Vivimos un final de octubre en el que los colegios se llenan de brujas y dráculas, por las calles pululan zombis y asesinos en serie de película, en las carteleras de cine y programaciones de televisión se anuncian filmes de terror sangriento, a los cementerios acuden numerosos ciudadanos a adecentar y decorar panteones y nichos. En algunas localidades rurales se desempolvan túnicas y carracas para procesionar, en otras se preparan hogueras y ofrendas. En casi todas se recorren las casas haciendo recolectas, casi siempre de dulces.
Estamos en Halloween, ha llegado la fecha Todos los Santos, celebramos el día de Difuntos, comienza la cuenta atrás para la noche de Walpurgis. Con variantes, con distintas costumbres, con solemnidad o con fiesta, todos conmemoran lo mismo, el recuerdo a los difuntos, a los antepasados, a los que no están. Y ya que nos ponemos en comunicación con el Más Allá, con los mundos no terrenales, con la oscuridad absoluta y eterna, aflora el vértigo a lo desconocido, el miedo irracional que anida en nuestras tripas.
El origen está en Samhain
Las actuales celebraciones nacen de la confluencia de dos culturas, de dos creencias, el cristianismo y lo que se conoce como religiones paganas. Cada una de ellas tenía sus ritos y sus creencias, que cuando coincidieron sobre el terreno las mezclaron en el aspecto que más en común tenían, el recuerdo a los muertos y el paso de la luz del verano a la oscuridad del invierno, de la estación de la abundancia a la de la carencia.
Desfile por Samhain en Irlanda. Foto: Allen Kiely/ Tourism Ireland Derry Halloween)
Repasemos el calendario. Halloween se celebra la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre. Este día es la fiesta de Todos los Santos. El 2 de noviembre llega el día de Difuntos. La noche de Walpurgis es la que separa el 30 de abril del 1 de mayo. Aunque sea seis meses después, también se relaciona con recordar a los difuntos.
En la base de estos jolgorios se encuentra la festividad de origen celta de Samhain. Tenía lugar entre el equinocio de otoño y el solsticio de invierno, más o menos entre los actuales 5 y el 7 de noviembre. Con ella se daba fin a la recolección y a los preparativos para el invierno. Hacia los últimos días tenía lugar la fiesta de los espíritus, que daba comienzo al año nuevo celta. Era el momento del encuentro entre los antepasados fallecidos y los vivos que los recuerdan, cuando los muros que separan ambos mundos se disuelven. Se encendían hogueras para alejar a los malos espíritus que podían seguir el mismo camino que las almas de los difuntos, alas que se agasajaba con ofrendas alimenticias.
Llega la era cristiana, Todos los Santos
Cuando el cristianismo se encontró con el mundo celta, como ya ocurrió en casos anteriores, ambas creencias chocaron, pero se reconocieron mutuamente en su respeto por las almas de los que ya se han ido. Con pragmatismo, la nueva religión adaptó los viejos ritos y costumbres.
Las visitas al cementerio se multiplican en los días de Todos los SAnto y de Difuntos. Foto Javier Bergasa
La Iglesia cristiana primitiva, y luego también las diversas evoluciones, conmemoran a todos los santos, es decir, a todos aquellos difuntos que han llegado al cielo y disfrutan de la presencia plena de Dios, de la gracia. Aunque no cuenten con el reconocimiento oficial de ser santo, no han sido canonizados, la Iglesia los considera como tales. El 1 de noviembre es su día en la actualidad. Se eligió este día con la excusa de ser fecha de cosecha. Qué coincidencia, como los celtas.
Pero ¿qué pasa con los difuntos que no han muerto en gracia de Dios pero tampoco merecen la condenación eterna? Para ellos es el Purgatorio y a ellos se dedica actualmente el 2 de noviembre, el Día de Difuntos. Por ellos hay que orar especialmente en esta fecha, para que sus pecados sean perdonados y alcancen la gracia. ¿Enviarles oraciones y buenas intenciones no es muy parecido a hacer ofrendas a los muertos? Seguimos con la coincidencia. O con la asimiliación.
Pero si los espíritus buenos pueden comunicarse con el mundo terrenal, ¿pueden hacerlo también los espíritus condenados y las almas en pena? La opinión general es que sí, por eso los ritos de protección, las hogueras, las campanas y más ofrendas para que se conformen. También más oraciones e invocaciones a santos y santas.
