MADRID. Los resultados se publican en la revista Nature Communications, en un artículo en el que se apunta que el uso de fármacos relacionados con la vitamina B3 podría servir para retrasar el envejecimiento y las patologías asociadas.

En el origen del envejecimiento juega un papel muy importante la progresiva acumulación de daños en las células, pero hay muchos tipos de daños celulares y todavía es una pregunta sin respuesta cuáles son los verdaderos responsables del envejecimiento y cuáles simples "daños colaterales" poco relevantes, señala el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en una nota.

El daño oxidativo, provocado por los radicales libres, es uno de estos daños.

Los radicales libres son moléculas muy inestables, que para estabilizarse estropean a otras moléculas que tienen al lado, las oxidan, lo que acaba produciendo acumulación de daño en la célula.

El primero en hablar de esta teoría -llamada Hipótesis Oxidativa o Hipótesis de los Radicales Libres- fue el investigador Denham Harman en 1956 y tuvo éxito hasta los 90, cuando empezó a decaer.

Si bien nunca se dijo que los radicales libres eran la única causa del envejecimiento, sí se estableció una relación muy directa entre estos y la longevidad, explica a Efe Pablo J. Fernández-Marcos, investigador en el IMDEA, Instituto Madrileño de Estudios Avanzados de Alimentación, y firmante de este artículo.

"Según la Hipótesis Oxidativa, los radicales libres eran malos 'per se', lo que con el tiempo se ha demostrado que no es así; y se daba a entender que quitándolos se podría retrasar el envejecimiento, por eso hubo el 'boom' de los antioxidantes -en frutas, por ejemplo-".

Sin embargo, numerosos estudios han ido desmitificando esta relación tan directa entre radicales libres y envejecimiento, ya que se vio que éstos no son "blanco o negro" y que en muchos casos los antioxidantes no tenían el efecto beneficioso que se pensaba o, incluso, éste era un efecto negativo.

"Se observó que los radicales libres no eran malos de por sí, sino que su efecto es negativo cuando se descontrolan", afirma Fernández-Marcos, quien apunta que su papel no es tan sencillo, no vale con eliminarlos: "La clave está en gestionarlos bien, ya que un nivel bajo y controlado es necesario, y eso no se consigue con el consumo de sustancias antioxidantes que eliminan los radicales libres de manera indiscriminada".

Precisamente, este nuevo trabajo plantea una nueva vía para conseguirlo.

Científicos del CNIO, la Universidad de Valencia y del IMDEA Alimentación pusieron su objetivo en aumentar globalmente la actividad de todas las enzimas antioxidantes de la célula a través del incremento de los niveles de NADPH, una molécula clave para las reacciones antioxidantes y que hasta ahora no se había estudiado en relación al envejecimiento.

Los científicos crearon ratones transgénicos con expresión aumentada de una de las enzimas más importantes -G6PD- para la producción de NADPH.

"La vía que aumentamos genera más NADPH, que activa casi todas las enzimas encargadas de gestionar los radicales libres correctamente", subraya Fernández-Marcos.

El resultado: los animales envejecían de forma más tardía (mejor calidad de vida), metabolizaban mejor el azúcar y tenían una mejor coordinación en sus movimientos al envejecer.

Además, las hembras transgénicas vivían un 14 % más que las no transgénicas, mientras que no se observaron efectos significativos en la longevidad de los machos.

"Este aumento de la longevidad, aun siendo modesto, es llamativo teniendo en cuenta que hasta ahora los intentos de aumentar la longevidad manipulando las defensas antioxidantes habían fracasado", según Fernández-Marcos.

¿Y cómo hacerlo? Los investigadores ahora están estudiando posibles activadores, pero ya apuntan a que la vitamina B3 y sus derivados son candidatos idóneos para futuras investigaciones.