Los partidos de baloncesto siempre son muy largos y en ocasiones existe margen suficiente para poder reaccionar si un equipo esgrime virtudes como la fe o la fortaleza mental.

Sin embargo, un solvente arranque siempre resulta fundamental para adquirir toneladas de confianza, evitar que el rival de turno se suba a las barbas y, en definitiva, sentar las bases de la victoria.

En este sentido, la labor del Baskonia está dejando bastante que desear en los últimos tiempos. Con un grado de intensidad y concentración en los albores impropio de un grupo al que le debería ir la vida desde que el balón se lanza al aire, el conjunto vitoriano se encuentra cada vez más abonado a ejercer el rol de perseguidor incansable.

No en vano, el alarmante déficit en cuanto a solidez y dureza le hace ir siempre a remolque en cada partido. Y eso ante adversarios de cierta enjundia, especialmente en la Euroliga, se paga muy caro debido al considerable desgaste que ocasiona a nivel mental el hecho de estar permanentemente por detrás en el marcador.

Todos los días no se pueden protagonizar remontadas milagrosas pese a que la célebre táctica del conejo popularizada en su día por el malogrado Manel Comas funcionó, por ejemplo, el pasado domingo ante el Río Breogán.

El alarmante déficit en cuanto a solidez y dureza le hace ir siempre a remolque en cada partido. Y eso ante adversarios de cierta enjundia, especialmente en la Euroliga, se paga muy caro por el desgaste que ocasiona a nivel mental

Tras una matinal torcida desde los albores, los lucenses llevaron la iniciativa en el marcador contra todo pronóstico durante 39 minutos y 58 segundos antes de que un triple de Markus Howard les enviara cruelmente a la lona.

Las sucesivas arengas de Ivanovic para cambiar esta preocupante inercia, visto lo visto, no están surtiendo el efecto deseado en el vestuario. El Maccabi, por citar al último verdugo, circuló a través de una alfombra roja gracias a otro arranque desesperante del Baskonia.

Marinkovic trata de deshacerse del marcaje de Baldwin Srdjan Stevanovic

Dos madrugadores triples de un Lorenzo Brown en estado de gracia anticiparon lo que estaba por venir en Belgrado en una noche de auténtica pesadilla. Desde ese momento, el conjunto vitoriano peleó de forma estéril contra un molino de viento.

El mismo patrón

Las desangeladas puestas en escena azulgranas se repiten una y otra vez para desesperación de todos. El Baskonia encaja puntos a mansalva, favorece así que sus rivales actúen muy sueltos en ataque y no entren en barrena en ningún instante.

Remontar se convierte, a menudo, en una tarea repleta de espinas y los datos así lo confirman. Desde aquella plácida victoria ante el Granada en la ACB el 16 de marzo, el conjunto de Ivanovic ha disputado diez partidos en los que tan solo ha sido capaz de ganar el primer parcial en una solitaria ocasión.

Esta inercia tan peligrosa de iniciar los encuentros al ralentí tan solo se ha roto últimamente en la visita al Buesa Arena de otro modesto como el Casademont Zaragoza. El Baskonia finalizó aquel día los diez primeros minutos con una cómoda ventaja de 12 puntos (30-18), aunque es la excepción que confirma la regla.

El Maccabi hizo un auténtico roto el pasado martes en el cuarto inicial (28-15). Fue la misma película vivida anteriormente ante el Breogán (13-27), el Valencia Basket (31-14), el Real Madrid (27-17), el Anadolu Efes (22-32), el Bilbao Basket (28-22), el Zalgiris (25-17) y el Partizan (23-16). El Baskonia tan solo aguantó el tipo en la salida Bolonia ante la Virtus, que se llevó el primer parcial por tan solo un punto de ventaja (22-21).

Este puede ser un buen indicio teniendo en cuenta que los alaveses se jugarán este viernes al calor de su público ante los de Luca Banchi el último billete hacia un 'Top 8' donde ya aguarda el Real Madrid.

También queda claro que los tibios arranques obedecen principalmente a un problema de actitud porque Ivanovic acostumbra a sacar de inicio a sus mejores piezas.

Maccabi (28-15), Breogán (13-27), Valencia Basket (31-14), Real Madrid (27-17), Anadolu Efes (22-32), Bilbao Basket (28-22), Zalgiris (25-17) y Partizan (23-16) han aprovechado la tibieza azulgrana en los albores

Howard y Costello suelen ser casi siempre los primeros espadas que esperan su oportunidad en el banquillo, aunque el técnico montenegrino siempre les llama a filas antes del final del primer cuarto.

En definitiva, un aspecto a corregir urgentemente de cara a la trascendental batalla ante la Virtus que puede servir para poner un broche de oro a la trayectoria baskonista en esta edición continental.