La ciencia del yoga nació en India hace miles de años, mucho antes de la aparición de las religiones o sistemas de creencias. De allí viajó por épocas y continentes hasta llegar al sistema de bienestar universalmente aceptado que existe en la actualidad, con millones de adeptos en todo el mundo que lo practican como una vía de escape al estresante ritmo de nuestros días. Con el paso del tiempo, esta terapia de autoconocimiento o disciplina de vida, ha experimentado una serie de interpretaciones que, a través de diferentes filosofías, tradiciones y linajes, ha ido dando lugar a la aparición de distintas escuelas tradicionales, tales como el Hatha Yoga o el Mantra Yoga. Ninguna se puede identificar como auténtica, ya que cada estilo que conduzca a la finalidad y objetivos últimos (es decir, armonía entre la mente y el cuerpo, y entre ser humano y naturaleza), y que se atenga a los niyamas (reglas y convenciones) básicos, es una escuela de yoga establecida por derecho propio.

Para dar a conocer a los alaveses los beneficios en cuerpo, mente y alma que trae consigo la práctica de este regalo inestimable de la antigua tradición india -cuyo Día Internacional se celebró el pasado 21 de junio, día consagrado a esta actividad desde que en diciembre de 2014 así lo proclamara la Asamblea General de las Naciones Unidas-, 17 monitores de yoga de toda la provincia decidieron secundar la propuesta lanzada desde la Federación de Yoga Satsanga para festejar la efemérides de forma sincronizada en todo el mundo, y en coordinación con las embajadas de India. “La oficialidad del día, que fue respaldada por 177 naciones, fue promovida desde Portugal, que lleva festejando esta jornada desde 2002. En España, Madrid y Getxo ya hicieron algo en 2014, pero este año se ha celebrado en multitud de puntos de todo el Estado. Nosotros escogimos Amurrio”, explica Mariaje Arbaiza, monitora de yoga.

La elección no es baladí, ya que en el Valle de Ayala existen varias escuelas de yoga, tanto en Amurrio, como en Llodio y Ayala, con decenas de alumnos, también llegados desde Vitoria y Agurain, e incluso de Bilbao y Orduña. Su idea pasa por difundir esta actividad, sinónimo de salud, ética, respeto, fraternidad, crecimiento y desarrollo personal.

Lo único que hace falta es ropa cómoda, una esterilla para el que tenga, una sonrisa, y la mente abierta y libre de vergüenzas. “Que nadie se eche atrás por desconocimiento y que venga a probarlo. Nosotros estaremos para ayudarles en todo lo que necesiten y explicarles qué técnicas son las más apropiadas a las necesidades o inquietudes de cada cual, porque en yoga los límites se los marca cada uno a la hora de alcanzar ese estado de unión de todo lo que eres con todo lo que existe; en definitiva, estar a gusto contigo mismo para estar a gusto con el resto del mundo”, apuntan. De hecho, el repertorio de esta disciplina puede incluir canto de mantras (estrofas en sánscrito que se van repitiendo para alcanzar un estado de relajación y concentración); kriyas (ejercicios para canalizar la energía a través de la respiración y el movimiento); asanas (posturas); y pranayamas (ejercicios de respiración); así como danzas meditativas, y sankalpas (una frase corta y positiva que encierra un propósito, intención o determinación, que se repite mentalmente sintiéndola y visualizándola), entre otras opciones.

De forma sincronizada La jornada central tuvo lugar el domingo en el parque Juan de Urrutia, de 10.00 a 13.00 horas. Se desarrolló de forma sincronizada con todos los participantes de las distintas ciudades de todo el mundo unidas al evento. Fue una práctica sencilla y para todos los públicos, en la que se realizaron ejercicios variados de yoga. También se pensó en haber elaborado en el homenaje alavés al yoga un mandala gigante. Estos son diseños circulares con infinidad de colores, que representan el orden orgánico y cósmico. Pueden tener forma de ojo, flor o planeta. Se crean de forma intuitiva como técnica de fomento de la creatividad, la concentración y la atención, ya que se va construyendo en base a lo que va saliendo, como cuando se baila de forma espontánea lo que sugiere la música que se escucha. No obstante, Susana Corbella, la experta elegida en este tema, no pudo asistir a la fecha elegida por cuestiones laborales.

Sea como fuere, la iniciativa dominical estuvo precedida de una intensa jornada de yoga en el interior de una infraestructura deportiva para entrar en contacto con la disciplina, incluso para los curiosos de más tierna edad. “Quisimos crear un área infantil, porque sería genial que esta ciencia llegara a las escuelas”, subraya Estibalitz Urkijo, impulsora de esta zona que ofreció a los chavales juegos de iniciación al yoga para facilitar un mayor conocimiento de sus capacidades. La idea pasa por conceptualizar que hay un cuerpo, una mente y un espíritu que quieren crecer y desarrollarse para su bien; y que restableciendo el equilibrio en esa dimensión olvidada de la vida interior, del silencio y la presencia propia, se puede contrarrestar los efectos de la agitación que les rodea. Otro de los elementos de la jornada fue un taller de percusión en el que a través de distintos instrumentos y de la propia voz y el cuerpo se creó música juntos.

15 experiencias Los adultos, por su parte, tuvieron a lo largo del sábado quince experiencias yoguísticas, distribuidas en tres áreas y en cinco horarios, circunstancia que les obligó a tener que escoger entre aprender a meditar para desentumecer el cuerpo, a iniciarse en las técnicas del yoga, o a cantar mantras y aprender la relevancia de esta repetición de estrofas en el sendero del yoga.

Tampoco faltaron prácticas de yoga en pareja con posturas compartidas, clases de masaje tailandés que “ayuda a fomentar el flujo y la circulación energética, calmando las dolencias musculares y reduciendo el estrés”; o terapias con cuencos tibetanos en las que Olga Sánchez ayudó a los presentes a viajar a través del sonido “para tranquilizar la mente”. Todo un programa al servicio del equilibrio de cuerpo y espíritu.