vitoria. Zabalgana es la Vitoria del futuro, pero sus necesidades están más que presentes. Los primeros residentes llegaron hace cuatro años y, en la actualidad, el barrio ya supera los 14.000 habitantes. La mayoría ronda la treintena y posee una VPO. Una zona que surgió para resolver el problema de la vivienda ahora exige a los políticos de la ciudad que piensen en el siguiente paso. La asociación vecinal Zabalgana Pasabidea echa en falta equipamientos educativos, un centro de salud, el centro cívico... Pero su portavoz, Mario Calvo, exige menos promesas y más realidades. Algo difícil ante la cercanía electoral.

¿Qué diferencia a Zabalgana de otras zonas de Vitoria?

El problema principal de Zabalgana es que muchos equipamientos han llegado a tarde, y que muchos de ellos aún están por llegar.

Es una crítica recurrente del barrio: las infraestructuras se crean en respuesta a unas necesidades, pero no a una previsión.

Eso es triste, porque genera desconfianza en la clase política. Nuestra asociación siempre ha apostado por no hacer protestas sin propuesta.

Zabalgana Pasabidea tiene fama de asociación moderada...

Intentamos serlo. Pero cuesta hacerlo cuando te das cuenta de que muchos grupos políticos siguen pensando en el corto plazo, aunque haya necesidades que obligan a hacerlo a largo. Necesitamos más previsión. Los políticos deberían hablar más de los ciudadanos y menos de ellos mismos. Porque, cuando hay diversas instituciones implicadas en algún proyecto, la falta de coordinación es evidente. La primera piedra del barrio se puso en 2003 y me parece increíble que, en seis años, nadie pensara en la necesidad del colegio.

El alcalde, sin embargo, destacó en su blog la rapidez con que se han equipado los nuevos barrios.

Sí es verdad que en los dos últimos años se han hecho cosas. Se han abierto los CEP de Zabalgana y Mariturri, se ha abierto la guardería... Pero es que deberían haber estado mucho antes. Hace, al menos, cuatro años. Y ahora deberían estar ya preparando un centro de Secundaria.

¿Los vecinos de Zabalgana deben desplazarse ahora hasta el centro para cubrir necesidades básicas?

Uff. Para bastantes cosas.

¿A qué centro de salud acuden?

A San Martín. Pero, por suerte o por desgracia, aún hay un porcentaje elevado de vecinos que sigue acudiendo al médico de la zona donde vivía antes. El ambulatorio es una necesidad obvia. Y más en un barrio con tantos niños, que a menudo pasan revisiones con los pediatras.

¿Qué otras urgencias sufre el barrio?

Tenemos un problema con la falta de pequeño comercio. Carnicerías, pescaderías, fruterías...

¿Es un riesgo para estos negocios instalarse en Zabalgana?

Creo que aquí las oportunidades de negocio son altas. Y la mayoría de los negocios que han llegado se mantienen, salvo dos o tres.

La crisis no habrá ayudado. El desarrollo de Zabalgana ha coincidido con una época más que difícil...

Sí. Con la crisis se ha notado un parón, sobre todo en la zona más consolidada del barrio.

Las necesidades de Zabalgana aseguran la presencia del barrio en los debates electorales. ¿Cree que el barrio puede beneficiarse de ello?

El volumen de residentes del barrio asegura esas promesas electorales, pero lo que pedimos es que las ideas no sean humo, sino que se plasmen.

¿El centro cívico marcará un antes y un después en la llegada de equipamientos a Zabalgana?

Siempre he dicho que hasta que no vea que se ha puesto la primera piedra no diré que un proyecto ha arrancado.

La polémica en torno al BAI Center ha salpicado a este centro cívico. Hay partidos que auguran retrasos en su construcción. ¿Este enfrentamiento ha confundido a los vecinos?

Resulta curioso que, faltando equipamientos, se utilice ese dinero de la ciudad. Sorprende mucho que haya dinero para unas cosas y no para otras. Sin entrar a valorar el proyecto del BAI Center. Y, sí, esa disputa genera incertidumbre. Los políticos deberían hablar más para que los proyectos no varíen en función del color político, porque así siempre estaremos dando un paso adelante y otro atrás.

¿Le convence el proyecto que ha presentado el gabinete Lazcoz, de varios edificios de una altura y con un anfiteatro?

Sobre el papel gusta, aunque ya sabemos que el papel lo aguanta todo. Pero la idea de fomentar el teatro infantil en un barrio donde 2.000 de sus 14.000 vecinos son niños puede funcionar. Y la ubicación del proyecto [entre las calles Juan Gris, Labastida y Portal de Zuazo] también es la adecuada.

Zabalgana Pasabidea ha criticado en varias ocasiones que el barrio carece de infraestructuras de ciudad. ¿Faltan razones para venir al barrio?

No es que no haya nada en el barrio, porque hay muchas zonas peatonales, pero se echa en falta un equipamiento de ciudad. No hay proyectos que animen al resto de vitorianos a venir al barrio. A pesar de que sí hay negocios hosteleros que se están moviendo y organizando actividades. Y, por ejemplo, aquí se han instalado asociaciones como Hirukide y Aspace, y siempre ayuda que haya más colectivos sociales.

Otro tema de actualidad son los problemas con la malla de un bloque de VPO en Borinbizkarra. ¿Qué le parece que esta situación haya ocurrido en una promoción pública?

La VPO debería tener un seguimiento mayor. Este caso ha salido a la luz porque unos vecinos se han movilizado muy bien y parece que le van a dar una solución adecuada, pero esto nos debe hacer reflexionar. Hay muchos casos de problemas de acabados en las comunidades.

Sobre las VPO de los nuevos barrios, en general, se habla mucho a pie de calle. A menudo se critica su modernidad.

Un cambio siempre genera sorpresa. Cuando un modelo de vivienda cambia, eso puede gustar o no. Hay quien nos dice que no podría vivir en este barrio, por sus espacios grandes, su frialdad, su baja densidad... Y también es verdad que hay arquitectos que parece que no saben para qué zonas ideaban estas viviendas. Porque una casa puede ser bonita, pero sobre todo debe ser práctica. Y aquí hay edificios con unos gastos en calefacción enormes, donde no se pueden poner persianas, donde el agua y la nieve llegan hasta la puerta de casa... Son pequeñas cosas, pero para el vecino que le toca son un marrón.

Pero incluso de la estética también se duda. Se habla mucho de los edificios de colores...

A mí eso me gusta. Da otro aire a la zona. Todo tiene su encanto.