Vitoria. "Llevamos ya más de 30 años con lo mismo". La frase mezcla hartazgo y reivindicación. Es el sino de Eginaren Eginez, la asociación que agrupa a personas con diversidad funcional en Álava. La entidad nació en el año 1979 con la intención de pelear por los derechos de este colectivo, de lograr mejoras de accesibilidad, de pelear por unas medidas que, al final, mejoran la calidad de vida de toda la población. Y, en la actualidad, esa lucha se mantiene. Casi igual. Se han logrado avances, pero aún hay que recordar a las instituciones que exijan el cumplimiento de la ley. Eginaren Eginez parece una voz de la conciencia de entidades como el Ayuntamiento de Vitoria o la Diputación alavesa. Un Pepito Grillo de la accesibilidad que no quiere callarse.

Helena Espizua es una de esas voces. Esta integrante de Eginaren Eginez intervino el pasado día 2 en el Pleno municipal, en Vitoria, para pedir al Consistorio que no ahogue el servicio de asesoría jurídica de la asociación o que no prueben las plazas de aparcamiento para embarazadas en espacios para personas con movilidad reducida. Estos son dos caballos de batalla, pero hay muchos más. Eginaren Eginez critica que los puntos de atracción turística de esta Semana Santa eran inaccesibles, exige que se cumplan las ayudas individuales para que las personas con discapacidad logren una mayor autonomía, y ha protagonizado campañas como Ponte en mi lugar, que busca sensibilizar a la población sobre los problemas para transitar para la ciudad, acudir a un espectáculo o acceder a los servicios públicos. Espizua explica en qué lugar está ahora mismo Vitoria en materia de accesibilidad.

Vitoria ha recogido este lunes el premio Reina Sofía de accesibilidad de municipios. Sin embargo, Eginaren Eginez no lo ha celebrado precisamente.

No, no es una buena noticia. Porque lo que es un derecho no debería ser susceptible de recibir premios. Hay que hacer lo que corresponde. La ley es muy clara y hay que cumplirla. Además, en este tema el Ayuntamiento no ha mostrado todo lo que ocurre en la ciudad.

¿Teme que la ciudadanía se quede con la idea de que Vitoria está a la cabeza en materia de accesibilidad?

Desde siempre, el Ayuntamiento de Vitoria ha estado muy pendiente de vender imagen. Desde siempre. Ha ocurrido con los diferentes gobiernos municipales, da igual el color político. Ya fuera la Vitoria social o ahora la Vitoria verde, se ha intentado vender una imagen. Y, aunque haya habido avances, hay que tener claro que en materia de accesibilidad queda mucho por hacer.

Eginaren Eginez siempre defiende que su pelea ayuda a toda la ciudadanía. ¿Notan que son respaldados?

Creo que en cuestión de accesibilidad sí. Sobre todo al ver que cada vez hay más gente mayor, y quienes andan en silla de ruedas o quienes usan bastón. Pero también debemos contar con otros tipos de problemas de movilidad, como quienes empujan sillas de niños o usan muletas de forma temporal. Y la idea más repetida que nos dice la gente es que, hasta que no había tenido un problema así, no se había dado cuenta de qué es un problema de accesibilidad.

Pero a las instituciones les pide algo más.

Las instituciones no pueden escudarse en que no les ha pasado algo así. Tienen que cumplir.

Si la ley es tan clara, ¿por qué no se cumple?

Faltan información y más vigilancia de que se cumpla la normativa. No deberían otorgarse licencias de apertura si no se cumple. Porque incluso en los barrios nuevos siguen detectándose problemas. Si no se pueden poner rampas, hay ayudas técnicas...

¿Siempre hay alternativas para adaptar edificios?

Basta con ver los ascensores en la Catedral Santa María. En su momento se pensó que era imposible. Y, mientras, se hacen visitas guiadas en Semana Santa a recintos como Villa Suso, Escoriaza Esquível o Elvira Zulueta, que es la sede de la Green. Llevamos tres legislaturas diciendo que el tren turístico Gasteiztxo no es accesible, y hemos intentado de forma insistente que el teatro Principal lo sea, porque sólo cuenta con una plataforma para acceder a un palco, que tienen otro precio.

¿La sensación es de hartazgo?

Hay mucho desgaste, pero la fuerza no la perdemos.

¿La crisis dificulta que se apueste por la accesibilidad?

Lo que de verdad encarece un proyecto es hacer la obra y, luego, tener que cambiarla. Pero, a priori, un proyecto bien hecho y accesible no tiene por qué ser más caro.

