balsa de riego para los huertos de Basaldea cuando estaba en la oposición, aunque de momento no ha decidido qué hacer, o si va a hacer algo, con este sumidero de euros.

Otra gran inversión que tampoco fue tal, sino un inútil desembolso de dinero, fue Krea. En este caso fue la Caja Vital la que se gastó 18 millones de euros en acondicionar el antiguo convento de las carmelitas descalzas de Betoño, propiedad del Ayuntamiento hasta que se lo cambió a la entidad financiera por el palacio Zulueta.

En el impresionante edificio de Betoño, impecablemente remozado, se iba a producir literatura, ballet, música, artes plásticas, filosofía, todo ello enfocado en los jóvenes creadores, un proyecto que sólo llegó a existir en la imaginación de algunos, pero que no impidió transformar el convento de arriba abajo. Ahora un grupo empresarial trata de atraer a alguna universidad norteamericana para que instale allí su sede, y mientras tanto se sigue gastando dinero en mantener un edificio donde resuena el eco de la grandilocuencia del pasado.

Ronda Sur. El Ayuntamiento planificó hace una década una circunvalación por el sur de la ciudad que cruzaba el bosque de Armentia a través de unos túneles de cien metros de longitud. El impacto ecológico del proyecto llevó al Consistorio a modificarlo para hacerlo más amable, y finalmente el gabinete de Patxi Lazcoz desechó la idea de construir la Ronda Sur, que además iba a atravesar Olarizu y Lasarte hasta llegar a Puente Alto.

Depósito de Yurre. Ocho millones de euros se ha tragado este enorme sumidero llamado a ser un depósito de tormentas. Nunca se consiguió que fuera estanco, pero es que además se construyó en una zona ilegal, pues se levantó junto a una línea de alta tensión. El PNV planteó utilizarlo como balsa de riego para los huertos de Basaldea, pero de momento la infraestructura no sirve para nada. Recuperarla como depósito de tormentas (aunque Amvisa afirma que ya no es necesario) costaría casi tres millones más.

Krea. En este caso la factura ascendió a 18 millones de euros, pero los pagó la Caja Vital y no el Ayuntamiento. Eso sí, el Consistorio cedió el convento de Betoño a la entidad, a cambio del palacio Zulueta, para habilitar en su interior un centro cultural multidisciplinar que nunca llegó a ver la luz. No había contenido, pero el continente se habilitó por todo lo alto. Ahora un grupo de empresarios alaveses trata de atraer a alguna universidad estadounidense para que instale en su interior una subsede europea.