VITORIA. El proyecto de doce chalés bioclimáticos de Ibaiondo, los situados en el extremo de este barrio de Vitoria, por fin empieza a ver la luz al final del túnel. Tras cinco años de pesadilla, en los que ha habido falta de interés de las promotoras, desfases económicos y crisis en una constructora, el Ayuntamiento ha dado su aprobación para que los propietarios ocupen sus hogares.

Los propios vecinos solicitaron en agosto al Ayuntamiento que les concediera la licencia de primera ocupación a pesar de que, por las penurias asociadas a la promoción, no han podido afrontar dos de las condiciones exigidas a estas edificaciones bioclimáticas: la instalación de placas fotovoltaicas y sistema de gestión de aguas. Los técnicos municipales, arquitectos y directores de la obra, sin embargo, están de acuerdo en que las viviendas sean utilizadas. Esa notificación supone que, por fin, un proyecto ya bautizado como gafe esté en disposición de cambiar su sino.

Este proceso forma parte de un proyecto más general para apostar por hogares bioclimáticos en Ibaiondo. El 15 de noviembre de 2004, el Ayuntamiento adjudicó por sorteo estos chalés a precio tasado a doce titulares. Una de las condiciones clave era que el precio máximo de las viviendas no superase en un 75% el coste de la protección oficial vigente hace ahora cinco años. Debido a ese límite -unos 240.000 euros-, junto a las exigencias medioambientales de los edificios, resultó difícil encontrar a constructoras interesadas en la promoción. De hecho, el precio de los terrenos, después de varios intentos fallidos para subastarlos, se fijó en 761.945 euros. Sin embargo, el 18 de marzo de 2005, el Ayuntamiento adjudicó la promoción a la cooperativa Bertoko Etxeak, que puso sobre la mesa una oferta económica mucho más ventajosa para las arcas municipales: 1.010.655 euros.

La cooperativa y los adjudicatarios unieron formalmente sus caminos ya en noviembre de 2005, cuando los vecinos, siguiendo las indicaciones de la gestora Bildoges -que hasta ese momento formaba parte de la cooperativa-, tuvieron que pagar 12.000 euros para formar parte de Bertoko Etxeak y, como tal, convertirse también en promotores de sus propias viviendas. Ya desde entonces, los dueños se dan cuenta de la dificultad para llevar a cabo la promoción al precio tasado.

La construcción de los chalés acabó adjudicándose a la empresa Urazca por más de 2,26 millones de euros. Eso sí, ese montante no incluía ni las placas fotovoltaicas ni el sistema de gestión de aguas, pues ambas, valoradas en 300.000 y 60.000 euros respectivamente, encarecían de forma notable el coste. Y, cuando las obras por fin salían adelante, la crisis echó el freno a la promoción: la constructora entró en concurso de acreedores y abandonó el proyecto en marzo de 2008. En agosto comenzaron de nuevo las obras, esta vez en manos de Construcciones Argoy. El presupuesto para rematar los chalés rondaba en ese momento, según especifican los propietarios, los 1,47 millones. Y eso sin contar, de nuevo, con las conocidas placas fotovoltaicas y el sistema de aguas.

La situación para los adjudicatarios/promotores se convirtió en un drama. Pese a ser beneficiarios de una vivienda tasada, veían cómo los incrementos se sucedían hasta rondar los 32.000 euros por casa. Incluso hubo dos socios que se dieron de baja, lo que obligaba al resto a asumir los gastos de esas viviendas hasta que se encontraran nuevos adjudicatarios. Ante este panorama, desde la cooperativa se pusieron el pasado mes de agosto en contacto con el Ayuntamiento para solicitarle la licencia de primera ocupación. La respuesta del Consistorio llegó hace apenas unas semanas y, por primera vez en este proceso, fue una buena noticia.

El escrito, firmado por el concejal de Urbanismo, Juan Carlos Alonso, recoge que la licencia puede concederse a pesar de incumplirse varios de los aspectos del proyecto. Es más, tanto los arquitectos responsables de la promoción como la dirección de la obra demostraron no tener objeción para que los adjudicatarios pudieran acceder a sus nuevos hogares. Por ello, el Consistorio da por cumplido el contrato de enajenación de la parcela afectada por estas viviendas unifamiliares. Los propietarios pueden empezar a despertar ahora de su pesadilla bioclimática.