¿Hay ejemplos a seguir en esta materia de accesibilidad?

Muchísimas farmacias de la ciudad, por ejemplo. Y eso se debe, en concreto, a que la ley de farmacias exige que sean accesibles. Por eso las puertas se abren automáticamente, parte del mostrador es más bajo... ¿Por qué no ocurre algo así con otros negocios? Porque luego hay baños adaptados que se usan como almacén en los bares o incluso en los centros cívicos, las barras más bajas sirven para colocar la pata de jamón, una planta o los abrigos de los clientes (risas). Aún hay muchos comercios a los que podemos acceder pero no desenvolvernos, y otros que sí. Pero, en cualquier caso, el urbanismo tampoco es el de hace treinta años. Sólo faltaba.

¿Cuál es su balance en materia de transporte en la ciudad?

Habilitar plazas para embarazadas nos parece perfecto, pero no a costa de los derechos de otro colectivo, en este caso de los espacios reservados para personas con diversidad funcional. Es una medida irreflexiva y populista, que debería haberse planteado en los consejos de participación. Se podían haber establecido, por ejemplo, plazas de familia. Nosotros siempre hemos defendido un concepto amplio de accesibilidad, por eso dimos el visto bueno al uso en los autobuses urbanos de los espacios para viajeros con movilidad reducida para que vayan carritos de bebés, aunque la normativa da prioridad a los primeros.

¿Eso genera encontronazos?

Pues sí. Alguna vez, sí. Por que, ¿quién se baja si la familia ya está montada? En el tranvía, por ejemplo, nadie se mueve.

¿El tranvía de Vitoria ahora peca de inaccesible?

Este tema está en los tribunales. Los apeaderos no cumplen las medidas necesarias. Las máquinas expendedoras tampoco. Y, luego, sólo se puede acceder por los dos extremos [los únicos que tienen una pestaña para poder acceder al vagón], no por cualquier puerta. Eso es incomprensible.

¿El metro ligero ha sido entonces una decepción?

Sí. Porque es un transporte cómodo, muy bueno, pero es una pena.

¿Han oído mucho eso de que Eginaren Eginez es un Pepito Grillo?

Sí, sí, sí (risas).

La reivindicación parece clave en el funcionamiento de la asociación. La lucha es permanente.

Es continua. Pero hay que tener claro que es nuestra característica desde 1979. Siempre hemos trabajado en la misma línea. Y no sólo hablamos de discapacidad, sino que lo abordamos de forma transversal. Por eso estamos en todos aquellos foros donde se ve cómo respira esta sociedad. Y no sólo hablamos de las barreras físicas, porque hay más. Peleamos por que se nos vea como ciudadanos de pleno derecho.

La clave es que una persona con diversidad funcional no tiene por qué pedir siempre ayuda para acceder a un comercio, a una institución, a un servicio...

Nuestra meta es lograr una vida autónoma independiente. No nos vale aquello de No importa, ya te ayudo. Queremos hacerlo nosotros. Y en Álava aún faltan recursos para posibilitar la vida independiente, y uno de ellos por ejemplo es el tema de la asistencia personal, que en determinadas ocasiones hace falta.

¿La Diputación es receptiva?

Con la Diputación falta diálogo, faltan mecanismos de participación, aunque participamos en un grupo de trabajo. También hemos denunciado que aún no hemos recibido las ayudas individuales de 2011.

Los presupuestos del Ayuntamiento han dado mucho que hablar a la asociación. Por el recorte de 27.000 a 2.700 euros en el servicio de asesoría jurídica. ¿Cómo recibió la noticia?

En realidad nos enteramos al ver el primer proyecto presupuestario, el que presentó el equipo de gobierno en enero.

¿Se esperaba un recorte así, dada la actual situación económica?

No lo llamaría recorte, sino prácticamente la desaparición de un servicio que, al final, atendía a toda la ciudadanía, porque también asesorábamos por ejemplo a una comunidad de propietarios que quería hacer una obra. Es una pérdida del 90%. Cuando se dice que la situación es grave, piensas en una rebaje del 12% por ejemplo, pero no algo así. Y no nos han dado explicaciones.

¿Este año no habrá servicio?

No se puede mantener así.

¿La batalla está perdida?

En la asociación no hacemos una política de despachos, pero nuestra línea tampoco es dar algo por perdido. Habrá que ver si se debaten los Presupuestos o no. Es complicado, pero seguiremos.