El moderno Halloween y las viejas ánimas de Difuntos
Según las diversas tradiciones, estos espíritus condenados aprovechan el debilitamiento de los límites entre este mundo y el de ultratumba para regresar y apoderarse algún desgraciado que le sustituya en la condenación. Son los casos de la Santa Compaña gallega, la Cacería Salvaje del norte de Europa o el Ejército Furioso de Normandía. Y así nacieron las noches de Halloween y la de Ánimas, con el ánimo de evitar y protegerse de ellos.
Terrorifícas máscaras preparadas para una fiesta de Halloween. Foto Jorge Muñoz
La palabra halloween sería una contracción de all Hallows’evening, que traducido es víspera de todos los santos. Según las diversas tradiciones del mundo anglosajón esta es la noche en que entes demoníacos, almas errantes, fantasmas con cuentas pendiente y otros seres de este pelo llegan para satisfacer sus deseos o tratar de escapar de la condenación regresando al mundo de los vivos. Aprovechan antes de que la luz del día y de los santos protejan a los mortales.
La fuerte influencia de Estados Unidos a través de su poderosa industria del ocio ha expandido por todo el mundo la visión de un miedo de risa que esta noche viven allí. Ahora hay menos ánimas en las calles de nuestras ciudades y más asesinos en serie y monstruos cinematográficos llegados del otro lado del Atlántico fruto de la cultura del ocio en la que estamos inmersos. Es más divertido beber disfrazado de demonio que agitar una carraca bajo una túnica de esparto. La tradición religiosa y espiritual ha sido fagocitada por el espíritu de diversión.
Y ahora viene la vuelta: Holyween
Hay gente que se toma en serio determinadas cosas y que opinan que con el Demonio no se juega, que es un ser demasiado real como para andarse con bromas y frivolidades que pueden ser una puerta por el que entre el príncipe del Averno. Por este motivo consideran que Halloween no debería celebrarse con disfraces de demonios, brujas, monstruos ni simulando fiestas terroríficas. Desde hace unos años, en muchas parroquias españolas organizan fiestas de Holyween, la noche de los Santos.
Consideran que quien es cristiano no debe olvidar lo que realmente se conmemora en la solemnidad de Todos los Santos y, al día siguiente, en la celebración de los Difuntos. Por ello, las parroquias organizan diversas actividades para celebrar el novedoso Holyween el 31 de octubre. En esta jornada, se multiplican las vigilias de oración y evangelización hasta altas horas de la noche.
También invitan a los participantes disfrazados, pero esta vez de santos o de santas. La duda sobre estos disfraces es si deben seguir una iconografía ligth o se puede recrear el martirio sufrido por algunos. No tendría nada que envidiar a ninguna película típica de terror.
¿Y qué pasa con Walpurgis?
Pero todas estas no son las únicas celebraciones relacionadas con la brujería, el más allá, los muertos y las conexiones con el inframundo surgida del choque entre el mundo pagano y el emergente cristianismo.
Hoguera que ilumina la noche de Walpurgis en Harz. Foto: Melmak
En el entorno germánico del norte de Europa se celebra la noche de Walpurgis, entre el 31 de abril y el 1 de mayo. El pujante cristianismo del siglo VIII tiene en santa Walpurga su ejemplo misional al lograr la conversión de la zona y combatir con éxito contra las enfermedades y la brujería. El 1 de mayo es su día y tradicionalmente se encienden hogueras y se peregrina a su tumba.
Pero el mundo pagano mantuvo su influencia y con él la creencia de que en esa noche las brujas volaban hacia la montaña más alta de la cadena de Harz, el Brocken, para sus akelarres.
La elección de la fecha no es del todo casual ya que es entonces cuando se cumplen seis meses de la noche de Samhain, el comienzo de la oscuridad invernal. También la consideran una noche en la que caen los muros entre los espíritus y los vivos, por lo que el mal y el bien vuelven a la lucha en el mundo terrenal.
En la actualidad son muchos los que van hasta Harz, donde se organizan fiestas de brujas al estilo de las de Halloween organizados por los neopaganos. En ellas se encienden hogueras y se baila al ritmo de los tambores.
La contradicción viene de que en su origen estas actividades tenían como objetivo protegerse de las brujas y el mal. Por eso el éxito y el fervor por santa Walpurga, que también se mantiene pero sin folclore festivalero.