Desde que nuestros abuelos o bisabuelos vivieran la irrupción en sus vidas de la primeras radios ha pasado un siglo.

Pero yo, en mis cincuenta años, he visto muchos más avances tecnológicos que ellos: la tele pasó de ser en blanco y negro a color con el Mundial 82, a finales de los 80 las máquinas de escribir se volvieron electrónicas.

Estas tenían cierta memoria y nos permitían no equivocarnos y tener que rectificar lo escrito, luego llegaron los ordenadores, los aplicativos de mensajería interna, Internet, el correo electrónico y los primeros teléfonos móviles.

Después, los smartphones, las redes sociales y la mensajería instantánea. Ahora, lo último, es la inteligencia artificial. 

Hace tiempo que expresiones como nuevas tecnologías se han quedado obsoletas por lo evidente aunque se sigan empleando: para empezar, ya no son nuevas. 

Progreso tecnológico

En apenas 15 años hemos pasado de llevar nuestras cuentas en una libreta a facturar con Ticketbai. La comunicación se ha democratizado y ahora cualquier empresa puede abrir una cuenta en una red social y hablar de tú a tú con sus clientes, personajes famosos o lanzar campañas publicitarias y promociones de forma directa.  

Y lo último en llegar ha sido la IA, la inteligencia artificial, que se ha desparramado de diversas formas a través de nuestras pantallas en los últimos doce meses.

No es que la IA no existiera antes, de hecho, lleva años incorporada en diversos sectores, como en el de la banca o los seguros, cuyos algoritmos calculan riesgos asociados según diversos parámetros.

Las empresas de fabricación tienen robots que funcionan con IA para las tareas repetitivas, la logística también lleva años trabajando con programas de IA que mejoran y optimizan cargas y rutas. En definitiva, la IA no es algo nuevo.

Lo que sí es una novedad son algunas aplicaciones de IA para el gran público, como chatGPT, Midjourney o Copilot. 

Así, ahora cualquiera puede generar textos, imágenes, vídeos o música a partir de prompts, las instrucciones que se le dan a la máquina para que ejecute lo que queremos.

Por ejemplo podemos pedirle que nos escriba un email, que nos resuma un libro, una película o un documento, que nos dé una receta para aprovechar los restos que tenemos en la nevera.

También podemos pedirle que nos facilite una lista de las cosas que tenemos que meter en una maleta cuando viajamos para que no se nos olvide nada. 

Esto es lo que podemos hacer ahora mismo a tiro de clic desde nuestros teléfonos móviles. ¿Somos conscientes de lo que viene en el futuro? Y no pensemos que ese futuro es lejano, no. Esto va a toda pastilla.

En el futuro próximo las IAs ayudarán en los diagnósticos médicos, habrá menos accidentes de tráfico y, dicen los de McKinsey & Co (los que saben), que la productividad podría aumentar entre un 0,8% y un 1,4% anualmente hasta el año 2030. 

Un mundo a explorar

La inteligencia artificial no es una novedad, pero su expansión actual es un nuevo capítulo crucial en nuestra historia que nadie debería ignorar

Con inteligencia artificial se resucita a Lola Flores para un spot publicitario o a la generala Leia Organa para una película. También se rejuvenece o envejece a cualquiera de nosotros a través de filtros en la red social de tu preferencia. 

Pero (en algún momento debíamos incluir el pero), hay gente que aún no se ha digitalizado. ¿No corremos el riesgo de vivir a dos velocidades? Sí. Aquí no hay medias tintas. Y las dos velocidades cada vez van a ser más opuestas y van a ir más deprisa.

Chat GPT, una de las IA más famosas del mundo Andrew Neel

BRECHA DIGITAL

A mayor digitalización, mayor distancia con las personas que no se hayan digitalizado. Hay quien se atreve a decir que ciertas profesiones van a desaparecer del todo, entre ellas, la de periodista, la de contable o la de matemático. Puede que sí o puede que no.

Lo que es seguro hoy es que digitalizarse no debería ser ni siquiera una opción cuestionable porque ahora no se trata de ser popular en las redes sociales, o tener muchos amigos que te aplaudan las ocurrencias.

Se trata de sobrevivir, de tener un sustento. Y muchos trabajos se van a ver salpicados de una forma u otra por esta tecnología. 

Ninguna revolución ha venido sin cambios profundos a todos los niveles.

La inteligencia artificial no es una novedad, pero su expansión actual es un nuevo capítulo crucial en nuestra historia que nadie debería ignorar.

Esta nueva revolución digital no es un simple cambio de página, es un nuevo capítulo en nuestra historia: es el momento de abrazar el cambio con cabeza y previsión, para que nadie se quede atrás. Es responsabilidad de todos y todas. ¿Estamos listos para ello?