EL XLV gana por un palmo. El nacimiento de este productor responde al deseo de SsangYong de dotar de contenido a su todavía escueto catálogo. La marca surcoreana convierte aquí en modelo con identidad propia lo que en otros mercados no es más que la elaboración extendida del Tivoli. Por medio de un ligero ajuste del diseño -estirón del voladizo trasero y elevación del techo sobre la popa, el joven crossover adopta nuevos visos de monoespacio. La operación no depara una gran mejora de la habitabilidad, pero sí procura uno de los huecos de carga más generosos de la categoría. El XLV, únicamente disponible con tracción delantera, mantiene las mecánicas conocidas: gasóleo de 115 caballos y gasolina con 128. La puesta en escena más sencilla de las tres previstas se vende por 16.650 euros.

La reinterpretación alargada del Tivoli depara otro de esos automóviles difíciles de catalogar. Esa singularidad es, precisamente, una de las señas identidad que lo hacen reconocible. La prolongación del voladizo posterior, que dilata sus cuartos traseros, altera sensiblemente la silueta del modelo. Los 24 centímetros suplementarios transforman el todocamino urbano en una suerte de corpulento monovolumen con claro enfoque familiar: mide 4,44 metros de largo, 1,80 de ancho, 1,60 de alto y mantiene los 2,60 metros de batalla.

El XLV conserva un cierto aire campero que lo distingue de casi toda su competencia. También destaca por la notable capacidad de carga. El constructor asiático anuncia un volumen de maletero de 547 litros (720 si se aprovecha el hueco de la rueda de recambio y 1.440 con los asientos traseros abatidos). Es, junto al comedido precio, el gran argumento de este nuevo SsangYong frente a otras propuestas monoespacio. Su configuración interior, idéntica a la del Tivoli, carece de recursos habituales en esta categoría como la posibilidad de siete plazas o los asientos individuales que permiten cambios en la distribución.

El aumento de talla apenas compromete el correcto comportamiento dinámico mostrado por el envase compacto. El catálogo del XLV adopta las motorizaciones conocidas, unidades de cuatro cilindros y 1.6 litros, una diésel de 115 caballos y otra a gasolina con 128. Ambas transmiten su energía a las ruedas delanteras (en el lanzamiento se vendieron algunos ejemplares con tracción total); la versión de gasolina lo hace exclusivamente con ayuda de una caja manual de seis marchas, mientras que la diésel da a elegir también caja automática.

Estos motores ofrecen, en principio, niveles de rendimiento satisfactorios para una utilización cotidiana (170 y 178 km/h de punta). No obstante, en un viaje largo a plena carga, las personas proclives a practicar una conducción ágil echan de menos un poco más de brío.

A cambio, practicando una conducción sosegada, SsangYong promete moderación en el gasto (4,5 litros de promedio ideal de gasoil y 7,1 de gasolina), además de contención en las emisiones (117 y 165 g/km de CO2).

Así pues, el XLV se perfila como una opción de interés para familias que buscan un automóvil espacioso y asequible fuera de lo común. El candidato de SsangYong lo es gracias a su estampa singular. Además de apuntar buenas maneras, realza sus cualidades con una relación calidad-precio-equipamiento favorable.