en breve, todas las zonas de carga y descarga de la capital alavesa, un total de 240, tendrán un horario unificado que comenzará a las 8.00 horas y durará hasta las 13.30 horas por la mañana, y se prolongará de 16.00 a 18.00 horas por la tarde, de lunes a viernes, y el sábado únicamente por la mañana. Fuera de estos horarios, los transportistas de la ciudad podrán seguir utilizando las zonas de aparcamiento habilitadas para ellos, pero poniendo ticket de la OTA si son zonas azules o verdes. Será así en todas las zonas de carga y descarga salvo en las que están ubicadas en las calles donde el tráfico está restringido, y en las que los profesionales sólo tendrán reservadas las plazas por la mañana. La medida viene a aliviar en cierta medida la situación de un sector que ya de por si trabaja a contrarreloj y que, desde que se recortaron los horarios para acceder a las calles peatonales de la capital alavesa, vive cada jornada como si tuviera que batir el récord de la hora.

Los comercios abren a las 10.00 horas, algunos incluso las 10.30 horas, y para las 11.00 todas las mercancías de estas calles tienen que estar en sus respectivos establecimientos. De no ser así, hay que recurrir a las zonas de carga y descarga y echar mano de la carretilla. A los repartidores del centro la medida de unificar los horarios de carga y descarga les parece correcta, pero el principal problema siguen siendo las apreturas con las que tiene que trabajar en las calles peatonales.

Nelson Yepes trabaja sobre todo en el Casco Medieval, y por ello no le afecta mucho la limitación horaria en las calles del centro, pero asegura que “los compañeros que hacen Dato y San Prudencio están muy alterados, no da tiempo, y la verdad es que si se ampliaran los horarios les sería mucho más fácil. Yo no tengo problemas -insiste-, pero alguna vez que me toca ir por abajo si que he andado más apretado”. La Kutxi, donde descarga sus cajas de bebida Nelson, está llena de furgonetas que reponen los arcones de bares y restaurantes, al igual que la plaza de los Celedones de Oro, y también la calle Dato. Allí está Luis Alberto González, que junto con otros dos compañeros reparte cajas y cajas de Coca-cola por los bares de la zona.

pillado por la cámara Más que la unificación de horarios en las zonas de carga y descarga, a Luis Alberto le gustaría que los conductores respetaran estos espacios. “A veces uno no encuentra aparcamiento; los particulares no entienden que esos sitios no son suyos, mucha gente no es consciente, y si luego yo me paro en doble fila enseguida tengo la multa”, señala el joven, cuya aportación a la economía del municipio está siendo desmesurada en los últimos tiempos, principalmente por sobrepasar el horario establecido en la zonas peatonales. “A mí me alcanzaron a multar como tres veces, y a veces ni siquiera me multaba el policía, la cámara me cogió dos veces en San Prudencio y una en la Virgen Blanca, y es un marrón, son 600 pavos si no las pagas en el momento. Es terrible para uno, después de estar todo el día aquí mojándose, y encima con la crisis”, lamenta.

Luis Alberto insiste en que con los horarios actuales no es posible realizar bien su trabajo. “No da tiempo, a mí me toca salirme hasta Correos a aparcar, o a Florida, para llevar 30 cajas a un bar. ¿Cuántos viajes hago con la carretilla para llevarle 40 ó 50 cajas de Coca-cola al bar Victoria desde la calle Florida? No puedes estar toda la mañana haciendo un bar”, afirma. Por ello, este transportista reclama que los horarios de las zonas de carga y descarga se trasladen también al centro peatonal. “Sería mucho mejor, tendríamos más margen”, explica.

“Estamos un poco jodidos, la verdad, tenemos que hacer cada cosa... Si alargaran los horarios también aquí sería lo mejor”, asegura Gustavo Benítez, que, agobiado por las prisas, distribuye la mercancía de su furgoneta en bares y discotecas de la zona. “Cuando se nos acaba la hora tenemos que ir donde se puede y tirar de carretilla”, afirma este joven profesional.

“no da tiempo” Iñigo Ruiz de Eguino también anda apurado. Subido en su camión, aparcado junto con otros muchos vehículos de reparto junto al Caminante, apila paquetes de cartón que luego distribuirá por los comercios de la calle San Prudencio. A Iñigo todavía no le han caído multas por andar por el centro más allá de las 11.00 horas, pero sí varios avisos de la Policía Local. “De todos modos, es que no da tiempo, en una hora desde que abren las tiendas es imposible repartir, y a las 8.00 horas -cuando se permite el paso a estas calles a los transportistas- no está nada abierto”, señala el joven, quien asegura que ya cuando se podía andar por San Prudencio hasta mediodía había veces en que costaba acabar a tiempo. “Si fuera hasta las 13.00 horas no tendríamos problemas”, señala.

En Caracola, la tienda de cómics, chucherías y regalos de la calle San Prudencio, Pablo Gorosabel es testigo cada mañana de cómo se las han de ver los repartidores para hacer bien su trabajo. Más allá de que se unifiquen los horarios de carga y descarga, el problema es que los transportistas no tienen margen para trabajar en el centro, y si aparcan en las áreas establecidas para ellos en Florida o San Antonio toca hacer viajes y más viajes para dejar el género. “A nosotros no nos supone molestia, nos da igual porque nos llegan las cajas, pero los transportistas se quejan de que las tiendas abren a las 10.00 o las 10.30 y les es imposible hacerlo. El problema es que en media hora no puedes hacer toda la calle, es tan sencillo como eso, tienen que aparcar en otros sitios; para ellos, supongo, es un problema fundamentalmente de tiempo. A nosotros, bueno, si no llega las 10.00 horas llegará a las 13.00, pero llegará”.

Sentado al volante de su furgoneta, y antes de partir hacia un nuevo comercio, Giovanni Navarro repasa sus papeles. El joven se dedica a limpiar cristales por la zona centro, y es un asiduo por tanto de las zonas de carga y descarga, pues en el horario restringido no tiene margen para realizar su trabajo. “Yo lo llevo muy mal porque hay que currar más apresurado, pero los sobrellevamos, a todo te acostumbras”, explica Giovanni, que dice haber sido sancionado alguna que otra vez por entrar al centro fuera de hora.

Giovanni apuesta por ampliar también los horarios en esta zona, “significaría que piensan en nosotros”, afirma el joven, que no reparte paquetes pero vive la misma situación que el resto de profesionales que se mueve en furgonetas o camiones por la zona. “Yo limpio cristales, pero estoy aquí igualito que los demás, y me ponen las multas igual también”, afirma Giovanni, que a partir de las 11.00 horas tiene que desplazarse cargado con el cubo y los demás aparejos asociados a su trabajo por las calles del centro.

Hace ahora un año que entró en vigor la restricción horaria para los repartidores, que va pareja a la de las bicicletas, y la medida vino acompañada de una ampliación de las zonas de carga y descarga de los alrededores del centro, así como de los horarios de las mismas, una extensión temporal que ahora se aplicará al resto de la ciudad.