en la calle Pío XII de Gasteiz, a escasos metros de la renovada Plaza de Abastos, existe un rincón que no se rige por los cánones del comercio internacional, habitualmente caracterizado por las relaciones asimétricas y detonante de la desigualdad y la pobreza. Ahí, en el número 18 de esta céntrica arteria, se practica todo lo contrario a lo que promueve ese capitalismo salvaje, el comercio justo, un intercambio económico solidario que permite el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos y que tiene como bases el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente o la igualdad entre hombres y mujeres. Café de Colombia, Honduras o Tanzania, chocolates y otros elaborados de cacao, tes de Sri Lanka e India, arroz de Tailandia, telas africanas, artesanía... Decenas de productos de países del Sur en los que la explotación laboral se encuentra a la orden del día, una lacra ante la que el llamado primer mundo mira hacia otro lado. “Habitualmente vemos documentales de las pésimas condiciones laborales que sufren las mujeres que trabajan en el sector textil de Bangladesh o de los niños que recogen el cacao en Costa de Marfil. Pero luego, cuando compramos aquí, no vemos la repercusión que eso tiene”.

Habla Carmen Biain, responsable del área de comercio justo de la ONG Medicus Mundi en Álava, que tiene en esta tienda inaugurada hace ya cinco años, en 2009, su centro de operaciones. Un comercio justo que abre sus puertas durante todo el año pero que desde el pasado lunes 1 ha comenzado su campaña especial de Navidad con más espacio disponible y más productos a la venta, aunque con la misma filosofía de siempre: “Partimos de una base de justicia, ofrecemos productos de calidad a buen precio y favorecemos la creación de una sociedad mejor para todos”, sintetiza Biain. Al margen del género procedente de países subdesarrollados, Medicus Mundi también tiene un espacio para los productores estatales, con los cosméticos y el cava catalán como ejemplos. Además, la tienda sirve también como punto de distribución de cestas de productos ecológicos procedentes de tres explotaciones alavesas. “Nuestro objetivo es trabajar con gente de otros países, pero la filosofía del comercio justo no está reñida con el producto local, porque sufre las mismas consecuencias del funcionamiento del sistema”, explica Biain.

Pasado el mediodía, el trajín de clientes no cesa en la tienda, tanto el de los habituales como el de los que se han topado con ella por primera vez. Es el caso de Guillermo García, vecino de Logroño, que ha acudido a Gasteiz a acompañar a su novia a una cita con el médico y, dando un paseo, ha encontrado este espacio. García es un usuario habitual de este tipo de comercio. “Intento comprar para hacer regalitos, tanto por la ayuda como porque las cosas están muy bien”, justifica. En este caso, el joven se lleva un pequeño y curioso Belén hecho en Perú para unas amiga que colecciona nacimientos. “De momento la cosa va bien, sin muchas aglomeraciones, aunque la gente ya se va enterando de la campaña”, asegura de nuevo Biain.

Además de los productos habituales de alimentación, la tienda incorpora durante estos días otros artículos típicos de la Navidad como los turrones. No obstante, el área donde más se han reforzado sus estanterías es en la artesanía, pensando en ese cliente potencial que busca un regalo para estas señaladas fechas. Un sector que, según certifica la responsable de comercio justo, está siendo especialmente castigado en los últimos tiempos, no tanto por la manida crisis económica sino por “un cambio de tendencia o de estilo a la hora de regalar”.

La amplitud de la tienda ayuda también a que el género disponible sea mayor durante estas fechas prenavideñas y lo que aún queda por delante, ya que la campaña no concluirá hasta el próximo 5 de enero. Aunque habitualmente el local es más pequeño, la apertura de unas puertas abatibles permite incrementar su espacio hasta los 100 metros cuadrados. Nada que ver con el pequeño espacio con el que la ONG contaba en sus inicios en el sótano de la vieja Plaza de Abastos. “Llevábamos bastantes años con esto, pero sin un espacio en condiciones de cara al público. En la plaza abríamos algún día a la semana un local cedido por los comerciantes, pero no daba más de sí. Entonces buscamos un local cercano, para que los clientes no se despistaran mucho, y con un alquiler asequible. Ahora es un local que se ve al pasar y nos conoce mucha más gente, así que no nos hemos arrepentido del cambio en ningún momento”, se felicita Biain.

las habituales Tener más visibilidad, naturalmente, ha ayudado a la ONG a contar con una bolsa mayor de clientes habituales, como es el caso de Gurutze Otxoa de Txintxetru. Esta bilbaína residente en Gasteiz, pese a que vive “en la otra punta” de la ciudad, no duda en acercarse frecuentemente hasta Pío XII para comprar artículos de alimentación o, como en este caso, “un regalito para unas amigas”. Un estuche, propóleo, una tableta de chocolate... “Vengo por el tipo de tienda que es, por lo que significa, y por el producto que tiene. Hace muchos años que conozco este tipo de comercio y vengo a por cosas concretas durante todo el año”, asegura Otxoa de Txintxetru, que anima a los vecinos que aún no hayan catado esta filosofía solidaria a dar el paso. “Merece la pena venir como ir a la tienda de barrio a por unas zapatillas. Por colaborar y porque es más justo”, advierte.

Otra “clienta habitual” es Mari Cruz Domelo, que en esta ocasión ha acudido a la tienda a por su “chocolate preferido y café”. “Me gusta el sistema de la tienda y de consumo que fomentan. Tienen cosas muy majas y a buen precio”, remarca Domelo, que no descarta volver otro día a por algún regalo navideño. “Han traído fragancias y han ampliado la cosmética... El cambio de local ha sido a mucho mejor, porque es más cómodo, visible y se ha mejorado mucho en cuanto al producto”, certifica.

Tras el mostrador se encuentra también Zuriñe Garmendia, una de las numerosas voluntarias con las que cuenta Medicus Mundi en la ciudad. Esta joven, que ahora se encuentra desempleada, acude a la tienda todos los jueves para echar una mano de forma desinteresada, una labor si cabe ahora más necesaria durante la ajetreada campaña de Navidad. “De cara al comprador, es una forma de aportar algo al agricultor y al artesano, que son los grandes beneficiados del comercio justo. Reciben más por su trabajo en contraposición al resto de comercio”, explica Garmendia. “Detrás de cada producto hay un proyecto de gente que quiere salir adelante con su esfuerzo”, añade en este mismo sentido Biain.

Una idea en la que también coincide María Ángeles Osés, otra cliente gasteiztarra que, según reconoce, se acerca a la tienda menos de lo que le gustaría. “Siempre pienso que debería venir más porque tienen cosas bonitas. También es importante apoyar una buena causa, porque se genera otro movimiento, una dinámica de ofrecer un comercio diferente y con el que se crea algo a cambio”, celebra Osés. Un original nacimiento y un calendario integran su particular cesta de la compra en esta ocasión, dos artículos muy propios de la época.