Una de las bebidas fermentadas, más famosas de nuestro país, tiene funciones polifacéticas. En honor a los restos omitidos, de las cristalinas botellas, surgen sorprendentes formas de usufructo.

El vino, al igual que el bicarbonato sódico, puede resultar de gran utilidad para la desinfección de nuestros alimentos, llegando incluso a liquidar gérmenes como la salmonella o como esterilizador de otras causas víricas.

El paso es sencillo, diluimos un poco de vino, colocamos las hortalizas a ingerir , enjuagamos y listo. Sin embargo, si su criterio va en contra de mezclar aromas, aún hay más.

Esta bebida también sirve como quitamanchas textil o para la limpieza de nuestras ventanas y cristales. Curioso, pero cierto. Ahora bien, siempre nos quedará utilizar esta exquisita bebida para maridar nuestros platos.