IMQ Igurco ha abierto su primera unidad convivencial en su centro de Unbe, ubicado en Erandio, en respuesta al proceso de transformación para personalizar los cuidados de larga duración que se ha impulsado en Euskadi por parte de distintas administraciones públicas.

Los mayores que precisan ser atendidos en un entorno residencial son personas muy frágiles, generalmente afectadas por enfermedades crónicas, algunas en fases avanzadas, y con una dependencia severa para la realización de actividades de la vida diaria. En estos casos, precisan la asistencia de una tercera persona para labores tan cotidianas como alimentarse, mantener una adecuada higiene o movilizarse.

Sin embargo, el enfoque de atención debe ir más allá, buscando la potenciación de aquellas capacidades que mantienen a través de actividades ocupacionales (huerto, cocina, realización de compras…) adaptadas a sus preferencias y que, además, contribuyan a su reconocimiento y a su participación social como miembros activos de una comunidad.

Para garantizar el mantenimiento de su proyecto de vida, necesitamos contar con sus familiares y allegados, incorporándoles a la toma de decisiones sobre aspectos relacionados con actividades, cuidados o ambientes. Ellos han de prestar su apoyo para enriquecer la oferta de iniciativas y espacios compartidos, aportando conocimiento sobre las biografías y preferencias de las personas que tengan limitación para comunicarlas de forma autónoma en un contexto de deterioro cognitivo.

En estos casos, o en otros que puedan tener una cierta complejidad sanitaria, merece la pena poner de manifiesto el reto que supone hacer que participen estas personas en el día a día de la unidad convivencial; no obstante, estamos convencidos que la creación de ese ambiente les hace bien.

Cada persona que forma parte de la unidad de convivencia tiene asignado un profesional de referencia, que vela por que el plan de cuidados de la persona mayor se ajuste a cómo quiere ser cuidada. Este profesional toma parte, junto con el usuario y sus familiares, en la definición del plan de atención y vida (apoyo para la realización de actividades básicas, ejercicio terapéutico, psicoestimulación, participación en la comunidad…).

Todo ello, de manera conjunta con el equipo multidisciplinar del centro (medicina, enfermería, psicología, terapia ocupacional, trabajo social, fisioterapia y coordinación de la unidad).

La atención en unidades de convivencia de 25 personas favorece una atención más personalizada, más parecida a un hogar, más adaptada a los ambientes que resultan familiares a las personas usuarias y más abierta a la comunidad. Tiene el objetivo de dar respuesta a la evolución de las necesidades, expectativas y preferencias de las personas que necesitan de apoyos para desarrollar su proyecto de vida.

Atender a las personas implica no solo satisfacer sus necesidades clínicas o funcionales, sino continuar fomentando relaciones significativas, dotar de calidad la vida la convivencia en la unidad y minimizar la percepción de cuidado institucional.

Desde el centro se intenta recrear la experiencia de ser cuidado en el hogar, pero con la ventaja de contar con un equipo especializado en geriatría capaz de proporcionar una respuesta rápida a las necesidades o riesgos sanitarios que surgen en los cuidados de larga duración.

Trasformación a unidades de convivencia


  • Adaptación de infraestructuras y ambientes.
  • Asignación de un profesional de referencia para la persona usuaria.
  • Incorporación de la persona residente a la toma de decisiones sobre su proceso de atención o, en caso de que presente una capacidad cognitiva mermada, su familiar o allegado de referencia.
  • Fomento de la realización de actividades ocupacionales.
  • Incorporación de los familiares a la vida de la unidad convivencial y a la toma de decisiones sobre aspectos organizativos de la misma, siempre, salvaguardando la intimidad de otras personas convivientes.
  • Compromiso con una atención libre de sujeciones físicas.