vitoria. "La legislatura en España, que está a pocos meses de finalizarse, está obligando al Gobierno Zapatero a adoptar decisiones difíciles para nuestros intereses electorales". El lehendakari, Patxi López, se reunió ayer al mediodía en Lehendakaritza con los altos cargos de su Gobierno para analizar la situación política tras las elecciones de mayo y fijar los objetivos de cara a la segunda mitad de su mandato, para retomar el pulso pero también para reivindicar el trabajo hecho. Y lo hizo poniendo tierra de por medio con extraordinaria nitidez respecto al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero también achacó los malos resultados del PSE-EE el 22 de mayo, entre otras cuestiones, a Bildu, cuya presencia en los comicios atribuyó a la "derrota de ETA": "Es decir, nuestros logros, de alguna manera y como daño colateral, nos han debilitado electoralmente". Razón por la que, entre las tareas para después del verano, el Ejecutivo vasco se han impuesto una propuesta "que nos vuelva a situar, como lo estuvimos durante el proceso de paz, en primera línea de la política de pacificación y convivencia".
Pocas veces ha admitido López con tanta claridad las dificultades que para su Gabinete supone la línea caliente que mantiene el Gobierno de Zapatero con el PNV, socio clave para su sostenimiento durante los últimos cuatro años y con especial preponderancia en los últimos meses. No ha sido plato de gusto para el líder de los socialistas vascos tener que asistir prácticamente como convidado de piedra a la negociación de transferencias más importante desde el primer bloque tras la aprobación del Estatuto de Gernika, con episodios sangrantes como el retraso de las políticas activas de empleo.
Tampoco las reformas económicas emprendidas desde La Moncloa para encarar la crisis han hecho ningún favor electoral al PSE-EE. López también fue claro al respecto, subrayando que "Euskadi está mucho mejor que España" pero "desgraciadamente, en buena parte esta realidad está tapada bajo el manto de la mala situación en España y bajo la imagen de una mala gestión de la crisis por parte de su Gobierno". "Cada vez que se publican los datos [del paro] en España, parece que los tenemos todos en Euskadi", se lamentó amargamente ante el núcleo duro del Gobierno Vasco.
López pone distancia respecto a un Zapatero en retirada -aunque tenga intención de agotar la legislatura-, tras de haberle lanzado un órdago días después de las elecciones para evitar las primarias en el PSOE. El guante de aquel congreso extraordinario que acabó en conferencia política para renovar el discurso y las propuestas del partido desde la izquierda, López lo ha recuperado para darle forma de propuesta "de regeneración democrática" que desliga del 15-M para enclavarlo en el "pensamiento progresista".
Es una de las tareas que el Gobierno Vasco se pone para después del verano. Otra destaca: "Una propuesta que nos vuelva a situar, como lo estuvimos durante el proceso de paz, en primera línea de la política de pacificación y convivencia". La iniciativa no es gratuita. En las reflexiones que han hecho los socialistas vascos sobre la debacle del 22 de mayo cunde la idea de que el PSE-EE ha pagado en las urnas el aparecer, arrastrado en parte por el Gobierno de Zapatero, como quienes han intentado bloquear a Sortu y Bildu y, por extensión, el proceso de paz y normalización política.
En su discurso, López subrayó la "derrota de ETA": "Ya no hay marcha atrás". "Por eso, porque hemos ganado, porque los hemos vencido políticamente, Bildu se ha podido presentar", explicó para añadir que ese "logro, de alguna manera", ha debilitado electoralmente al PSE. Una situación, la de la erosión de votos causada por Bildu, que extendió al resto de partidos, con especial incidencia al PNV, al que reprochó otra vez haber rechazado un acuerdo en la Diputación de Gipuzkoa o el Ayuntamiento donostiarra: "Como siempre, busca cargar en hombro ajeno la responsabilidad del país para cobrar él los dividendos".
De este modo, López retomó el punto de encuentro, que fue uno de los leit motiv de su campaña de 2009, para reivindicar al PSE como "los únicos que podemos dar coherencia a Euskadi, a los tres territorios como un único país" en una "Euskadi casi tribal, en la que cada territorio tiene un color político".