EL Vitara es el último candidato en asomarse al concurridísimo escaparate del mercado crossover. Es también la gran esperanza de Suzuki, obligada a enderezar su balance tras el aparatoso tropiezo de 2014 en el que perdió posiciones en un mercado en auge. Aunque hoy nada garantiza plenamente el éxito, el pretendiente japonés atesora méritos suficientes para consolidarse en esta categoría emergente. El Vitara coquetea con el diseño más actual, transmite sensación de calidad y plantea tarifas difíciles de mejorar. Suzuki anima este vehículo compacto (mide 4,18 metros) con mecánicas 1.6 de 120 CV diésel y gasolina, desde 16.110 y 18.110 euros respectivamente; la tracción integral tiene un sobrecoste de 1.800 euros.
Estampa amable, precios de partida contenidos y, lo que es mejor, una estimable armonía entre el dinero desembolsado y la calidad percibida a cambio, son las cualidades esenciales del Suzuki Vitara. La marca japonesa recupera la antigua denominación y se la adjudica al nuevo estandarte de la casa. Esteencaja como un guante en esa categoría de moda en la que conviven turismos de estilo y modales adaptados al campo, 4x4 dulcificados, además de una legión de vistosos impostores.
La aproximación de Suzuki a dicha parcela queda legitimada por una dilatada y sólida tradición como fabricante de todoterrenos. Aterriza viniendo en sentido contrario al de la mayoría de recién llegados a la categoría. Su adaptación ha requerido más esfuerzo para ajustar la imagen que para acomodar la técnica. Es lógico, puesto que la clientela de este tipo de coches confiere mayor importancia a la estética que a la desenvoltura del vehículo.
La silueta del Vitara tiene un punto de refinamiento Premium refrescado por una alegre paleta de colores en la que se incluyen varias combinaciones bitono. Esa vistosa puesta en escena también puede elegirse a bordo. Sin embargo, ese colorido no disipa la sobriedad que impera en la cabina. El innegable empaque exterior del modelo decae un poco al acceder a su interior y percibir que algunos materiales, en especial los plásticos de los acabados más asequibles, son mejorables. Por fortuna, esa impresión apenas se aprecia en las definiciones superiores, más costosas pero pertrechadas y ataviadas con mayor generosidad.
Con todo, el resultado es realmente satisfactorio. El nuevo Vitara es un automóvil de figura sugestiva, incluso imponente, pero de hechura escueta. Su carrocería de cinco puertas ocupa solamente 4,18 metros de largo, 12 centímetros menos que la del S-Cross; tiene 1,77 de ancho, 1,61 de alto y 2,50 entre ejes; el chasis se separa 18,5 cm. de piso. Estas proporciones deparan una cabina bien aprovechada; resulta amplia y confortable para cuatro adultos relativamente corpulentos (dispone de bastante altura hasta el techo), que pueden viajar con equipaje (ofrece 375 litros de maletero, más que la mayoría de rivales).
Las personas interesadas en este coche se encuentran pocas posibilidades de elegir motor. El repertorio se limita por ahora a dos ejecuciones semejantes, una diésel y otra de gasolina, ambas con arquitectura, cilindrada y potencia idénticas: cuatro cilindros multiválvulas de 1.6 litros y 120 caballos. Más voluntariosos y económicos que resolutivos, ambos propulsores se adaptan perfectamente a las necesidades del usuario medio. La inercia comercial convertirá en mayoría a quienes se decanten por el gasóleo, una opción perfectamente válida pero más difícil de amortizar que la digna alternativa gasolina a la que eclipsa.
Aunque una inmensa mayoría de clientes de este segmento comercial ni se plantea abandonar el pavimento, Suzuki programa variantes con tracción delantera y con cuatro ruedas motrices. Estas incorporan el sistema ‘All Grip’ de otros modelos de la firma, que permite seleccionar el modo de intervención de la tracción integral mediante un mando giratorio situado al pie del selector de marchas. El dispositivo oferta una función ‘Auto’ que conecta el tren posterior al detectar pérdidas de adherencia, una que prima las reacciones deportivas, otra para moverse sobre nieve y una más con bloqueo momentáneo de la tracción (50% en cada eje) para superar zonas de orografía delicada.